Venimos y seguimos mal como sociedad democrática.
Si bien es cierto, hasta 1998 la democracia ya venía resistiendo
estructuralmente agresiones a sus valores y principios de sus propios actores;
no es menos cierto que en los últimos años el proceso de degeneración se
aceleró en demasía, donde el desorden gobierna, los conflictos, las
hostilidades marcan y distancian a gobernantes y gobernados.
Los galimatías afloraron por la pérdida de la
autonomía e independencia de los poderes públicos; garantes del equilibrio, de la
justicia y de la paz social. El uso adecuado y eficaz de los bienes, servicios
y recursos del Estado ha brillado por su ausencia como responsabilidad
constitucional. Los resultados económicos, financieros y sociales, las graves e
innumerables denuncias de irregularidades administrativas, los abusos, la
exclusión y la polarización política dibujan la gravidez de la crisis de la
Venezuela de hoy.
La oposición, cuya misión propia e
insustituible es la de controlar y fiscalizar al gobierno, formular críticas y
presentar alternativas, no ha podido, por su lado, constituirse en una fuerza
política homogénea de reemplazo. Su polarización interna conspira contra la unidad
política estratégica, reclamada por los seguidores. La agenda electoral siempre
priva sobra la del Estado.
La ciudadanía tampoco termina de organizarse y
tomar conciencia crítica y activa de sus derechos públicos, civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales otorgados por la constitución nacional. A
muchos le cuesta dejar de ser habitante para convertirse en ciudadano.
El
Centro de Políticas Públicas y de Formación
IFEDEC, acaba de terminar un
análisis sobre los últimos sondeos de opinión, de cuyos estudios se derivan estas
preocupantes conclusiones:
1. El
gobierno nacional vive un proceso de deterioro en la opinión pública.
2. La
oposición no recoge el descontento.
3. En
la población hay una creciente resignación. 80% no muestra interés en resistir.
4. Los
jóvenes no tienen referencias. Casi 50% de la población son menores de 30 años
lo que significa que tenían 15 años o menos cuando llegó la “Revolución”.
5. La
MUD no es percibida como alternativa por el 80% del país.
6. El
mensaje del gobierno tiene audiencia en un porcentaje importante de la
población. (No estoy contento con el gobierno pero están haciendo un esfuerzo”,
“Los empresarios tienen una cuota de responsabilidad porque acaparan y especulan”,
“Vamos a mejorar”; “Guerra económica”, “imperialismo”).
7. 21%
de la población recibe beneficio de las misiones.
Preocupa como el gobierno y la oposición le
dan por separado una lectura diferente a los “mensajes a García” enviados por
la población. Por ello, exhorto a los ciudadanos de todos el país a seguir
organizándose como sociedad civil para
reflexionar y evaluar el rol protagónico que hemos de ejercer ante la actual coyuntura
política nacional donde no hay instituciones que le den soporte a la democracia
y donde no hay una conciencia colectiva pro activa para encontrarse alrededor
de una propuesta común, consensuada y facilitadora capaz de superar una crisis
que nos arropa a casi todos por igual. Nuestros derechos de vida, nuestros
derechos humanos, nuestros derechos de progreso y desarrollo nacional no son
negociables ni deben quedar al azar su disfrute y exigencia. La crisis nacional
no es responsabilidad de todos los venezolanos pero si es de todos los
venezolanos encararla con la fuerza de la razón, de la verdad, de la libertad,
del respeto al derecho ajeno de conformidad con la carta magna. La propuesta, insisto,
pasa por el restablecimiento de la institucionalidad democrática, la
elaboración de un plan de progreso y desarrollo humano a corto, a mediano y a
largo plazo. La continuidad administrativa. La despersonalización del poder y
de la política misma. La inclusión y garantía de participación de todos los sectores
que hacen vida de país: el industrial, el comercial, el bancario, las
universidades, los emprendedores, las ONG, los centros de estudiantes, los
gremios profesionales y técnicos, los sindicatos, las iglesias, la sociedad
civil organizada, entre otros.
Hay una insatisfacción acumulada de país positiva, pues los desequilibrios, las
incertidumbres, la inestabilidad, las contradicciones, nos da la oportunidad
para revisar los errores, los desaciertos, las desviaciones, los atrasos, las
diferencias para ponernos de acuerdo en el proyecto de país que siempre hemos
soñado, el de ciudadanos de primera, con calidad de vida integral, donde todos
nos sintamos con capacidades y conformidades garantizadas por un Estado y
gobiernos decentes, transparentes y responsables de servir a los ciudadanos.
En la democracia las decisiones son tomadas
por la mayoría, pero siempre respetando los derechos de la minoría; cada
persona puede pensar distinto y expresarlo sin ser mal vista o recibir castigos
por ello. La democracia como estilo de
vida es un modo de vivir basado en el respeto a la dignidad humana, la libertad
y los derechos de todos y cada uno de los miembros de una comunidad. Despertamos
es el momento.
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez51
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