sábado, 2 de diciembre de 2017

Democracia y vida en situación de alto riesgo

       
A pesar de los desafíos de los tiempos que vivimos, la Democracia sigue siendo  el único sistema político que garantiza protección, capacitación, oportunidades y lo más preciado de la humanidad, las libertades. Las decisiones importantes son tomadas por los ciudadanos a través del voto; además de permitir que sus voces se escuchen a través del diálogo, en lugar del uso de la violencia. Los partidos políticos son responsables de la presentación de propuestas y políticas claras y diferentes para mejorar las ya existentes. Se garantiza la alternabilidad en el poder mediante elecciones periódicas libres y justas. El ciudadano puede salir sin miedo a votar para cambiar gobiernos y dirigentes que no cumplan con sus deberes y obligaciones constitucionales, democráticas y humanas.

La democracia empieza por el diálogo. Pues se trata de mantener un entorno de confianza, aceptación y respeto mutuo. Dirigida por auténticos servidores públicos. El “deber ser” de la política. El “deber ser” de la democracia.

Nada de eso lo tenemos en la Venezuela de hoy. Los abusos, las desigualdades, la corrupción, las violaciones reiteradas de la constitución y leyes, la polarización política, el autoritarismo carcomen progresivamente nuestro sistema de libertades y de leyes.

Síntomas de una sociedad enferma que requiere de ayuda política humanitaria para resolver sus problemas domésticos, civilizada y democráticamente. Una enfermedad crónica provocada por unos poderes públicos que, lejos de extirpar a fondo los tumores, han permitido su propagación. Excusándose, buscando culpables y construyendo muros de contención para que nadie intente hacerlo. Porque lo que importa no es atajar de raíz una mala práctica, sino que no afecte a sus expectativas e intereses de dominio. Igual comportamiento de la ciudadanía  pasiva y conformista con las curas paliativas del régimen; ignorando que el paro institucional y sistémico condena a las actuales y futuras generaciones.

Se ha desarrollado una cultura malandrina, donde priva  el individualismo, la codicia y los intereses particulares y partidistas; olvidando el bien común de las personas y el interés general como objetivo de convivencia, de progreso y desarrollo humano. Donde la mediocridad se ha impuesto a la inteligencia, donde el dinero y el poder son las prioridades, desplazando a las personas y los valores sustantivos de la sociedad como la ética, la honradez, la igualdad, la tolerancia, la solidaridad y la  justicia.

Una realidad societaria que no queremos ver ni reconocer, nos quejamos pero no actuamos, pedimos elecciones pero no participamos, exigimos cambios a otros pero nosotros no cambiamos. Todo se mide en términos de rentabilidad personal, económica o electoral, en lugar de lo que es cabal y decente. Lo que importa es cómo seguir manteniendo o alcanzar el poder, aunque haya que mercadear propaganda en lugar de soluciones reales y viables. Entretanto, la verruga de la clase de dirigente y del sistema sigue creciendo.

@renenunez51                               Instagram nuñezrodriguezrenejesus  elportachueloderene.blogspot.com (edición 1425)


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