Nuestra economía
continúa en recesión. Para este año se estima una caída de PIB,-07%. El año
pasado fue -04%. Los pronósticos de los entendidos en esta materia son
tremebundos. Por otra parte, la incertidumbre y sospecha crece por la dilación
del BCV en dar los resultados de la inflación del primer semestre de este año.
No
es lo mismo una desaceleración como consecuencia de los desequilibrios propios
de la economía que una desaceleración “inducida” como pareciera ser el caso de
la nuestra, por la aplicación del viejo y reprobado esquema de la estatización
económica. Dónde el poder ejecutivo lo decide todo.
Con la economía no se debe jugar. Los
gobiernos que se han rebelado contra ella desobedeciendo sus leyes y
principios, las consecuencias sociales las sufren severamente después los
pueblos. Al final cuando las posibilidades
de maniobras políticas se reducen, la realidad económica ha puesto a esos gobiernos desobedientes e
indisciplinados en la disyuntiva de tomar la vía de la rectificación, de los
ajustes o la de continuar con la del estrangulamiento colectivo del país con la centralización
económica.
Una realidad similar la vive en estos momentos
el primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, líder del partido Syriza; quién ganó
las elecciones montado en promesas populosas, como no pagar la deuda externa y
la de combatir el capitalismo con socialismo. La inviabilidad económica, varios
meses después en el poder, lo hizo recapacitar; acogiéndose a las operaciones
de rescate, de auxilios financieros ofrecidos por organismos internacionales.
La decisión provocó una crisis dentro de su partido, donde los más radicales,
los ortodoxos, se fueron. Al quedar sin apoyo de sus compañeros, el líder
griego, inteligentemente, optó por dimitir para convocar unas nuevas elecciones,
ya fijadas para el 20 de septiembre, con la finalidad de lograr una relegitimación
política popular para seguir adelante con su rectificada postura económica en
defensa de los intereses económicos de sus connacionales.
Cómo desearíamos una rectificación y viraje
económico similar del presidente Maduro.
Pero, eso no va a ocurrir “por ahora”. No hay
voluntad ni interés de corrección; por el contrario, la respuesta ha
sido acelerar la radicalización de la
revolución o del socialismo en marcha y que según él apenas está comenzando.
Ante semejante insolencia política, los venezolanos descontentos, la mayoría, no
nos queda más remedio que apelar a uno de nuestros derechos políticos más
efectivo y determinante como lo es el ejercicio del voto este 6 de diciembre
para cambiar la correlación de fuerzas mayoritaria en la Asamblea Nacional. Se
necesita una mayoría opositora parlamentaria para obligar al gobierno a revisar
y rectificar las políticas económicas que nos empobrecen cada día más a todos
por igual. La guerra económica la tenemos en casa cuando no nos alcanza el dinero para comprar alimentos,
medicinas y productos en general, y lo peor, cuando se nos dificulta conseguirlos
con seguridad y a precios justos.
@renenunez51 Presidente de Ifedec Bolívar
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