Se
observan dos países dentro de uno, ambos negados a reconocerse y a unir
esfuerzos en la procura de soluciones a la crisis estructural y multifactorial
que padecemos los ciudadanos de esta nación; cuyos principales responsables, no
cabe duda, son los que vienen dirigiendo
nuestros destinos desde hace 17 años.
Uno, el
mayoritario, el más afectado, conformado por casi la totalidad de la población,
el que a diario hace milagros para sobrevivir a las miserables condiciones de desabastecimiento de alimentos y medicinas
a los cuales los han conminado los supuestos luchadores, protectores y defensores
del pueblo. Una tragedia familiar sentida por sus integrantes, desde que se
levantan hasta que se acuestan. Todos los días salen a buscar los alimentos básicos necesarios para cubrir
las vitaminas y las calorías que demandan
sus sistemas orgánicos; las medicinas de control de sus enfermedades; corriendo
el riesgo de que no sean atracados o abusados por los malandrines de la calle
que operan y actúan a sus libres albedríos. Unos venezolanos angustiados e
impotentes que sienten como la esperanza de sus vidas se reducen
exponencialmente ante la ignominia y sordera de unos poderes públicos sumisos e
irresponsables.
El otro, el
país pequeñito, representando por los que gobiernan y por los que aspiran a
serlo, concentrados en una lucha donde el debate se reduce fundamentalmente al
poder y al relevo de gobiernos.
Entretanto,
casi 30 millones de venezolanos se impacientan porque los acuerdos no se
materializan en la solución de la conflictividad de poderes menos en la
estrategia cómo van a atacar los desequilibrios económicos y sociales causantes
de la desnutrición, hambruna y pérdidas humanas.
No nos
oponemos a la necesidad estratégica de exigencia de cambio de gobierno y del modelo
centralista y autoritario; lo inaceptable e inhumano es tratar de hacer
prevalecer lo político sobre lo económico en las condiciones en que se
encuentran las comunidades.
Sí bien
lo político es parte de la solución de la crisis país, no es menos importante resolver
lo económico como prioridad, al cual hay que atender con carácter de
emergencia, antes que la crisis los desborde y superen en la conducción y
control de la misma. Las encuestas
vienen reflejando lo que ellos no quieren reconocer y valorar, y es que la
inmensa mayoría de nacionales se están desencantados
progresivamente de los partidos, de los dirigentes y, lo más grave, de las
instituciones.
No se trata
de un juego de apuestas a vencedores o
perdedores. De lo que se trata es de la defensa y protección de los sagrados derechos a la vida, a la nutrición y alimentación, a la
seguridad de las familias sin distingo o preferencia alguna.
“Qué tu alimento sea la medicina y que tu
medicina sea tu alimento” Hipócrates.
. Presidente
Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez51 elportachueloderene.blogspot.com
A los
domingos, 8 a 9 am, en ONDA GLOBAL por www.onda973fm.com
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