domingo, 3 de julio de 2016

Sin familia no hay sociedad que valga


                                      

Hoy  quiero referirme a un tema sensible, delicado e ignorado en la discusión país: el eje familia. Para algunos, tal vez, insignificante e inoportuno tratarlo en un momento  tan catastrófico como el que atravesamos la inmensa mayoría de los venezolanos. Para otros, la oportunidad de plantearlo por el daño estructural y brutal a que viene siendo reducida y sometida por unas políticas públicas excluyentes.  
Mientras se tengan familias cohesionadas, con valores, mayores posibilidades habrán para contar con mejores sociedades. Ella personifica la fuerza que determina una formación, una educación en la vida de un ser humano. La fuente originaria natural de los valores. La constructora de personalidades y conductas humanas, solidarias y generosas. 
Estas características han desaparecido del común denominador familiar. Presentan un linaje desconocido y diferenciado. Han estado inmersas de contradicciones, falencias, desviaciones y abusos.  Avivadas por un sistema  anti valores que las desnaturalizó, las dividió,  les sembró odios y resentimientos sociales; conminándolas a respirar un clima emocional disímil fuera de su control. La secuela: reducción del afecto, del respeto, del entendimiento,  de la solidaridad y de la tolerancia. Los conflictos se multiplicaron.
Un daño estructural que obliga a los venezolanos de bien y de fe a aunar esfuerzos sinceros y juiciosos para recuperar las buenas costumbres, los valores y los principios perdidos. Su identidad criolla.
 El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad el papel que le ha tocado desempeñar en su seno, procurando el bienestar, el desarrollo y la felicidad de todos los demás.
Son muchas las familias donde hay carencia de la presencia física, la orientación correcta y espiritual de los padres. Muchos separados. Enfrentados. Dónde los hijos no cuentan para nada. Ni están dentro de sus prioridades y responsabilidades. Un Estado inexistente que tampoco vela por su integridad y futuro, provocando la deserción y toma de la calle de hijas e hijos mal formados y criados. Desprotegidos e indefensos ante las amenazas de los vicios del entorno.
Acudir al diálogo y a sus encuentros para recuperarlos, una necesidad de caridad y humanidad ineludible e impostergable. Las propuestas de cambio que no están basada en valores y principios, son inaceptables, no tienen sentido ni propósitos comunes nobles.
Las estadísticas de todos los estados muestran cifras aterradoras. Una acelerada descomposición social que alcanza niveles inimaginables; cuyos víctimas y victimarios provienen de las familias más vulnerables en lo educativo, lo económico y lo social.
La recuperación de nuestra sociedad pasa inexorablemente por la recuperación de la familia. Haciendo de su estabilidad, los fundamentos de la libertad, de la seguridad y de la generosidad.
Se trata de un compromiso superior colectivo con la vida social de los tiempos por venir. Fortaleciéndola de virtudes, y preparándola para resistir y sobrevivir los ciclos de los desequilibrios políticos, económicos y sociales que son parte de la naturaleza humana. Así como del engaño y de las manipulaciones perversas del populismo.
Esta experiencia de malos ratos de estos últimos tiempos, ha de servirnos de cobijo espiritual, vivificando los conocimientos, las alegrías, las emociones y las tristezas de los mejores y peores momentos sufridos para encarar en positivo y con dignidad los conflictos que se presenten.
Ningún proyecto de futuro tendrá éxito social sino hace de la célula familiar su principal protagonista. Reconociendo y valorando su trascendencia   e impacto en la comunidad. Dejando abierto y libre la participación de todos los factores y actores interesados en el progreso y desarrollo humano.
“El que es bueno en familia, es también buen ciudadano”. 
Presidente del Ifedec Capítulo Bolívar

@renenunez51                      
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM

1 comentario:

  1. En todo Sistema hay una unidad fundamental o básica para que este funcione optimamente.

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