En las culturas menos
desarrolladas como la nuestra, la negociación para algunos políticos significa
entregarse, venderse al contario y no una oportunidad de solucionar conflictos.
Hay quienes creen en la violencia como la vía expedita para la solución.
En descarga en quienes no comparten
la negociación, sería injusto no reconocerles la desconfianza y pérdida de
credibilidad en sus liderazgos por sus conductas corrompidas. Sin embargo, hay
quienes si creen y son gentes honestas, las cuales habría que hacer como
sociedad un mayúsculo esfuerzo para encontrarlos y otorgarles poder y
delegación para que nos representen en un proceso de dialogo nacional. Sobre todo,
cuando el país atraviesa no solo por una crisis política e institucional muy
grave sino por una crisis humanitaria, que no puede seguir esperando por un
milagro del espíritu santo o de un organismo internacional que venga a resolver
nuestro problema nacional.
Vamos a negociar. La vida
de los venezolanos, su presente, su futuro vale más que cualquier otra cosa que
se intente justificar. Que los conflictos son difíciles de resolver cuando hay
antagonismos e intereses muy marcados y diferenciados, es verdad. Que la otra
parte es la gran responsable de la tragedia nacional y no quiere nada parecido
al dialogo, es verdad. Lo inaceptable es no intentarlo o provocarlo.
En el mundo civilizado,
todo se negocia. Negocian los trabajadores, los profesionales, los empresarios,
los comerciantes, los gremios, los estudiantes, los religiosos, los gobiernos,
los políticos, las ONG, etc. etc. ¿Saben por qué? No somos seres perfectos, ni iguales.
Ni nadie lo sabe todo. Tenemos pensamientos, conocimientos, intereses diversos
y distintos.
Los problemas tienen
opciones de soluciones y es allí cuando la política se hace presente, porque ella
es negociación. Se justifica logrando objetivos en contra de la oposición e
intereses de otros.
Las negociaciones pueden
parecer adversas, pero el proceso no tiene que dar un ganador y un perdedor a
juro. Permite abrir espacios que antes han estado cerrados como también
oportunidades que no existían. Cada vez más las negociaciones enfatizan la
colaboración, el consenso para asegurar que ambas partes estén entusiasmadas en
la búsqueda de una solución a los conflictos.
No hay otra forma de ver la
negociación como una conversación entre dos o varias personas que tienen
intereses encontrados. La clave radica en el entendimiento y convencimiento de
que la negociación es una colaboración, donde todos han de agregar valor,
porque el problema es común y resolverlo interesa a ambas partes.
Antes de ir a ella, se ha
de dar respuestas a estas preguntas: ¿cuáles son los intereses del régimen?
¿Qué es lo que realmente importa? ¿Qué crees que le importa más a la otra
parte? ¿Qué se necesitas para ir a una negociación? ¿Dónde se puedes ser
flexible? ¿Dónde no?
Otro tema fundamental por revisar
y valorar: la relación que ha de mantenerse durante el proceso. ¿Quiénes los
van a representar en la mesa de negociación?
¿Dónde? ¿Como? ¿Cuándo han de reunirse? Una vez iniciado el proceso de
negociación, todo lo que se transmita ha de ser muy serio respetando el tiempo
y los intereses de la otra parte. No
solo se está negociando un trato, se está construyendo una relación. Que ha de
partir del reconocimiento de que en el dialogo estarán con actores críticos,
antagónicos, e intolerantes. Esto parece obvio, pero a menudo pasa por alto.
Finalmente, el proceso de negociación
entre partes en conflictos, para nada es cómodo. Uno de los frecuentes errores
en los pocos intentos que la oposición y el gobierno de turno se han dado para
el dialogo, ha sido la premura de ambas partes de ir directamente a la fase de
negociación. Sin establecerse una relación de reconocimiento y respeto mutuo. Evitar
eso en el próximo intento, no como un compromiso sino como el cumplimiento de
la primera etapa, la construcción de la relación.
No es fácil resolver
conflictos, tampoco imposible. Un ejemplo reciente, digno de revisión y
análisis de lo acá sostenido, ha sido el encuentro de los gobiernos de los dos
coreas, sentados en una misma mesa construyendo una nueva relación que les permita
revisar sus diferencias históricas en política exterior y lograr acuerdos para
reducirlas. Estas semanas sendos gobiernos
anunciaron la renuncia a las amenazas de armas. Apertura progresiva de las
fronteras y sus economías. Ni Corea del Norte ha renunciado a su sistema
comunista opresor y explotador; ni Corea del Sur la de su sistema capitalista
y de libertades. Un avance para sus poblaciones estos primeros logros.
(Edición 1461). Internacionalista.
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