martes, 22 de agosto de 2017

¿Fuerza o Violencia?

    

En estos tiempos de confusión “país”, la apuesta a la salida de la crisis no debe ser otra que la de orientar los esfuerzos a la construcción de un diálogo fecundo, con orden, valores, disciplina, trabajo, respeto a las libertades y al derecho ajeno y humano. No hay otra forma civilizada para alcanzarla y garantizar la paz.

En la Venezuela de hoy, hemos visto como un fenómeno asocial e inhumano como la violencia, viene progresivamente formando parte de la Siquis del venezolano. Las muertes por violencia en Venezuela no son simples estadísticas, la cifra ha oscilado entre 11 mil y casi 25 mil venezolanos muertos por año. 79 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

Para abordar el tema, debo precisar y diferenciar conceptualmente la violencia de la fuerza. La fuerza  se entiende como el conjunto  de medios y procedimientos: físicos, sicológicos, económicos, etc., de lo que se vale el derecho para obligar coactivamente al cumplimiento de la norma. En cambio, la violencia supone el uso ilegítimo de la fuerza; o sea el uso indiscriminado de la fuerza; sin respeto alguno por los principios éticos y humanos.

Los propagadores y ejecutores de la violencia suelen divinizarla y hasta, le rinden un culto  cuasi religioso. Los violentos de la política parten de la premisa que para hacer justicia, se requiere de la violencia; ignorando que su práctica lo que genera es  más terror e injusticia.

 No cabe duda, un fenómeno social complejo con causas y efectos  múltiples y distintos. La sociedad venezolana debe hacer un alto en el análisis de lo cotidiano, para evaluar y valorar los factores que por “x” o “y” razones están haciendo de los venezolanos más violentos como nunca. Hagamos un ejercicio autocritico, dando respuestas, entre otras, a estas incógnitas:

El económico y social: ¿Se han dado respuestas serias y viables para atacar las desigualdades sociales? ¿Se han corregido los desequilibrios  de las variables económicas?

En lo político: ¿Ha existido voluntad para garantizar la autonomía e independencia de los poderes públicos en democracia? ¿Ha existido voluntad para erradicar la personalización, la partidización e ideologización de la gestión pública? ¿Ha existido voluntad para la planificación de un desarrollo nacional, regional y municipal a corto, a mediano y a largo plazo,  donde el Estado no mantenga a los ciudadanos sino la existencia de un Estado fuerte mantenido por los ciudadanos? ¿Ha existido voluntad para erradicar todo vestigio de autoritarismo, vicios y corruptelas?

En lo Ético: ¿Hay voluntad política para hacer de la ética un principio de gestión pública generalizada? ¿Hay voluntad política para encarar y sancionar la corrupción, el tráfico de drogas, el aumento de la criminalidad, y la liberación de pulsiones primaras los que, a su vez, se convierten en agentes de contaminación?

La lucha contra la violencia no es sólo, un hecho jurídico sino también político, económico, social, cultural y ético. Esa tarea es de todos. Supone claro, un acción individual y colectiva, de Estado, sin duda, un nuevo orden nacional que privilegie el bien común, inspirado en la justicia y el desarrollo humano.

@renenunez51   elportachueloderene.blogspot.com (edición 1412).
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