Desde finales del siglo pasado, la mayoría de los grandes
conflictos políticos de poder en el mundo, fueron resueltos a través de la negociación, un proceso de
comunicación donde las partes involucradas logran alcanzar una solución
consensuada a la beligerancia que los mantenía separados y enfrentados.
En toda sociedad democrática
existen problemas y posiciones políticas encontradas. La conflictividad será
alta o baja dependiendo fundamentalmente
de la eficiencia y transparencia de las políticas públicas aplicadas por los
gobernantes; así como del grado de credibilidad, respeto y confianza que
inspiren a los ciudadanos sus instituciones.
Aunque lo niegue el gobierno
nacional, Venezuela se encuentra a la vuelta de la esquina ante una crisis
humanitaria de proporciones gigantesca; cuya solución pasa por una
rectificación inmediata del modelo político-económico y de un diálogo sincero y
decoroso con todos los actores políticos, económicos y sociales del país. O
dejar que el pueblo se exprese en el revocatorio.
La primera responsabilidad de un
gobierno es la de armonizar los variados y complejos intereses de todos los
sectores para direccionarlo en favor del plan de desarrollo nacional. Responsabilidad
que se ha dejado de cumplir en los últimos años. A cambio, se ha potenciado la corrupción,
la conflictividad entre poderes, las violaciones de derechos humanos, el
desconocimiento de normas y procesos democráticos, control de las libertades, y
desconocimiento del imperio de la ley que caracteriza a toda república que se
precie democrática. Problemas inocultables y prioritarios que requieren con
urgencia sean tratados en una mesa de diálogo nacional con mediación
internacional; antes que sea tarde y la
anarquía termine de apoderarse de una nación que hasta hace poco, con sus
problemas y desencuentros, se caracterizaba por lo pacífica en el tratamiento
de sus conflictos.
Unos son partidarios de la solución
con apoyo internacional; otros, con los nacionales. Ambas opciones son válidas y obligatorias dada
la complejidad y la marcada polarización política.
Por ello, celebro la mediación del
expresidente José Luis Rodríguez Zapatero quién la semana pasado logró apertura
de un proceso de diálogo en Santo Domingo, en compañía de los expresidentes
Martin Torrijos y Leonel Fernández; recibiendo y oyendo por separado a los representantes
del gobierno y de la oposición. Este primer paso, cómo era de esperarse,
produjo muchas reacciones en su contra tanto de un sector como del otro; quizás
presionados por la tensa situación social y política que se vive y la
impotencia y desconfianza que se le tiene al régimen de turno (82%).
No será fácil, pero posible, lograr
hacer entender y comprender los beneficios de este mecanismo en marcha. Cuando
se negocia uno no se enfrenta a personas si no que se enfrenta a problemas, la clara
comunicación de nuestros intereses ayudará a establecer lazos de confianza en
la búsqueda de un punto de equilibrio.
En nuestro país no hay experiencia de
diálogo de esta severidad. No obstante, en otros pueblos hermanos
latinoamericanos sí con resultados favorables y exitosos como los de: Chile
(Pinochet), Argentina (peronismo) y México (PRI). En estos momentos, Colombia avanza
en su proceso de paz ante las guerrillas, después de más de 50 años de guerra
civil. Cada una de estas experiencias con sus particularidades pero todas sobre
la base del diálogo.
Si la negociación política es
exitosa, se llega a un acuerdo. Puede darse que una parte gane y la otra
pierda. O ambas compartan el beneficio. El éxito de la negociación dependerá de
la demostración de la fuerza de la razón, la veracidad de los hechos pero sobre
todo la supremacía de los intereses de la república y de los ciudadanos a quienes
se deben los gobernantes.
“Si me ponen a escoger entre la
libertad y la justicia me quedo con la libertad para seguir luchando por la
justicia”, Eduardo Frei.
Presidente del Ifedec Capítulo
Bolívar
@renenunez51
Los domingos, 8 a 9 am, en
Onda Global por Onda 97.3 F
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