Los pueblos que decidieron tomar conciencia de
la necesidad de darse un orden decente, organizado, libre y justo, superaron el
atraso social con progreso y desarrollo humano. Hoy esas sociedades se
distinguen de las demás en el mundo por la calidad de vida que disfrutan íntegramente.
América Latina le ha costado entenderlo y
asimilarlo para insertarse en ese reducido y predilecto grupo de naciones,
caracterizadas por contar con una economía productiva, competitiva y viable,
menos dependiente del mundo exterior. Por ahora en Sur América solo Chile, Colombia, Perú y Uruguay parecieran
ser los más adelantados. Y Venezuela, uno de los más atrasados.
Entre las causas que intentan explicar el
rezago socio-económico de la región, no cabe duda, la cultura colonial y
populosa es la de mayor incidencia en el retardo de las transformaciones
sociales. Marcada por la presencia de un
liderazgo carismático, propuestas de igualdad social (inviables) y movilización
popular, donde lo emocional priva sobre lo lógico y racional.
En Venezuela tenemos experiencias de líderes
populosos que llegaron a presidentes por la vía del voto popular: Carlos Andrés
Pérez entre los años 1989 y 1993, Hugo Chávez de 1999 y 2013, y finalmente, el
de Nicolás Maduro desde el año 2013 a la fecha.
Estos tipos de dirigentes personifican una autoridad superior a la cual hay que
seguir y obedecer a como dé lugar y en cualquier circunstancia como única forma
de resolver los problemas del colectivo; independientemente de ser de derecha o
de izquierda. Por lo general, no valoran la importancia estratégica de la
planificación económica; lo contrario, subliman lo político- ideológico. El
pragmatismo. La hegemonía sobre el Estado.
Son cultores del “nacionalismo”, la “lucha de clases”, la “ciudadanización de
masas”. Se gobierna para las masas como el lugar en el que los conflictos
individuales y colectivos han de solucionarse. Asumen como personal la conciliación,
la legitimación y las garantías del derecho social. La distribución de la
riqueza. El poder omnímodo de intervenir y controlar el mercado, la producción,
los precios, la moneda, las divisas, los créditos, las ayudas, los subsidios. Al
final, las instituciones de la democracia terminan minimizadas y en muchos
casos hasta canceladas.
Este 6 de diciembre se celebran en el país unas
nuevas elecciones legislativas, una de las más importantes y determinantes en
una democracia liberal; oportunidad propicia para darnos una nueva Asamblea
Nacional capaz de rescatar la discusión abierta de las
ideas, el respeto a la diversidad del pensamiento, el compañerismo, los valores, el interés por el conocimiento, la
excelencia, los derechos ciudadanos, de ciudadanía, de deberes y obligaciones,
la decencia pública, la esperanza, la euforia de los logros, el orgullo de
sentirse uno realizado en lo familiar y ciudadano. Nuevo empoderamiento de país
y de poder fundamentado en la moral y cívica, la educación, formadora
de profesionales y técnicos necesarios
para el desarrollo nacional integral.
El modelo rentista petrolero está agotado. No hay
tiempo para más improvisaciones, desaciertos, errores y ausencia de compromisos
de los que dirigen hoy y de los que seguro vendrán mañana a sustituirlos.
Hagamos de la decencia, el ingenio y la diversificación económica la solución
de nuestra morosidad social. Fortaleciendo las instituciones del Estado con
autonomía e independencia.
@renenunez51
Pueden oírnos y vernos en ONDA GLOBAL, domingo 8 a 9 am. www.onda973fm.com
Presidente de
IFEDEC Bolívar
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