El título de esta semana,
un tema muy complejo, controversial y sensible, tomando en cuenta los dogmas y
posturas de quienes lo han utilizado como un instrumento de justificación
ideológica para ofrecer a los pueblos un “futuro edén” que nunca llegó ni llegará por
lo inviable, injusto e inhumano.
A la luz de la historia
muchos pueblos cuando se dieron de cuenta del vil engaño, cambiaron de parecer
y evitaron perecer en el proceso de masificacion popular de que fueron
sometidos por mucho tiempo por sus regímenes autoritarios.
La masificacion conlleva
una dinámica social de despersonalización, donde el habitante deja de ser, deja
de pensar y deja de hacer lo que le corresponde como ser humano libre y con
raciocinio para convertirse en uno más del montón, la llamada “masa popular”.
La miseria de los pueblos como pueblos.
El trato desigual, excluyente y la explotación de la dignidad humana por los sistemas de facto, hizo
que muchos pueblos enajenados tomaran conciencia de su miseria y sometimiento
para rebelarse y encarar una lucha en pro del logro de un derecho humano fundamental
existencial como es el de la Justicia Humana, garantes de libertad, vida y seguridad.
Después del fracaso del
comunismo en el siglo pasado, el concepto y lucha de la Justicia Social adquiere
otra dimensión orientada a la conquista del mejoramiento y perfeccionamiento
del ser humano con la facilitación y “ayuda inteligente” de un Estado, dedicado
fundamentalmente a crear y garantizar capacidades y oportunidades de manera
sostenible y segura, a todos por igual.
No obstante la evolución
positiva y constructiva de la justicia, en el mundo todavía existen algunos
rezagos ideológicos del Estado despótico, centralizado, controlador de todo y “dadivoso. Una ayuda matizada de ideología,
que se presenta como carente de sentido económico, pero que en el fondo el
sacrificio y pago es la pérdida de la independencia política como la económica.
En otras palabras, la “ayuda” transformada
en sujeción ciudadana, estimulada por la perversa “lucha de clases”.
El capital y el patrono, siguen
siendo para ellos los culpables de la miseria de los pueblos; por tanto, ir
contra ellos, una lucha de supervivencia social ineludible y necesaria para
lograr la supuesta igualdad y justicia social.
En el mundo de hoy, por el
contrario, la tendencia política de la justicia es la de reconocer y valorar la
organización de las comunidades como fuentes de sustentación social. Una toma
de conciencia clara, respetada y aceptada de sus deberes, derechos y roles de
sus actores protagónicos. Donde la empresa es lo que es, el trabajador obtiene salario, beneficios decentes y el patrono el
fruto de su inversión y dirección.
Resumiendo, la equidad
social es valorada como una riqueza infinita, siempre y cuando haya conciencia
de respeto al derecho ajeno, la libertad, la propiedad y vida de los
ciudadanos. No hay otra manera de estar hablando de paz, si la paz no es capaz
de garantizar prosperidad, seguridad y bienestar de todo ciudadano y de todos
los ciudadanos de un país.
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nuñezrodriguezrenejesus
elportachueloderene.blogspot.com (edición 1434)
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