miércoles, 17 de julio de 2013

DESAFIO CIVIL Y DEMOCRÁTICO





 A veces me levanto frustrado por el país que tenemos, el no aprovechador con inteligencia del inmenso y variado potencial natural y humano que como nación siempre hemos tenido. Impotencia que se me  pasa rápido al entrar en razón cuando me viene a la memoria recuerdos de procesos históricos de otros pueblos que pasaron por situaciones  mucho más difíciles como conflictos bélicos mundiales y nacionales y luego se pusieron de acuerdo para superar las dificultades y los antagonismos internos y externos. Entendieron la necesidad de luchar por un solo país respetuoso de la diversidad de pensamientos y acciones, incluyente, participativo, garante de paz y de la convivencia social.
 Hoy Venezuela atraviesa -tal vez- por una de sus peores crisis política y económica de toda la historia republicana, con pronósticos delicados y extremos que de no actuarse con prontitud se corre el riesgo de caer en la ingobernabilidad  cuyas consecuencias sociales serían impredecibles ante la ausencia de un estado de derecho garante de equilibrio y de justicia. El gobierno de turno pareciera no darse por aludido.  Uno  serio ya hubiera convocado sin condiciones a todos los sectores representativos de la sociedad para conocer las diferencias que los separan y las coincidencias que los acercan en la búsqueda de las mejores soluciones. Está más interesado en resolver los problemas del mundo que los nacionales. Entretanto, se sigue dependiendo de una economía rentista. Mono productora. Importadora del 80% de bienes y productos alimenticios. Atiborrada de problemas de toda índole, a pesar de los extraordinarios ingresos recibidos por renta petrolera.
 Desde hace catorce años el régimen nos viene prometiendo el camino a la felicidad social, pero, los resultados muestran todo lo contrario. La pérdida de libertades y el incremento de la impunidad  agravan aún más el panorama del presente y del futuro de todos los venezolanos.  Para detener y superar este proceso de “involución”, se requiere de la sinceridad, de la decencia, de la disposición y de la voluntad de los dirigentes de las organizaciones: políticas, gremiales, sindicales, estudiantiles, sociales, religiosas, entre otras, para hacer del diálogo el mecanismo más idóneo en el diseño del proyecto país ideal, procurador y hacedor de condiciones de vida dignas sin distingo de ninguna naturaleza.
 Un compromiso nada fácil, pero posible y viable, si nos ponemos de acuerdo las mayorías nacionales, sobre la base de una democracia funcional, con derechos humanos y democráticos garantizados. Vuelvo a insistir lo dicho en la columna pasada, la necesidad de promover, de defender y de demostrar  las fortalezas de la democracia como sistema político, el más cercano a lo justo y a lo humano. Contrario a la autocracia o al autoritarismo.
 Los primeros que se deben convencer son nuestros dirigentes. Quienes deben dar ejemplo de rectitud, de tolerancia y de respeto mutuo. No se puede seguir hablando de democracia sino se hace ejercicio de ella. No se puede seguir hablando de transparencia  sino se es honesto. No se puede hablar de valores, principios morales y éticos cuando no se creen en ellos. No se puede hablar de unidad democrática cuando no se practica. Da tristeza la actual dispersión de criterios, de esfuerzos, de divisiones, como las consumadas la semana pasada por miembros importantes hasta hace poco de la MUD Caroní y que en las primarias no tuvieron respaldo popular, como los casos de Douglas Dago (ex secretario ejecutivo MUD) y Carlos Villasana (secretario ejecutivo adjunto MUD, Puerto Ordaz).
El irrespeto a los acuerdos, a los resultados de las primarias que favorecieron a Wilson Castro como candidato unitario de la MUD a la alcaldía del municipio Caroní, nos obliga de caras al futuro inmediato como sociedad a corregir y evitar se sigan repitiendo estos actos; comparto con Capriles cuando afirma  “aquellos que se lancen fuera de la MUD le hacen el juego al chavismo”.

Presidente del Ifedec, capítulo Bolívar              @renenunezr    

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