Gobiernos, dirigentes
y ciudadanos del mundo, en especial de nuestra América Latina, no deben seguir
apostando a la avaricia, al egoísmo, a los odios, a la indiferencia y división social,
independientemente de la postura política ideológica, económica o religiosa que
tengan. Los intereses supremos de la nación están por encima de cualquier otro,
particular. La vida es efímera, para arruinar al prójimo el derecho humano de
ser feliz con conductas impías y enfermizas desde el poder. Ya basta.
La existencia terrenal, se caracteriza por el
mejoramiento continuo de las condiciones de vida de la gente. La búsqueda de la
prosperidad, el bienestar las libertades y la paz espiritual. Ir contra estos
fines sociales imperecederos es ir contra la humanidad.
Los enfermos de poder, de la violencia, de los
abusos y vicios, deben ser repelidos a
todos los niveles de la sociedad para que no sigan haciendo más daños de lo que
vienen produciendo al ecosistema, a veces con la anuencia de unos poderes
públicos indiscretos y parcializados.
No ha sido el común denominador pero la
presión ciudadana en algunas sociedades democráticas, ha conllevado a estos
felones de la política a dimitir, recibiendo
de manos de la justicia severos castigos por sus actuaciones malévolas desde el
gobierno.
La democracia bolivariana no vive su mejor
momento de autenticidad, cómo para obrar de igual manera y evitar se sigan cometiendo
delitos en perjuicio del patrimonio de la nación y la calidad de vida de los venezolanos. De 92 casos procesados ante la justicia, solo
8 terminan con sentencia firme, un ejemplo evidente de la no existencia de
separación de poderes públicos.
Ante esta triste e inocultable realidad, la
ciudadanía debe hacer valer sus derechos constitucionales para encarar las
amenazas y ejecutorias de carácter autoritario. La autocracia por su naturaleza
es hostil al diálogo, a las libertades, a la convivencia pacífica.
El voto es el mejor instrumento con que
cuentan los ciudadanos para reinstaurar la racionalidad y la viabilidad política
cuando los destinos de la nación no son administrados y conducidos como los
exige el precepto constitucional. El restablecimiento del equilibrio, el orden
interno y la gobernanza, más que un deber, un derecho soberano.
El 6 de diciembre con ocasión de las
elecciones legislativas, a los nacionales se nos vuelve a presentar otra
oportunidad democrática para exigirlo y lograrlo con unos diputados
comprometidos con la democracia, con la carta magna, con el progreso y
desarrollo humano de todos los 30 millones de venezolanos. Del consciente, responsable
y cualitativo ejercicio que se haga del voto ese día, dependerá si la crisis nacional
se agrava más o se restablecen las condiciones para su superación. La
destrucción del aparato productivo nacional, la institucionalidad, la disociación
de las relaciones ciudadanas y desarticulación
de los lazos sociales, no dan otro opción cívica y pacífica para contener la catástrofe social en fecundación.
Lo peor que nos puede ocurrir como electores es
tomar una actitud esquiva y flemática “dejando hacer” “dejando pasar” las cosas
en espera de la venida de un nuevo “mesías” o de un “espíritu santo” que nos resuelva
los morbos económicos y sociales incubados
en las comunidades.
Los últimos años vividos con los gobiernos de
turno han sido muy duros. Son muchas las
rémoras puestas en el camino para someternos y obligarnos a callar. Sí hemos de
tener claro un aspecto: somos nosotros mismos quienes hemos de hacerles frente
a esas adversidades y restricciones y, ello es posible, unidos y votando
masivamente. De la fuerza y el ánimo suficiente que se tenga podemos salir del embrollo donde nos han metido en contra de
nuestra voluntad. Todo cambio requiere además de esfuerzo, sacrificio y
convicción, de valentía y amor por la patria. Qué es una sola.
Presidente del Ifedec, Capítulo Bolívar @renenunez51
DOMINGO, 8 A 9 AM, EN ONDA GLOBAL POR WWW.ONDA973FM.COM
¡Muy bien dicho!
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