La semana iniciada el pasado
domingo con la bendición de las palmas y que termina con el próximo con la resurrección,
los cristianos de este planeta la celebramos completa como la temporada de la
pascua con una serie de eventos de convicciones de fe en Dios, nuestro Ser
Supremo; quién envió a su hijo Jesús al mundo para redimir al ser humano de sus
pecados.
Según la escrituras del santo
evangelio, Jesús murió en una cruz como sacrificio para tomar el lugar del
pecado. La Biblia nos recuerda la entrada triunfante de Jesús a Jerusalén un
domingo; día que sus enemigos lo esperaban para acusarlos de blasfemia. Los
malhechores y fariseos materializaron el jueves de esa semana sus intenciones al
apresarlo y llevarlo a un sitio donde después lo juzgaron y condenaron a
muerte, a pesar de su inocencia.
El viernes fue crucificado en una
cruz, luego sepultado en una tumba. Al tercer día, en presencia de cientos de
personas como testigos excepcionales, resucitó, según las escrituras.
Estudiar la vida y obra de Jesús, en
una época caracterizada por el imperio absoluto de la barbarie y el salvajismo
humano, marca sin duda la historia de la humanidad antes y después de Cristo
revivido. Una misión humana divina, pendiente de reconocimiento generalizado
por la civilización. Una tarea en mora para terminar con las indeclinables contradicciones,
intereses y ambiciones de los que dominan pueblos sin librarlos de las
injusticias y sus sagrados derechos humanos a vivir en paz en igualdad de
condiciones y oportunidades.
Son muchos los líderes en el mundo
escudados en la palabra y ejecutorias de Jesús, al lado de los más necesitados,
desposeídos, excluidos; pero que en la práctica operan en sentido contrario;
convirtiendo el poder como medio y fin, para servirse asimismo.
Decía el Papa Francisco en su
última visita a México que con el demonio no se puede dialogar en su nivel, la
única manera de encararlo y contrarrestar su cultura de la muerte era llevando
a todas partes la palabra de Dios.
El perdón y la reconciliación son
elementos de naturaleza humana; no existe otro diálogo pacífico más idóneo y
humano para lograrlo. No implica dejar de reconocer y castigar a los hacedores
de mal y destructores de bien común.
Desde su llegada al Vaticano,
Francisco viene haciendo ejercicio permanente auto critico de los abusos que se
han venido cometiendo en la iglesia católica, como debe ser. Los cristianos debemos
hacer el nuestro; convencido de que el cambio comienza primero por uno, revisándonos,
reconociendo debilidades y fortalezas, ¿Cuánto
nos hemos desviado de principios morales, éticos y cristianos, de las normas de
convivencia social y humana? Rezar oraciones no es suficiente sino van
acompañadas de la caridad.
La semana santa, se nos presenta a
los católicos otra oportunidad propicia para provocar ese reencuentro con el
ser interior espiritual que llevamos
todos por dentro y sacarlo a flote para afianzar la cultura de la vida humana.
Presidente del Ifedec Capítulo Bolívar @renenunez51
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM
No hay comentarios:
Publicar un comentario