No estamos bien como sociedad. Ni andamos transitando
el camino de bien común y de justicia. Cada uno de los grupos sociales,
económicos y políticos insisten por su lado construir el suyo. Con sus propias
verdades. Echando la culpa de lo malo de sus actuaciones al otro. Negando espacios y oportunidades para el
encuentro de visiones compartidas en el diseño de un futuro mejor y seguro. Algunos adolecen de una dosis de humildad.
La ciudadana venezolana está obligada a aunar esfuerzos en la búsqueda
de un alto desarrollo humano como nación.
Ello requiere del concurso y el consenso de las mayorías en la apuesta de un
proyecto de país viable en lo económico, con equidad en lo social y respetuoso
del medio ambiente. Por separado, muy difícil lograrlo. Más cuando se está ante
un gobierno intolerante ante la crítica, las demandas laborales y sociales, las
denuncias de irregularidades administrativas. Empecinado en la manifestación de
fuerza que la del diálogo. No hay otro mecanismo mejor para evitar desenlaces lamentables como el
encuentro civilizado entre posiciones antagónicas. La adopción de soluciones unilaterales termina
por lo general en conflictos.
En los regímenes
autocráticos y excluyentes, como el nuestro, los conflictos se producen justamente
por falta de un “diálogo” sincero, bien intencionado. El que ha creado el
gobierno no ha dado resultados en ninguna parte, el de las mesas técnicas. Se
han convertido en una estrategia política de evasión de responsabilidades,
retardando y complicando las soluciones de los problemas, y saben ¿por
qué? Las integran solo con personas fichas del régimen. Los sectores
afectados no tienen representación genuina.
Por otra parte, el gobierno continúa apelando
a la represión de manifestaciones, criminalizando las protestas, desacreditando
las posiciones de los protestantes o denunciantes de los abusos y de las
desviaciones constitucionales. Utilizando los poderes públicos a sus caprichos.
Allanando inmunidad a parlamentarios por
conveniencia política.
La historia del mundo del desarrollo registra
ejemplos de sociedades que después de lidiar por muchos años con problemas más
agudos e intereses irreconciliables que los nuestros, lograron superar las
barreras del egoísmo, de la arrogancia, de las antipatías, de los odios, de los
resentimientos, de la segregación racial o religioso. Con mucho diálogo, al final, se pusieron de acuerdo para pugnar unidos en
la búsqueda de la prosperidad con educación, productividad, creando empleos y
sueldos dignos en paz, pero, sobre todo con reconocimiento de la
diversidad de las ideas y de los
pensamientos. El éxito les vino acompañado de la inclusión, de una
administración de justicia equilibrada, capaz
de garantizar la igualdad en el acceso de los servicios del estado y en el
trato ante la ley. La Venezuela de ayer,
la de hoy, sigue en deuda con la de mañana. Sigue la improvisación de la función
pública. No hay un plan de la nación a largo plazo. No hay continuidad
administrativa. Cada nuevo gobierno toma
posesión y parte su gestión desde cero.
La población sigue encerrada en un círculo
vicioso, el de la polarización política e ideológica, que nos desune. Los resultados macroeconómicos de los últimos
años muestran a las claras la falencia de una gerencia pública eficiente y
pulcra. Ausencia de administración de justicia y de controles. Con una
inflación alta. Un poder adquisitivo débil y reducido. No se dispone de divisas suficientes para
cubrir las necesidades de importación de bienes y servicios. Los ingresos
petroleros ya no alcanzan, se depende fundamentalmente del endeudamiento
interno y externo.
La preeminencia de lo ideológico sobre lo
económico sigue siendo prioridad de
Miraflores. Cuando ya nos habíamos olvidado de la lucha de clases, nada más
perverso y anti humano, apareció disfrazada de autocracia en estos catorce años.
Pareciera más importante para los que
nos gobiernan el cultivo y mantenimiento de la división entre venezolanos.
4.000 muertos estos últimos 100 días. El
promedio escolar nacional de 11.2 puntos.
En el municipio Caroní, sector
San Félix, de 2 que entran al sistema escolar 1 termina el bachillerato. De 10
niñas menores de 17 años, 1 está embarazada, y ya han tenido un parto. Son
cifras, entre muchas, aterradoras que nos
da una idea de la mediocridad de sociedad que tenemos, donde los
ciudadanos no podemos seguir siendo indolentes e indiferentes frente a ella, mañana puede ser tarde o peor
sino entramos en razón y en defensa de la democracia, de los valores y los
principios, de las libertades. De una mejor calidad de vida integral. Entretanto,
la dirigencia sigue ocupada solo en elecciones.
Muchos aspirantes, pocos preparados con voluntad de logros. Demócratas hacia
afuera, autoritarios hacia adentro.
Presidente del Ifedec, capítulo
Bolívar @renenunezr
Nada más cierto que lo que dices ahí René. Saludos.
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