El 19 de abril de 1810 se inicia el
movimiento autonomista por parte del Cabildo de Caracas, que si bien declaraba
la fidelidad al rey Fernando VII; no es menos cierto fue la chispa que obligó
al capitán general Vicente Emparan a
renunciar al mando colonial y delegando la autoridad suprema al
ayuntamiento. Emparan lo hizo ante el descontento progresivo del pueblo y la
conveniencia de garantizarle su tranquilidad en un momento de desinformación y
confusión alrededor de la vigencia de la monarquía española. Lo importante de esta
capitulación fue el impacto que produjo en las
provincias, provocando meses después la
ruptura definitiva con el nexo colonial español.
El 5 de julio de 1811 se firmó el
Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela, un documento donde
representantes de siete de las diez provincias pertenecientes a la Capitanía
General de Venezuela, declararon su independencia de la Corona de España; en
consecuencia, la génesis de una nueva nación basada en principios republicanos
y federales, aboliendo para siempre la Monarquía bajo los valores de la
igualdad de los individuos, la prohibición de la censura y la libertad de
expresión.
Venezuela con su emancipación adquirió
la libertad, la protestad o la soberanía para tomar decisiones y determinar su
propio destino. Destino nada fácil. Los desencuentros, conflictos y gobiernos caudillistas
estuvieron presentes, desde entonces, hasta
más allá de la mitad del siglo pasado.
El 23 de enero 1958, un movimiento
cívico militar logra el derrocamiento y la huida a Santo Domingo del dictador Marcos Pérez Jiménez; caída que -sin
duda- facilitó las condiciones y los espacios para el nacimiento de la
democracia venezolana, bajo los principios de la lucha por la libertad y el
bienestar colectivos.
Con la firma del Pacto de Punto
Fijo por AD, COPEI y URD y la aprobación de la Constitución Nacional de 1961, se
consolida el incipiente proceso democrático; el cual, hoy en día, se encuentra amenazado
al no existir separación de poderes, respeto
a las libertades, a las normas constitucionales, a los derechos democráticos y
humanos.
Karl Marx consideraba que se podía
obtener la emancipación social cuando los pueblos se liberaran de las
relaciones de dominación a que obligaba el sistema capitalista. Si la aplicamos
a esta Venezuela de estos tiempos, supuestamente socialista, nos encontramos
con una relación de dominación similar o peor, controladora de voluntades, libertades y soberanía ciudadana.
Los cincos principios en que se
basa y opera una democracia funcional y decente, se ha dejado de cumplir
progresivamente en los últimos 11 años. Ellos son: el libre ejercicio de las
libertades, el de la igualdad en el trato ante la norma o ley, el del respeto a
la diversidad de pensamientos, el de la solidaridad y el de la participación de todos los sectores
y ciudadanos en el quehacer de país. La exclusión política, económica y social
de ciudadanos por pensar diferente, notoria y preocupante.
Lo más grave de todo, se está ante
una descomunal e incontrolable crisis institucional, política, económica y
social, donde la población en un 70% se le ha reducido sensiblemente las
posibilidades de oportunidades y esperanzas de una vida mejor, sana, segura y
duradera. El poder ejecutivo, responsable principal de la crisis, se niega a dar su
brazo a torcer, no busca ni está interesado en un diálogo fecundo y sincero
para superarla.
Hoy más que nunca la mayoría de los
venezolanos invocamos los espíritus liberales y de unión que caracterizaron el
19 de abril de 1810, el 5 de julio de 1811, el 23 de enero 1958, el Pacto Punto
Fijo, la aprobación de las constituciones del 61 y 99, para volvernos emancipar
y construir lo destruido, recuperar lo perdido, aprovechar lo desaprovechado sin
mezquindad, egoísmo, y farsas ilusiones de paradigmas fracasados.
Presidente del Ifedec Capítulo Bolívar @renenunez51
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM
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