“EL
pueblo no se equivoca”, dijo una vez el ex presidente Rafael Caldera emulando una
frase de Perón. Afirmación que no es del todo cierto. Soy de los que piensa que
sí se ha equivocado y muchas veces. El pueblo venezolano es un ejemplo de ellos
en América Latina. Se equivocó con la escogencia de Lusinchi, con los segundos
mandatos de CAP y Caldera, con Chávez (dos veces) y, ahora, con Maduro. Ha
tenido mejores opciones pero se ha ido por lo carismático y las emociones
populosas. La de Chávez y Maduro han
sido -no tengo duda- las peores selecciones. En la propuesta electoral del 98 nunca se le
habló al pueblo de socialismo comunismo, como muy bien lo aclaró en su oportunidad
Fidel Castro cuando Chávez titubeó ideológicamente a la hora de definir el
proyecto de “Socialismo del siglo XXI”; el cual resultó en un modelo de
controles e intervención estatal.
Autoritario y centralista. De la democracia, hasta ahora, solo han conservado y respetado el
derecho del voto; aunque últimamente crece la duda e incertidumbre política si
lo van a seguir promoviendo y defendiendo cuando ya no cuenta con las mayorías
nacionales.
En 16 años de supuesta revolución social,
hemos visto la cara de un régimen que miente, falsea estadísticas, oculta y
manipula informaciones, aprieta a medios de comunicación social, arremete
contra productores, empresarios y comerciantes privados y, reprime y amenaza de
encarcelar todos aquellos que disientan o protestan sus derechos democráticos,
sus derechos humanos, sus derechos de progreso y desarrollo individual y
colectivo.
Este régimen se ha hecho el desentendido con los
enriquecimientos ilícitos de funcionarios, personas y familiares afectos a la
revolución. No ha guardado las apariencias de vocación y concentración de
perpetuarse en el poder, menos de sus incapacidades manifiestas para solucionar
los problemas de la gente. Con una propaganda masiva y grosera permanente ha
venido trastocando lo humano y lo ético. Haciendo uso del “marketing” de estos
tiempos, no deja de vender una realidad de país que nunca ha existido.
La compra de conciencia,
los operativos disfrazados de misiones, ha sido una característica de gestión para
mantener esperanzados a los grupos más vulnerables; quienes para adquirir un
alimento o servicio público deben pasar horas en colas interminables. Los
ciudadanos mitigados por la carestía, la escasez, se olvidan por momentos de su
devaluada calidad de vida, del funcionamiento parcializado de las instituciones
públicas, de la falta de empleos decentes, de la corrupción, de la inseguridad
y de la injusticia. Mientras en una democracia funcional el Estado se debe a
los ciudadanos, en este tipo de socialismo los ciudadanos se deben a la
revolución a la cual hay que defender
por encima de cualquier necesidad social.
Cotejando indicadores económicos, financieros y sociales
de 1998 con los de 2014, éstos están totalmente desmejorados. El 2015 se ha
iniciado bajo el sombrío panorama de una temible recesión económica en proceso (inflación
sin producción, escasez, devaluación continua), con un precio del crudo criollo
bajando rumbo a los $30/barril y, un déficit fiscal inmenso que el BCV todavía no
se atreve a informar la cifra real. El petróleo sigue proveyendo el 96% de las
divisas, con un servicio de la deuda por el orden de los $12.000 millones este
año.
Una República incapacitada para cumplir con
sus compromisos nacionales e internacionales con recursos propios; depende
exclusivamente del préstamo foráneo, después de haber contado con un billón y
medio de dólares recibidos por renta petrolera, además de lo recibido por
concepto de préstamos estimado cercano a los 270 mil millones de dólares.
Todos los análisis serios, incluyendo el de la
iglesia católica de la semana pasada, coinciden que la grave situación del país
tiene una causal única: el modelo político aplicado en todo este tiempo de
gobierno revolucionario. Ante la exigencia de rectificación del gobierno hecha
por la sociedad venezolana, la repuesta de Maduro no se hizo esperar a la
llegada de su largo periplo por Rusia, Irán, Arabia Saudita, Qatar y Portugal
“Profundizaremos el modelo socialista” en marcha. Es decir, empeoraremos.
Como la soberanía de la democracia reside en
el pueblo, éste tiene en sus manos el derecho de reivindicarse políticamente para
exigir al gobierno un diálogo nacional de compromisos con todos los sectores
para superar la catástrofe social que la tenemos a la vuelta de la esquina, cuyas
consecuencias nefastas son impredecibles si no se toman medidas serias,
consensuadas, correctas y acertadas. El pueblo tiene los mecanismos previstos
en la constitución del 99 para hacerlo. Además del voto en próximas elecciones parlamentarias.
Las encuestas confirman la derrota política
del modelo: el 87% prefieren la empresa privada ante la pública, el 92% está en desacuerdo con las expropiaciones,
incluyendo la mayoría de los seguidores del chavismo- madurismo. Más claro no canta
un gallo.
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez51
Bien dicho.
ResponderEliminarAl chavismo le han ingresado el equivalente a unos 10 planes Marshall traídos a valor presente. Con uno solo se recuperaron 17 países devastados en Europa. Aquí ha entrado el equivalente para recuperar 170 países. El resultado está a la vista.