Pareciera ya una costumbre ver como
organizaciones y dirigentes políticos de algunas naciones latinoamericanas, apenas
alcanzan el poder, comienzan a divorciarse progresivamente de las propuestas y los
compromisos adquiridos con sus electores durante la campaña electoral. Otros,
más osados, de normas o leyes.
Pasan muchos de ellos por el gobierno pero el
gobierno no pasa por ellos. Conscientes de la temporalidad del mandato, muchos arriban
con el objetivo malsano de servirse asimismo y no servir a la gente que los
eligió con una sola y clara misión: mejorar y perfeccionar un sistema de protección
social sostenible, de calidad, con equidad garantizada. Sin corrupción. Dónde las prioridades sean la educación,
la salud, el trabajo decente y la vivienda.
Un gobierno democrático bien intencionado y
digno, lo primero que hace al llegar al poder es formar un equipo de primera
con los mejores y probos técnicos y
profesionales con que cuenta el país en las distintas áreas funcionales del
Estado.
Para tener un país de primera, se necesita un
gobierno de primera. Más aún en el mundo de hoy en que vivimos, exigente y
competitivo en lo económico, tecnológico y científico. Determinados por el
conocimiento, la imaginación creadora, la innovación, la productividad y los
valores.
En cambio, los gobiernos maulas se
caracterizan por convocar a los sin conocimiento, experiencias o de bajas calificaciones,
y, cuyas únicas credenciales que privan en la selección para un determinado
cargo, son las partidistas, las ideológicas, la amistad o el vínculo familiar. Estos
irresponsables conscientes de que su paso por el gobierno es efímero, no
escatiman esfuerzos ni desaprovechan oportunidades que su cargo genera, para
lucrarse con premura. Amparados por un estado de derecho débil y cómplice.
Al final de sus períodos, dejan una
administración pública comprometida: alto gasto fiscal, alta inflación, alto desempleo
y endeudamiento; en otras palabras, unas finanzas públicas menoscabada e
hipotecada.
En democracia, los ciudadanos tienen siempre
la oportunidad de mejorar la selección de sus dirigentes y gobiernos. La
responsabilidad ha de concentrarse en preferir los más idóneos, responsables y
decorosos que tengan como norte el logro con éxito de determinadas metas
nacionales que pueden honrarlos, pero no lucrarlos. Los desaciertos de los
gobiernos, son desaciertos también de los votantes por las malas escogencia electorales. Reconocer las equivocaciones a tiempo, procurar indagar, evaluar y
revisar conductas y currículos de los que se postulan a cargos públicos, una
responsabilidad ciudadana inequívoca e irrenunciable.
Ser gobierno, no ha de ser un objetivo
personal o partidista sino un medio para la transformación de una conciencia
colectiva a favor de un plan de desarrollo integral de la nación a corto, a
mediano, y a largo plazo; dónde además de rodearse con los mejores, sea capaz
de dejar espacio para que el equipo tome las decisiones que estimen
convenientes en su ámbito de desempeño; obviamente, dentro de las orientaciones
estratégicas que emanen de la cúpula del poder ejecutivo.
Ni el más excelente profesional o
el más avezado ejecutivo podrían funcionar con eficiencia si tiene que
consultar todo con el Presidente de la República. El gobierno indolente no
tiene otro propósito que su propia sobrevivencia o eternidad en el poder. Le
importa poco la creatividad, el conocimiento, el talento de los mejores y
virtuosos; solo la lealtad incondicional. No me cabe duda, los venezolanos nos
merecemos un gobierno y un parlamento sobresalientes.
“Hay que vigilar a los ministros que no pueden
hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo sólo con dinero”.
Indira Gandhi
Presidente
del Ifedec, Capítulo Bolívar @renenunez51
Los
domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM
Nada más cierto que los mejores deberían ser los que gobernaran. Así lo anticipó Platón en su República.
ResponderEliminarLos mejores de nosotros llevan muchos años dedicándose a otras cosas y han dejado en manos de los mediocres las actividades políticas y el gobierno. Es hora de que retornen los buenos a las actividades de la Política (que no de la política). Ojalá y así sea.
Asì es mi respetado amigo
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