La
reunión del Consejo Permanente de la OEA de este jueves pasado, a propósito de
la activación de la Carta Democrática (CD) solicitada por el secretario general
Luis Almagro, basado en el art. 20; dejó desazones y galimatías democráticas en
las américas.
Las relaciones
internacionales siempre se han caracterizado por el pragmatismo y dominio de lo
económico sobre lo político. La historia de
los conflictos internacionales, lo confirma. Por ello, no sorprendieron los
resultados de ese día en ese ente supranacional. La cifrada esperanza que se
tenía de la OEA, en procura de una mediación o medida disuasiva firme y
categórica no se materializó “por ahora”; a pesar de que, para la mayoría de
los nacionales, el régimen de turno superó hacen rato las líneas amarillas de
la tolerancia democrática y respeto de los derechos humanos.
La
postura asumida por la canciller venezolana se basó en improperios y
descalificaciones contra Almagro, sin argumentos y pruebas. Tampoco los representantes
de los gobiernos “democráticos” salieron en defensa de la institucionalidad y
el derecho internacional agraviado. El objetivo de boicotear la agenda no se
cumplió. 20 estados miembros superaron los 12 votos a favor de la iniciativa de
Venezuela, y las 2 abstenciones.
Lo
positivo que se rescata de ese evento, la exposición formal de nuestra crisis en tan importante y estratégico foro
internacional. El informe de Almagro, fundamentado en cifras y testimonios
irrebatibles de violaciones de derechos humanos, políticos y democráticos, mostró
el contexto de una crisis humanitaria y democrática sin precedentes en nuestra
historia republicana y en el continente. Desafortunadamente al final de la
sesión, nada hizo cambiar ni motivar a los 20 estados que en la mañana votaron
a favor de la agenda, a presentar una propuesta concreta para escrutar y
activar el proceso de la CD. No pueden argüir los cancilleres presentes que
necesitaban mayor información para hacerlo, pues la tienen y la han tenido.
Decir que no la tienen es mentir. Burlarse de la inteligencia en tiempos de la
era de las telecomunicaciones. Desairar a los que padecen los problemas: los
pueblos; y a quienes se deben los gobiernos.
¿Por qué
lo digo? La OEA tiene en Caracas una sede, que no es “sorda, ciega y muda”,
conoce muy bien lo que ha venido ocurriendo estos últimos años. Por cierto, ha
sido testigo de actos de “huelga de hambre” de venezolanos invocando su
intervención porque el Estado venezolano no le ha respetado sus derechos. Uno de ellos,
emblemático, el del Ing. Franklin Brito.
Por otro
lado, toda embajada tiene asignada la función de información: informar lo que su
república conviene compartir y promocionar ante su par y la de investigar y
comunicar todo lo que interesa de esa nación.
Otra
fuente de verificación son los organismos subregionales (Unasur, Mercosur); y los
especializados tanto de la ONU como de la OEA, que hacen seguimiento a la productividad,
a la inflación, a la transparencia de gestión, a las violaciones de derechos
humanos; a los temas de la seguridad, la
libertad, la educación, la salud, los empleos, la pobreza, etc. Además de las
generadas ON LINE por redes sociales y medios de comunicación social (prensa,
radio, TV).
En
resumen, la OEA está capacitada, tiene conocimiento del caso venezolano. No
puede obviar la renuncia de Venezuela a la CIDH. Lo único que le falta es voluntad
colegiada para intermediar, haciendo uso de sus buenos oficios e instrumentos
universales como lo son el diálogo y la negociación para influir y evitar que una
tragedias humana como la nuestra se siga saliendo de control de un orden con
legitimidad de origen más no de ejercicio.
Todos
salieron tocados en ese Consejo Permanente. Aunque en distinto grado. Urge
recuperar la confianza y reparar el daño causado al pueblo venezolano y a su democracia.
Ser indiferente frente a las convulsiones que se están produciendo en la región
por las desatenciones y desviaciones democráticas, es hacer el juego a la anti
política. Al autoritarismo. Al desorden.
Presidente
del Ifedec Capítulo Bolívar
@renenunez51
Los
domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM
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