Sigue produciendo
espasmo social y tristeza ajena ver como nuestra nación, rica de “cuna” en
recursos naturales, no ha podido
encontrar el camino del progreso y desarrollo humano. Llegar al 2015 con un
índice de pobreza cercano al 50%, nos debe llamar a reflexión a todos como
sociedad.
Muchos pueblos del mundo no entienden cómo
nosotros con una inmensa y variada
riqueza mineral y humana no hemos podido superar el rezago social. No hay respuestas.
Simplemente porque no hemos querido reconocer ni corregir nuestras debilidades,
nuestras desviaciones, nuestros errores, nuestra falta de voluntad y conciencia
política nacional para dejar de lado una cultura rentista petrolera y populista
que tantos daños estructurales nos ha causado como nación.
No me cabe duda, los últimos 16 años han sido
los peores de toda la historia republicana. Ahora como nunca la economía depende
casi todo del petróleo y del préstamo internacional. El reparto de la riqueza
petrolera sigue siendo injusto y excluyente, haciéndonos más pobres que antes, concentrándose
su manejo y disfrute en unos pocos, privilegiados del poder. No es casualidad
que hoy en día Venezuela ocupa las primeras posiciones en el ranking mundial en
inseguridad, poca transparencia, improductividad, inflación y violaciones de
derechos humanos.
Cuando analistas y dirigentes políticos nacionales
intentan explicar las causales, por lo general, la discusión se reduce en
atribuirle fundamentalmente la culpabilidad total al gobierno de turno;
planteando como solución recurrente el simple cambio de gobierno. Ignorando las
verdaderas causales estructurales del problema de gobernabilidad y de país en
general.
Soy de los que piensa que estamos cerrando un
ciclo histórico en la vida política venezolana. Una oportunidad como colectivo nacional
para voltear la mirada en las verdaderas causas de nuestro subdesarrollo,
íntimamente relacionadas con falta de valores, educación, confianza y determinación
para lograr la transformación integral de una sociedad conformista,
cortoplacista, acostumbrada al peculio fácil por una más exigente, de
superación, de retos mayores donde la moralidad, la espiritualidad y la
seguridad moldeen el quehacer diario de gobernantes y gobernados.
El desarrollo de los pueblos nada tiene que
ver con un problema de historia, de edad, de recursos naturales disponibles, de
tamaño de territorio, de raza, sexo o color, de ideología o religión sino de libertades,
respeto y conciencia nacional para asegurar orden, seguridad y trabajo.
La evolución de esa conciencia ha de ser el
objetivo supremo del Estado en todos sus niveles de poder. La educación y los
principios morales son la base social para asegurarla. Mientras no lo
entendamos como ciudadanos, la brecha que nos separa del primer mundo seguirá
ensanchándose.
Esos principios de vida que no valoramos son
los que nos impiden avanzar; si los aplicamos los cambios tendrán éxitos; ellos
son:
1) La
ética: Valorando el comportamiento
humano, diferenciando el bien del mal y sus implicaciones con la moral. 2) La integridad:
Actuando con honradez y rectitud
tanto en lo privado como en lo público en el cumplimiento de deberes y
obligaciones. 3) La responsabilidad:
Los compromisos son para cumplirlos. En una sociedad, se espera que las personas
actúen de forma responsable, ejerciendo sus derechos y desempeñando sus
obligaciones como ciudadanos. 4) El respeto a leyes y reglamentos: Respetarlas
y hacerlas respetar son obligaciones de gobernantes, dirigentes y ciudadanos 5)
El respeto por el derecho de los
demás. 6) Valoración y amor por el
trabajo: La responsabilidad del gobierno es crear capacidades y
oportunidades para el trabajo; y cada individuo ser el único responsable de la
planificación de su vida y la de su familia. 7) El Estado y el gobierno debe
ser motivadores y facilitadores de la inversión
privada con reglas claras y justas. 8)
El deseo de superación debe
caracterizar la conducta privada y pública. 9) La puntualidad: Este requisito conductual pareciera insignificante
pero tiene una importancia por lo que representa en el cumplimiento de las
jornadas de trabajo. 10) La disciplina:
Fundamental en el mantenimiento del orden y la subordinación entre los miembros
de un sector o en una determinada colectividad.
Presidente
del Ifedec Bolívar @renenunez51
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