martes, 1 de diciembre de 2015

Nos merecemos una Venezuela de primera



 Pareciera ya una costumbre ver como organizaciones y dirigentes políticos de algunas naciones latinoamericanas, apenas alcanzan el poder, comienzan a divorciarse progresivamente de las propuestas y los compromisos adquiridos con sus electores durante la campaña electoral. Otros, más osados, de normas o leyes.
 Pasan muchos de ellos por el gobierno pero el gobierno no pasa por ellos. Conscientes de la temporalidad del mandato, muchos arriban con el objetivo malsano de servirse asimismo y no servir a la gente que los eligió con una sola y clara misión: mejorar y perfeccionar un sistema de protección social sostenible, de calidad, con equidad garantizada.  Sin corrupción. Dónde las prioridades sean la educación, la salud, el trabajo decente y la vivienda.
 Un gobierno democrático bien intencionado y digno, lo primero que hace al llegar al poder es formar un equipo de primera con los  mejores y probos técnicos y profesionales con que cuenta el país en las distintas áreas funcionales del Estado.
 Para tener un país de primera, se necesita un gobierno de primera. Más aún en el mundo de hoy en que vivimos, exigente y competitivo en lo económico, tecnológico y científico. Determinados por el conocimiento, la imaginación creadora, la innovación, la productividad y los valores.
 En cambio, los gobiernos maulas se caracterizan por convocar a los sin conocimiento, experiencias o de bajas calificaciones, y, cuyas únicas credenciales que privan en la selección para un determinado cargo, son las partidistas, las ideológicas, la amistad o el vínculo familiar. Estos irresponsables conscientes de que su paso por el gobierno es efímero, no escatiman esfuerzos ni desaprovechan oportunidades que su cargo genera, para lucrarse con premura. Amparados por un estado de derecho débil y cómplice.
Al final de sus períodos, dejan una administración pública comprometida: alto gasto fiscal, alta inflación, alto desempleo y endeudamiento; en otras palabras, unas finanzas públicas menoscabada e hipotecada.
 En democracia, los ciudadanos tienen siempre la oportunidad de mejorar la selección de sus dirigentes y gobiernos. La responsabilidad ha de concentrarse en preferir los más idóneos, responsables y decorosos que tengan como norte el logro con éxito de determinadas metas nacionales que pueden honrarlos, pero no lucrarlos. Los desaciertos de los gobiernos, son desaciertos también de los votantes por las malas escogencia electorales. Reconocer las equivocaciones a tiempo, procurar indagar, evaluar y revisar conductas y currículos de los que se postulan a cargos públicos, una responsabilidad ciudadana inequívoca e irrenunciable.
 Ser gobierno, no ha de ser un objetivo personal o partidista sino un medio para la transformación de una conciencia colectiva a favor de un plan de desarrollo integral de la nación a corto, a mediano, y a largo plazo; dónde además de rodearse con los mejores, sea capaz de dejar espacio para que el equipo tome las decisiones que estimen convenientes en su ámbito de desempeño; obviamente, dentro de las orientaciones estratégicas que emanen de la cúpula del poder ejecutivo.
Ni el más excelente profesional o el más avezado ejecutivo podrían funcionar con eficiencia si tiene que consultar todo con el Presidente de la República. El gobierno indolente no tiene otro propósito que su propia sobrevivencia o eternidad en el poder. Le importa poco la creatividad, el conocimiento, el talento de los mejores y virtuosos; solo la lealtad incondicional. No me cabe duda, los venezolanos nos merecemos un gobierno y un parlamento sobresalientes.
 “Hay que vigilar a los ministros que no pueden hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo sólo con dinero”. Indira Gandhi

Presidente del Ifedec,  Capítulo Bolívar                  @renenunez51
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 FM

2 comentarios:

  1. Nada más cierto que los mejores deberían ser los que gobernaran. Así lo anticipó Platón en su República.
    Los mejores de nosotros llevan muchos años dedicándose a otras cosas y han dejado en manos de los mediocres las actividades políticas y el gobierno. Es hora de que retornen los buenos a las actividades de la Política (que no de la política). Ojalá y así sea.

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