No me cabe duda que las
relaciones internacionales del mundo de hoy se rigen por un dinamismo diferente
al del pasado (al de la guerra fría). Los logros concretos en materia de
desarrollo humano han hecho diferente el proceder de los pueblos; aunque
algunos como los latinos no terminan de entenderlo y asimilarlo para armar ese
anhelado espacio integral que nos permita fortalecer nuestras capacidades y
oportunidades para competir con otros similares en mejores condiciones.
La OEA nace el 30 de abril de 1948 en Bogotá,
Colombia, con un sentido histórico-geográfico, hoy sobrevive bajo un sentido
geográfico político ideológico. No hay otro continente que une a los dos polos.
Con cierta homogeneidad cultural (latinoamericana, norteamericana y anglosajona
del caribe). Donde la mayoría habla el mismo idioma, el español, con una casi
historia común. Sin embargo, el desarrollo humano nos ha sido esquivo en casi
todo el continente por las contradicciones, complejos y prejuicios ideológicos
de sus líderes desde el poder.
En diciembre de 1994, en la Cumbre de las
Américas de Miami, se iniciaron los esfuerzos de establecer en la región un acuerdo
común de libre comercio; comprometiéndose los jefes de las distintas naciones -de
ese entonces- a lograr para el año 2000 un avance sustancial hacia el ALCA
(Área de Libre Comercio de las Américas), por un lado, y la conclusiones de las
negociaciones para el 2005, por otro. Los objetivos centrales eran: Preservar y fortalecer la comunidad de las
democracias, promover la prosperidad a través de la integración económica y el
libre comercio, erradicar la pobreza y la discriminación, garantizar el
desarrollo sostenible y conservar el medio ambiente para las generaciones futuras.
En la IV Cumbre de las Américas, realizada el
5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina) los
paladines revolucionarios Néstor Kirchner (Argentina), Lula Da Silva (Brasil) y
Hugo Chávez alegando desigualdades y colonialismo hicieron fracasar esta
iniciativa regional, la cual hasta ahora sigue pendiente y más atomizada como
nunca. Los últimos años los gobiernos latino americanos se han dedicado a crear
organismos subregionales subestimando la importancia estratégica de unión que
representan dos potencias económicas e
industriales del mundo como lo son Estados Unidos y Canadá.
Este fin de semana en Panamá se hizo otra
cumbre, con presencia del presidente de los Estados Unidos; donde de nuevo, por
segunda vez consecutiva, la última fue la de Colombia, los mensajeros
representantes de los pueblos, los jefes de Estados, no se pusieron de acuerdo
en la declaración final. Otra cumbre de exceso
de discursos sin compartir evaluaciones y resultados concretos de avance en
materias tan importantes como la de la pobreza, violaciones de derechos humanos
y derechos democráticos, entre otros. La mayoría invocaron el diálogo pero no
fueron capaces de aplicarlo. Prevaleció de nuevo el “antigringuismo” por parte de los voceros del ALBA; aunque en esta
oportunidad uno de ellos, más vivo e inteligente, como el de Cuba, logró ser el
más productivo y el de la gran noticia por acercarse y reunirse durante una
hora con el presidente Barack Obama de los EU. No hablaron de ideologías pero
si de economía y comercio, para avanzar en ese proceso de normalización de sus
relaciones diplomáticas. Para tristeza, aunque no nos sorprende, el nuestro que hasta un doble se llevó, ocupó
el tiempo de su intervención en repetir
el mismo guion anti imperialista a que se ceñía Fidel Castro en los encuentros
internacionales en el siglo pasado.
La mentalidad imperialista ya no causa en
estos tiempos por lo menos a los venezolanos tanto temor como la mentalidad
colonialista nacional. Los venezolanos estamos siendo sometidos a ella, ejemplo
es como hemos venido perdiendo progresivamente el disfrute de las libertades, el
ejercicio de nuestros derechos
políticos, económicos, sociales y culturales. Apenas el presidente Maduro pisó
tierra criolla al regresó de Panamá después de estar varias horas hablando con
los Castros en Cuba, nos vuelve a ofrecer “más
radicalización de la revolución”, agregando otra amenaza como la de conminar
a irse del país a quienes no pueden sostener una actividad económica como si Venezuela
fuera de su propiedad. ¿Cómo se llama esto?
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez5
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