miércoles, 24 de julio de 2013

Accionistas clase “B” de Sidor de pie




 En estos catorce años de revolución  los trabajadores accionistas de Sidor han venido librando frente al gobierno nacional una lucha digna en defensa de sus derechos laborales  y mercantiles;  haberse convertido  en propietarios del 20% de las acciones de la empresa, como resultado del proceso de negociación previo a la privatización  de la que fue objeto en 1997, nunca ha sido del agrado del régimen.
 La ejecución de la ampliación y modernización de Sidor, Plan IV, dejó en el camino una herencia financiera  ($720 millones) que el Estado después no pudo solventar afectado por la caída brusca de los precios del petróleo en el mercado mundial;  el crudo criollo bajó a $ 8 por barril.
 Sidor no estaba tampoco en condiciones de generar por sus propios medios suficientes ingresos para la cancelación del servicio de la deuda ante los acreedores; menos cuando los precios del acero estuvieron en ese tiempo en baja. Esa coyuntura económica obligó al gobierno a buscar una alianza estratégica con socios nacionales e internacionales capaces de, por un lado, mantener operativa a la siderúrgica, y por otro, asegurar nuevas inversiones tecnológicas necesarias para mantener la competitividad en el exigente mercado del acero.
 El 18 de diciembre de 1997 se suscribió el contrato compra venta con el ganador de la licitación internacional: el Consorcio Amazonia, integrado por empresas Hylsa de México, Sideral de Argentina, Sivensa de Venezuela, Tamsa de México y Usiminas de Brasil, con un precio base de 1.550 millones de dólares. En 1998 la Sidor privatizada inició sus operaciones para alcanzar estándares de competitividad internacional en el mercado siderúrgico, heredando una producción  de acero líquido de 2882 Mtons en 1998 que después la elevó a 4307 Mtons en 2007.
 De este proceso se destaca -sin duda- los beneficios concedidos por el Estado democrático a los trabajadores, no solo por habérseles otorgado el 20% del total de las acciones sino también por el paquete de liquidación atractivo recibido para  salir de la factoría. Esta estrategia laboral facilitó la reducción de una nómina de 12 mil a 5.482 empleados.  Empero, no todo fue color de rosa para ellos durante todo este proceso, el gobierno no ha dejado de poner toda clase de muros en cada etapa. Primero, para lograr las firmas y recibir los títulos de propiedad. Segundo cobrar oportunamente los excedentes de caja trimestralmente, hubo una oportunidad que el presidente de CVG de turno utilizó ese dinero para otros fines.
 Con la restatización de Sidor en 2008 el gobierno recuperó la mayoría accionaria, procediendo a cancelar el monto total de la compra del 51 % de las acciones a los “capitalistas” argentinos, el cual hizo efectivo hasta el último dólar, incluyendo las moratorias de pago. En cambio la actitud asumida frente a los trabajadores accionistas clase “B” ha sido distinta, injusta e inhumana. El último trimestre de excedentes de caja generado por el consorcio antes de irse, el gobierno no los canceló, estimado a un valor de Bs. 25.000  (viejos) por acción. Tampoco ha querido reconocer el derecho de separación de la empresa de más de 8 mil accionistas por el cambio de misión de Sidor. Se les exige reconocimiento de la acción al mismo valor cancelado al consorcio “capitalista” argentino. En estos momentos está pendiente según lo informado por el ing. Pedro Acuña, representante genuino de los trabajadores accionistas, la presentación de un punto de cuenta del presidente de CVG a la Presidencia de la República para la aprobación de la compra de estas acciones con varias opciones de pago. Le toca ahora al nuevo jefe cevegista, el general Carlos Osorio honrar este paso administrativo, pues los anteriores se hicieron los locos.

Presidente del Ifedec, capítulo Bolívar              @renenunezr  

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