Continuando con el
desarrollo del programa de formación de líderes (Venlidem) bajos los principios
democráticos y humanos que desde el IFEDEC Bolívar venimos ejecutando con la cooperación
de la UCABGuayana desde hace tres años, el sábado pasado tuvimos el honor de
contar con la Dra. Aiskel Andrade (Doctorado en derechos políticos) como facilitadora del módulo VII relacionado con su
especialización; la cual satisfizo a todos los asistentes por la objetiva,
diáfana y académica disertación, de la cual me he inspirado para compartir las
reflexiones de esta semana; que de alguna manera son espejo-reflejo de nuestra sociedad política y democrática venezolana.
Parto del reconocimiento de la democracia como
el sistema político más idóneo y cercano a la justicia social, pues es el único
garante del disfrute de libertades inherentes al ser humano, del trato al
ciudadano en igualdad de condiciones, de la diversidad de pensamientos y
acciones, de la solidaridad y de la participación como derechos inalienables e
innegociables para la convivencia y la paz social. La evolución en los últimos
años del régimen liberal -no me cabe duda- atenuó las discusiones semánticas
ideológicas entre izquierdistas, centristas y derechistas, ya que la democracia
en sí no establece diferencias conceptuales en la aplicabilidad de sus
principios a la hora de gobernar. Todos están orientados a la procura
permanente de mejoras de las condiciones de vida de la gente y la de su desarrollo
libre con seguridad y en paz.
En los pueblos en vías de desarrollo, como el
nuestro, persiste el afán de los dirigentes en funciones públicas de culpar al
sistema político de las desigualdades sociales creadas por ellos mismos por sus
torpezas, sus incapacidades, sus desviaciones. El funcionario público a todo
nivel ha tendido a mezclar responsabilidades
e intereses personales o partidistas con las de su cargo y los de la democracia.
Una cultura política retorcida y encubierta agravada en los últimos 16 años
desde el poder de quienes se suponían venían para hacer mayor y mejor
democracia protagónica, transparente y participativa. Hoy grandes culpables del
aumento de la miseria y pobreza en el
país.
Cada vez que alguien alza la voz para denunciarlos
o criticarlos por sus gestiones maulas, reciben el calificativo de conspirador
o de desestabilizador o de promover la anti política.
En las democracias modernas los que han
fallado son los hombres, no el sistema. La constitución del 99 suma a los ya
poderes existentes y universales (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) dos nuevas
autoridades (Electoral y Moral) que de acuerdo con sus razones y deber ser
deberían estar todos funcionando muy bien pero la realidad ha sido otra, los 5 mandos han sido dirigidos muy mal y con inocultable
sesgo ideológico. Chávez justificó la llegada al poder atribuyendo a la democracia “puntofijista” y a la
constitución del 61 la total responsabilidad de los desaciertos sociales acumulados
que heredó; imponiendo después una nueva, la del 1999 como alternativa
democrática. Ni Chávez en el pasado ni Maduro en el presente han cumplido con los propósitos esenciales de la
nueva Carta Magna que no son más que los de garantizar la mayor suma de
felicidad social a todos sin distingo de ninguna naturaleza. De nuevo, dirigentes y gobiernos son los que
han fallado no la democracia.
La democracia es y será siempre “perfectible”.
Plantea y deja abierta los mecanismos para mejorar y actualizar el
funcionamiento de una nación, no para reducirla o destruirla. Desde sus
entrañas mantiene avivada la organización y convivencia entre gobernantes y
gobernados. Entre dirigentes y dirigidos. Con el voto te deja siempre la posibilidad de
la rectificación y de los cambios. El ciudadano, por su parte, le toca ejercerlo
con calidad para asegurar en lo posible tener mejores dirigentes, mejores
gobiernos, mayores posibilidades de vivir mejor y en sosiego. La democracia la
podemos imaginar como un barco donde vamos todos operándolo de común acuerdo y
en la misma dirección, con la claridad de llegar sanos, salvos y seguros al
próximo puerto. Rotando los capitanes en la travesía después de cumplir sus
guardias de turno, y tener siempre la garantía de contar con una conducción de
relevo diestra y lozana con mayor
conocimiento y experiencia.
Por
el lado de los partidos, tanto militantes
como dirigentes no deben seguir cultivando el mesianismo que tantos daños nos ha
causado a la luz de nuestra historia
democrática. En esta época de gobiernos republicanos libres se habla de equipos
de trabajo, de planes, de compromisos, de resultados, de retos, de inclusión,
de progreso y desarrollo humano. La preparación y formación de cuadros de relevo para liderar y gobernar ha de ser una prioridad permanente en los cuadros
políticos. Las funciones de un partido o de los dirigentes no es la de
controlar el poder como objetivo personal o grupal sino la de utilizar el poder
para la transformación de la sociedad en positivo que representan y para los cuales
fueron elegidos. Creando capacidades y oportunidades para todos por igual.
Presidente
del Ifedec Bolívar @renenunez5
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