jueves, 25 de junio de 2015

6 de diciembre, oportunidad de control democrático


 Nadie debe sentirse satisfecho con el país que tenemos. Ni siquiera los enchufados del régimen si piensan de buena fe en el futuro de sus hijos, nietos o bisnietos. Como nación -supuestamente- democrática, soberana e independiente, a los venezolanos nos asiste el derecho de vivir con tranquilidad, con seguridad, en libertad y paz.
 Para entender las deplorables condiciones de vida que hoy la mayoría de los venezolanos tenemos, deberíamos todos respondernos estas preguntas: ¿Cuántos de nosotros hemos sido capacitados para el trabajo decente? ¿Cuántos de nosotros hemos recibido oportunidades de trabajo estable, duradero y bien remunerado? ¿Cuántos de nosotros estamos disfrutando de la seguridad y del bienestar social individual y colectivo que el Estado y el gobierno nacional constitucionalmente están obligados a facilitarlo sin trabas, impedimentos y exclusiones?
 Son muchas las preguntas sin respuestas positivas después de 16 años de mandato revolucionario. Lo que si no hay duda es que estamos acorralados por un modelo político enemigo de las libertades, de los derechos políticos, de los derechos humanos; destructor de la institucionalidad, de la economía productiva; responsable de una hipoteca nacional, cuya cifra total oficial no se conoce con exactitud al sol de hoy. Además de haber sido facilitador de la dilapidación, sin control alguno, de un billón y medio de dólares generado por  renta petrolera.
 La población, sometida a un nivel sorprendente  de agresividad, de ausencia de raciocinio, de civismo, de respeto, se les desconoce su derecho constitucional de no compartir las ejecutorias públicas oficialistas de empobrecimiento y exclusión social.
 Una autoridad gubernamental que todo lo justifica a favor o en su contra según su conveniencia y momento; bajo la lupa de una sola verdad, castigando con el mayor peso de la ley a los que la nieguen o rechacen; a muchos de ellos recluyéndolos en la cárcel con juicios abiertos sin presentación de pruebas concluyentes y convincentes.
 Hay mucha prisa en las agresiones, las amenazas y las medidas que van tomando en su contra; alimentando un “stress” cada vez más generalizado y preocupante por los devastadores efectos de los desequilibrios económicos, la inestabilidad e ingobernabilidad.
 Mientras la secuela social hace estrago a todo nivel, hay una creciente masa de ciudadanos no comprometidos con el gobierno ni con la oposición  esperando de la dirigencia política una actitud más responsable y firme frente a la crisis humanitaria en marcha. Ya no aguantan más.  No es casual, un 80% del pueblo elector según las encuestas estarían dispuestos a participar en los comicios legislativos.
 Entretanto, los expertos económicos advierten que la nación entrará en un “default” en 2016, sí el gobierno no toma medidas económicas correctas y acertadas para por lo menos detener las nefastas consecuencias estructurales sociales que ya los ingresos petroleros por sí sólo no pueden satisfacer (gasto público y pago de intereses a los acreedores). El régimen se empeña tercamente en ofrecer la misma solución de todo estos años: importación. Seguir importando bienes, productos, alimentos, medicina y servicios; cuando por su actual insuficiencia presupuestaria debería apoyarse en la inversión privada para estimular la producción nacional. Dejando de lado prejuicios y complejos ideológicos a favor de un apertura con seguridad jurídica al capital privado nacional e internacional en aquellos rubros que de acuerdo con un plan de desarrollo nacional a corto, a mediano y a largo plazo concertado con todos los sectores nacionales favorezcan el desarrollo de los intereses de la nación.
 Ahora bien para detener esta destrucción y ante la terquedad del gobierno en seguir adelante con su proyecto de socialismo de siglo XXI, a los venezolanos se nos presenta una nueva oportunidad de rescate del orden, la institucionalidad y la gobernabilidad democrática, votando masivamente el próximo 6 de diciembre por  una nueva Asamblea Nacional que cumpla con sus funciones constitucionales de equilibrio y control del Estado. Con una mayoría calificada de diputados demócratas en la AN, a partir de enero, se estaría iniciando -sin dilación-  un proceso de desactivación progresiva de este paquete chavista madurista que tanto daños nos ha hecho en todos los órdenes.
 Queda en manos de la ciudadanía asumir la voluntad política electoral ese día para hacerlo realidad. No más indolencia, no más agresividad, no más viveza, no más complicidad, no más impunidad, no más ignorancia. La Venezuela por reconstruirse ha de hacerse sobre la base del optimismo, de los intereses positivos, del constructivismo, donde el progreso y desarrollo humano integral sea responsabilidad compartida de gobierno y gobernados. Castiguemos el fracaso y demos un voto de confianza al éxito de los cambios por venir.
Presidente de Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51                    

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