Cada día nuestra situación
país se agrava en todos los órdenes de la sociedad. El régimen, que ya lleva
casi 20 años en el poder, insiste tercamente en privilegiar los intereses de su
revolución que los de la república. Intereses qué en la práctica se reducen en mantenerse
en el poder sin importar el daño estructural y de empobrecimiento que viene produciendo
a la institucionalidad y a la población en general.
La oposición, por su parte,
se encuentra en un laberinto de contradicciones, incoherencias, equivocaciones
y desaciertos; cada vez más distanciada del rol unitario y protagónico que le
corresponde asumir frente a un gobierno con características claras y evidentes autoritarias;
del cual, no se puede esperar bien común social y democrático.
Inexplicable, como la
victoria contundente lograda por la Oposición en 2015 con ocasión de las
elecciones parlamentarias (AN), se haya esfumado en menos de dos años. Justo
cuando los venezolanos se encuentran sometidos a las peores condiciones económicas
y sociales de toda la historia democrática.
No se necesita ser tan
experimentado en esto de la política, para predecir el comportamiento y las acciones del gobierno
en materia electoral. Hace dos años, el régimen no estaba interesado en convocar
elecciones menos facilitar consultas algunas, porque las perdía todas. Por eso
se opuso y negó en el 2016 el referendo solicitado por la oposición y las
elecciones a gobernadores que legalmente correspondían realizar. El año pasado,
cambiaron de parecer y convocaron las de gobernadores y alcaldes, conscientes
de la división interna de la MUD, y del uso desproporcionado, como ha sido
costumbre, de los recursos humanos, financieros y mediáticos del Estado.
Estratégicamente potenciaron la abstención, lo que les permitió dos grandes
victorias en sendos comicios.
Para este 2018, ni cortos
ni perezosos y fiados de que en la MUD se ha profundizado la desunión y
división, la ANC ha adelantado la convocatoria de las elecciones presidenciales
para finales de abril, fuera de lapso legal establecido y sin pertenecer la
responsabilidad de hacerlo, pues es al CNE quien le corresponde convocarlo. Para ellos, la
batalla política más importante y decisiva, donde se la jugarán con todo. Tienen
mucho que perder.
Este adelanto, no cabe
duda, pone contra la pared a la MUD, en dos meses está obligada a resolver tres
grandes y complicados escollos: el primero, tomar la decisión de participar o
no. El segundo, lograr por consenso una candidatura única capaz de entusiasmar
y esperanzar a los ciudadanos de que unidos y masivamente solo pueden superar al
gobierno que los empobrece. Tercero, explicar claramente al electorado
insatisfecho y descontento de ambos bandos, de la conveniencia ineludible impostergable de salir a votar para acabar
con la exclusión, la inflación, el desabastecimiento, la desigualdad social,
los atropellos a los derechos del ciudadano, el enriquecimiento ilícito, la
impunidad, y un Poder Judicial sometido al capricho de unos pocos, en perjuicio
de la gran mayoría. Amanecerá y veremos.
@renenunez51 Instagram
nuñezrodriguezrenejesus
elportachueloderene.blogspot.com (edición 1430)
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