Nuestra democracia política
está llena de avatares y debilidades que se originan tanto en el interior de la
sociedad como en el Estado mismo. La desconfianza hacia la política, a las instituciones
y a la dirigencia; sin duda, afecta la democracia, el progreso y desarrollo
humano integral.
La gobernabilidad se
percibe poco entre los ciudadanos por la crisis fiscal, la no separación de
poderes, la incapacidad administrativa para satisfacer las necesidades básicas
de la población, la corrupción, el desapego a normas y valores, a la escasa
eficiencia y transparencia en la gestión pública.
El Estado sobrecargado de ofertas
y demandas que no está en capacidad de satisfacer en tiempo y forma, ha venido
incrementando el nivel de frustración y
agresividad popular. Todo complicado por un gobierno central que insiste en
seguir adelante con un modelo político-económico que ignora, desatiende y
desestimula el mercado y la democracia, en detrimento de las competencias y la
cooperación; dos cualidades inherentes a la naturaleza humano-social.
Tomando en cuenta los
resultados económicos y sociales, como nación vamos en reversa en materia de
reducción de la pobreza. El porcentaje de familias en situación de indigencia saltó
de 23,1% en 2015, a 30,26% en 2016; en tanto, el de pobreza extrema pasó de
49,9% a 51,51.
Países cerrados al comercio
exterior hace 30 años como China y la India, desde 1981 han sacado a más de 500
millones de personas de la extrema pobreza y todo por abrirse a los mercados.
El PIB de Venezuela se ha
contraído un 5,7% representando la grave crisis económica que atraviesa el
país. Aparecemos en unos rankings en el mundo, como uno de los más inseguros, con
una mortalidad de 70 víctimas por 100.000 habitantes, con menos transparencia
en la gestión pública, con mayores violaciones de derechos humanos y
democráticos. En resumen, se ha sufrido un franco retroceso en todos los
indicadores sociales y calidad de vida (Informe de Desarrollo Humano 2016 de la
ONU).
Ahora bien, como sociedad,
no hay muestra de una voluntad política férrea para buscar una salida-país
consensuada y corregir los desequilibrios institucionales, políticos,
económicos y sociales que evite una mayor catástrofe de la que ya se vive. Las
generaciones venideras, sino actuamos ya, nos señalarán a todos como
responsables de dejarle un futuro incierto, reducido, comprometido y
desordenado.
Para ello, imprescindible
admitir que seguimos formando parte de una cultura donde la ética, el trabajo,
la inversión, los valores y principios democráticos y humanos, el respeto
recíproco, el reconocimiento del mérito y la excelencia, no dominan el
comportamiento ciudadano. A nivel de dirigentes priva una lucha política orientada
fundamentalmente a la conquista de un estatus, del poder, de prebendas. Mientras
la prosperidad, la seguridad y el bienestar sigue en lista de espera.
@renenunez51 elportachueloderene.blogspot.com (edición 1414).
Los Miércoles de 7 a 8 pm,
pueden oírnos y vernos en “3 Visiones, 1 Objetivo País” por News105.3fm (www.news1053fm.com
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