VENEZUELA somos todos. Suelen
afirmar con frecuencia muchos dirigentes oficialistas y opositores en sus
discursos políticos. Lo cierto que los hechos nos demuestran todo lo contrario.
Pues si amáramos todos a VENEZUELA, ambos bandos debieran comportarse, pensar y
hacer todo por todos los venezolanos con respeto y sin parcialidad alguna. Insisto,
el Estado, los gobiernos, los partidos y los líderes se deben a los ciudadanos
y no al revés como se ha pretendido hacer creer en los últimos tiempos.
Lo que si no hay dudas es la
de una sociedad venezolana políticamente dividida en tres segmentos: uno, el
representado por el gobierno con sus seguidores y defensores; dos, el dirigido
por la oposición como alternativa democrática de cambio para el
restablecimiento de la institucionalidad y la gobernabilidad; y tres, el
conformado por una ciudadanía mayoritaria que no está de acuerdo con la gestión
del gobierno revolucionario ni con la dirección, ejecución y comportamiento del
liderazgo opositor; razones que los ha llevado
en progresión a perder la fe en las instituciones, el liderazgo y las organizaciones
políticas. Una pérdida desde el punto de vista democrático muy peligrosa que
atenta contra el sistema de libertades.
Para las elecciones
presidenciales del 20 de mayo, el presidente Maduro ofreció al electorado lo que no cumplió en su
período de casi 6 años: meter la mano a la economía (destruida), declarar la
guerra y poner tras las rejas a delincuentes,
bachaqueros y corruptos.
Mientras la oposición, se
presentó otra vez fragmentada. Una porción llamó a no votar, bajo la premisa
(equivocada e inefectiva) de que la comunidad internacional no reconociendo las
elecciones facilitaría el cambio del statu quo “gobiernero”. La otra facción
disidente, optó por la participación aun sabiendo las condiciones, el
ventajismo, los abusos y las restricciones electorales del régimen. El
resultado como era previsible, favoreció nuevamente al oficialismo para un
período más con dominio casi absoluto a nivel nacional, regional y municipal.
Entretanto, el problema existencial y
humanitario poblacional seguirá agravándose si no se antepone los intereses del
pueblo en general a los de la revolución y a los intereses personales y grupales de algunos
opositores. Una coalición de organizaciones partidistas con estrategias y
visiones diferentes y antagónicas.
Nunca habíamos tenido un
gobierno tan malo e inhumano como el actual. Pero tampoco como esta oposición: desarticulada,
sin dirección y estrategias unitarias. “El único modo de resolver los problemas
es conociéndolos, saber que existen. El simplismo los cancela y, así, los
agrava”. Giovanni Sartori. (Edición 1449).
@renenunez51 Instagram renejesusnuñezrodriguez elportachueloderene.blogspot.com
Pueden oírme en “Dialéctica”, lunes a
viernes, 8 a 9 am por News 105.3 FM
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