El régimen instaurado en 1999 por
voluntad de los grupos mayoritarios del país, se encuentra en este momento
bloqueado en su propia red de contradicciones, desencuentros y abusos. Los intereses
encontrados dentro del gobierno y los de sus propios partidos aliados, no permiten
el orden ni la gobernabilidad nacional; en perjuicio de una toma de decisiones acertadas
y correctas requeridas para solucionar la grave crisis que atravesamos a todo
nivel.
El gobierno chavista madurista ya
no cuenta con el apoyo del pueblo. La calle ya no le pertenece ni la pueden controlar
cómo antes. El proletariado se cansó de
esperar que le hicieran realidad el “futuro edén” prometido que nunca llegó. Han reconocido la desmejora de sus
condiciones y calidad de vida. Por ello, el 6D se les volteó y votaron a favor
de una mayoría absoluta opositora en la Asamblea Nacional (AN).
Llegó abril y el gobierno sigue sin
cambiar su actitud y conducta obcecada, aferrada al poder a costa de lo que
sea cómo si le perteneciera, por legado, de por vida. Insiste irse por el atajo
de la conflictividad de poderes, utilizando las salas: electoral y
constitucional del TSJ para deslegitimar
todas las leyes enviadas por el parlamento para el respectivo “ejecútese”. Muchas
de esas leyes aprobadas benefician al ciudadano común; otras pretenden rescatar
la gobernabilidad y restablecer la normalidad constitucional en algunas
materias.
Entretanto, propicia la reflexión
autocrítica para los ciudadanos, independientemente de su estatus social.
Estamos obligados a revisarnos todos y cambiar con premura. Se impone un cambio
cultural profundo pero de avance y transformación. Sin dilación, hemos de iniciar
e intensificar una cruzada en defensa de la educación y la ética como un
compromiso colectivo de vida societaria digna. Vayámonos preparando para no aceptar
reediciones de malas y perversas praxis en el futuro. Hemos de comprometernos
para el poder con los mejores y decentes. No más equivocaciones y desaciertos.
No se puede seguir estimulando ni encubriendo
una cultura política de adulancia, de prebendas,
de facilismo, de dependencia, de solidaridad incondicional, de caudillo o figura
mesiánica. Dejemos de agradecer a
dirigentes y gobiernos de lo que hacen desde su mandato o poder como si el partido
o el Estado fuera una hacienda de su
propiedad. Ellos son nuestros representantes. Su trabajo público es remunerado
como cualquier otro, por el cual se debe rendir cuentas, cumplir con los
compromisos presupuestarios aprobados con eficiencia y transparencia. Ya basta la confusión de los intereses
públicos con los privados. Denunciémoslo.
¿Cuándo vamos a darnos cuenta como
ciudadanos de nuestra omisión, ignorancia y negligencia en el cumplimiento de
nuestras responsabilidades? ¿Por qué no terminamos de entender que el gobierno
nacional, regional o municipal están allí por nosotros por un período
determinado con un objetivo muy claro: garantizar servicios públicos suficientes
en oportunidad, calidad y a satisfacción ciudadana? El bien común.
La inteligencia requerida de ellos
es que permita a todos los ciudadanos a conocer
los fines de la vida social, desearlos y aceptarlos. La de lograr la armonización
de los más variados y distintos intereses de los grupos sociales que integra una
sociedad; poniéndolos de acuerdo con el plan de desarrollo humano en procura de
prosperidad, seguridad y bienestar social, para todos.
No para perpetuarse al poder cómo
pareciera insinuar con sus arengas y discursos diarios en cadena quien está al
frente de la jefatura del estado. No señores, aquí el único que goza del derecho
de la perpetuidad social es la sociedad venezolana, y esa sociedad somos todos.
Presidente del Ifedec Capítulo Bolívar
@renenunez51
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM
No hay comentarios:
Publicar un comentario