domingo, 12 de junio de 2016

Lo que necesitamos, deseamos y merecemos en democracia…


                                      
         
En estos últimos 15 años, se ha pretendido imponer a la sociedad venezolana desde el poder central, una moral y una ética distintas a las que los venezolanos han venido compartiendo y transmitiendo de generación en generación en libertad.
Toda sociedad tiene necesidades, sentimientos y aspiraciones naturales. El Estado democrático está obligado a dar respuestas eficientes y transparentes de manera oportuna, a través de políticas públicas compartidas. Es su deber ser. Apegado a valores y principios.
Es por ello que  se hace imperativo en la Venezuela de hoy, recuperar los nuestros, perdidos, para reencontrarnos como sociedad bolivariana y liberar la moral y ética democrática secuestrada por tanto tiempo. A ese secuestro, se atribuye en gran parte la causa de la crisis humanitaria que padecemos. Donde la cultura de la violencia y de la muerte ha sobrepasado a la cultura de la paz y de la vida.
Los venezolanos hasta hace poco nos caracterizábamos por lo pacífico, espiritual, creyentes de un Dios y de una Virgen, con alegría, gozo y felicidad. Nuestras falencias nunca fueron obstáculos en la cimentación del proceso de autonomía individual de carácter humanista que nos permitía relacionarnos de modo tolerante y solidario con los demás. Reconociendo y respetando las diferencias ideológicas, partidistas, sociales y religiosas.
Ese entonces, se complementaba paulatinamente al ser con el saber, en lo intelectual,  lo físico y lo espiritual. Éramos una  sola nación con una sola historia común. Impregnada de ternura, comprensión, amor y perdón.
Hoy desafortunadamente no somos los mismos de antes. Nos encontramos divididos y resentidos. No nos reconocemos. No nos respetamos. Menos, nos entendemos y comprendemos.  
Ese  amor, ese sentimiento y ese afecto hacia la persona o cosa a la que se le deseaban todo lo bueno, se redujo considerablemente. Por el contrario, se potenció la enemistad y los conflictos entre vecinos, hermanos, familias, organizaciones, gremios, grupos sociales, etc...
La libertad que teníamos para actuar o no actuar siguiendo nuestro criterio y voluntad, no las han ido conculcando progresivamente su disfrute, incluyendo la permitida dentro de las leyes y la constitución.
Nada más inhumano que las injusticias. Peor, cuando el sistema creado para establecer e imponer justicia, como el nuestro, se apartó del equilibrio, de la verdad, de lo que se debe hacer de acuerdo a lo razonable, lo equitativo o lo indicado por el derecho. Dejando desamparado y desprotegido a ciudadanos en la defensa de sus elementales derechos humanos y democráticos, su libertad e imperio de la ley.
Morirse de hambre o por falta de un medicamento, una tragedia que jamás las familias venezolanas la habían vivido como ahora. Hartos de no ser oídos ni respondidos en sus quejas y reclamos, explican el por qué en casi todo el territorio los vecinos se han vuelto reactivos con protestas a todo nivel y de toda naturaleza. Reclamando a las autoridades soluciones concretas, cambios necesarios para superar las dificultades y las desigualdades sociales.
Son en los momentos difíciles y catastróficos cuando los pueblos se apoyan en sus mujeres y hombres inteligentes, talentosos e íntegros para orientar el esfuerzo de la resistencia y la lucha iluminada de buenos y sinceros propósitos de bien común.
El amor, la vida, la generosidad, la libertad y la justicia, son los valores y principios en que han de apoyarse los dirigentes buenos en la exigente tarea del rescate de la confianza, la credibilidad y la esperanza. Esta equivocación histórica que nos ha dejado mucho atraso, dolor y sufrimiento, ha de ser convertida en una oportunidad para saldar el compromiso pendiente de transformación del país en progreso y desarrollo humano. No importa si el camino requiere de más tiempo y sacrificios con tal de disfrutar lo que está al final: la prosperidad y el bienestar social para todos.

Presidente del Ifedec Capítulo Bolívar
@renenunez51                      
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM

1 comentario:

  1. Muy de acuerdo contigo, René. Se nos acaba el país que conocimos. Pero Dios es muy grande y ya veremos resurgir esta patria de sus cenizas. Hay todavía mucha gente valiosa como tu para ayudarnos a sacarla adelante.

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