El 2012 que está
por irse en pocos días no satisfizo mis deseos como ciudadano creyente de la
prosperidad, de las libertades, de la diversidad del pensamiento y de la
acción, de la solidaridad inteligente y de la participación permanente para exigir
cambios en procura de una mayor y mejor calidad de vida integral individual y
colectiva. Descontento estoy por los resultados de gobernabilidad como los electorales
de este año.
El balance del gobierno quedó de nuevo en
rojo, a pesar de los inmensos e incuantificable (porque el gobierno no informa)
recursos recibidos
provenientes por venta petrolera (promedio anual de 95 dólar por barril), impuestos
(IVA y Seniat), préstamos nacionales y extranjeros; los cuales volvieron a
resultar insuficientes para ponerse al día con los compromisos laborales, reflotación
de las quebradas empresas estatales de Guayana, mejoramiento de la
infraestructura sanitaria, construcción de viviendas, recuperación y nueva construcción
de infraestructura vial, inversiones en materias: agroalimentaria, educación,
seguridad y programas sociales productivos en los sectores sociales mas
vulnerables. La inflación se mantuvo por enésima vez en dos dígitos, la
devaluación de la moneda continuó su carrera de deterioro de nuestro ya frágil
poder adquisitivo, desaparecieron
productos alimenticios y medicinales.
Por otro lado, se siguió adelante con el
proyecto socialismo comunismo del siglo XXI excluyendo en lo político, en lo económico,
en lo social a todos aquellos venezolanos y venezolanas no simpatizantes o
comulgantes del proceso totalitario en marcha.
En cuanto a lo electoral tuvimos
dos comicios, el de las presidenciales el 7-O y el de las regionales el 16-D,
ambos ganados por el oficialismo. Si uno lo
analiza desde el punto de vista lógico y racional tomando en cuenta la realidad
de país que tenemos y padecemos, no encontramos explicación alguna. La excusa de
la Oposición de atribuir a la abstención la última derrota no es válida porque
en las presidenciales participó el 80% de electores, y en la de gobernadores y
diputados regionales el 47%. Y ganó Chávez. Con resultados económicos y sociales inferiores a los del 98, excluyendo,
mintiendo, impidiendo la descentralización, restringiendo las libertades, afectando
la economía y propiedad privada, sin controlar la corrupción, la inseguridad, sin
estimular la producción de bienes y servicios nacionales, por el contrario siguió
con su política de importación que ronda
por los 50 mil millones de dólares.
Algo pasa a nivel de la Oposición. De su
dirigencia. Que después de 14 años no ha podido ganar una
elección a Chávez, cuya única fortaleza política sigue siendo su excepcional poder de
comunicación con las masas para transmitir esperanzas de un “futuro edén” sin
fecha de compromiso, y sin vergüenza alguna recordar de vez en cuando a sus
seguidores “No importan los apagones, la inseguridad, los huecos de las calles, no
tener que comer, ni vestirte, con tal de defender la revolución, la patria que
es él”
La Oposición en vez de buscar “chivos
expiatorios” para justificar las derrotas recibidas como las de este año, lo que tiene que hacer
es más bien revisarse en lo interno, reconocer sus errores y desaciertos para
no repetirlos de nuevo. Debe prepararse desde ya para un escenario sin Chávez
en la presidencia, muy probable por su evidente deterioro estado de salud; cualesquiera
sean las nuevas estrategias a ejecutarse, las mismas deben asumirse bajo el
compromiso ineludible e impostergable de la unidad de todos los factores
democráticos; pues Chávez sigue demostrando tener conexión afectiva con el
pueblo; y cuenta con un Estado complaciente con sus arbitrariedades. Feliz navidad.
No veremos de nuevo en enero 2013.
Internacionalista. @renenunezr
Ciertamente que 1) la oposición no ha calado lo suficiente en la población, además se pensaba que la mejor campaña era el pésimo gobierno, pero a la gente le gusta, 2) la gente aún no está preparada para el mensaje de la oposición, cosa que también creo que es cierta. Ya en tiempos de Aristóteles, él escribió en su Política, que las clases bajas sienten regocijo y alegría cuando ven caer a las altas. Este gobierno se alimenta de eso, y de un lenguaje religioso del líder para sus seguidores. Hay otra cosa, que noté cuando estuve medio metido en la campaña opositora: no son mucho mejores que los que gobiernan. Hay gente buena, claro, y no son mala sangre ni incompetentes, pero los mueve sus motivaciones personales, cero altruismo, solo quieren estar en la buena, no hay un sentido genuino de querer transformar, solo de hacer negocios cuando estén en el poder sus compinches. No todos, pero los suficientes. Esperemos que la mejor campaña rinda sus frutos: el pésimo gobierno y la vía totalitaria que se cierne sobre nosotros, despierten a la población dormida.
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