miércoles, 28 de octubre de 2015

Sí se puede pero sin despotismo




 Los pueblos que decidieron tomar conciencia de la necesidad de darse un orden decente, organizado, libre y justo, superaron el atraso social con progreso y desarrollo humano. Hoy esas sociedades se distinguen de las demás en el mundo por la calidad de vida que disfrutan íntegramente.
 América Latina le ha costado entenderlo y asimilarlo para insertarse en ese reducido y predilecto grupo de naciones, caracterizadas por contar con una economía productiva, competitiva y viable, menos dependiente del mundo exterior. Por ahora en Sur América  solo Chile, Colombia, Perú y Uruguay parecieran ser los más adelantados. Y Venezuela, uno de los más atrasados.
 Entre las causas que intentan explicar el rezago socio-económico de la región, no cabe duda, la cultura colonial y populosa es la de mayor incidencia en el retardo de las transformaciones sociales.  Marcada por la presencia de un liderazgo carismático, propuestas de igualdad social (inviables) y movilización popular, donde lo emocional priva sobre lo lógico y racional.     
 En Venezuela tenemos experiencias de líderes populosos que llegaron a presidentes por la vía del voto popular: Carlos Andrés Pérez entre los años 1989 y 1993, Hugo Chávez de 1999 y 2013, y finalmente, el de Nicolás Maduro desde el año 2013 a la fecha.
 Estos tipos de dirigentes personifican  una autoridad superior a la cual hay que seguir y obedecer a como dé lugar y en cualquier circunstancia como única forma de resolver los problemas del colectivo; independientemente de ser de derecha o de izquierda. Por lo general, no valoran la importancia estratégica de la planificación económica; lo contrario, subliman lo político- ideológico. El pragmatismo. La hegemonía sobre el Estado.
 Son cultores del “nacionalismo”, la  “lucha de clases”, la “ciudadanización de masas”. Se gobierna para las masas como el lugar en el que los conflictos individuales y colectivos han de solucionarse. Asumen como personal la conciliación, la legitimación y las garantías del derecho social. La distribución de la riqueza. El poder omnímodo de intervenir y controlar el mercado, la producción, los precios, la moneda, las divisas, los créditos, las ayudas, los subsidios. Al final, las instituciones de la democracia terminan minimizadas y en muchos casos hasta canceladas.
 Este 6 de diciembre se celebran en el país unas nuevas elecciones legislativas, una de las más importantes y determinantes en una democracia liberal; oportunidad propicia para darnos una nueva Asamblea Nacional   capaz de rescatar la discusión abierta de las ideas, el respeto a la diversidad del pensamiento,  el compañerismo, los valores,  el interés por el conocimiento, la excelencia, los derechos ciudadanos, de ciudadanía, de deberes y obligaciones, la decencia pública, la esperanza, la euforia de los logros, el orgullo de sentirse uno realizado en lo familiar y ciudadano. Nuevo empoderamiento de país y de poder fundamentado en la moral y cívica, la educación, formadora de  profesionales y técnicos necesarios para el desarrollo nacional integral.
 El modelo rentista petrolero está agotado. No hay tiempo para más improvisaciones, desaciertos, errores y ausencia de compromisos de los que dirigen hoy y de los que seguro vendrán mañana a sustituirlos. Hagamos de la decencia, el ingenio y la diversificación económica la solución de nuestra morosidad social. Fortaleciendo las instituciones del Estado con autonomía e independencia.
@renenunez51         
Pueden oírnos y vernos en ONDA GLOBAL, domingo 8 a 9 am. www.onda973fm.com
Presidente de IFEDEC Bolívar                                                                                

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