lunes, 23 de marzo de 2015

Gobierno, oposición y ciudadanía, a cumplir su misión



 Venimos y seguimos mal como sociedad democrática. Si bien es cierto, hasta 1998 la democracia ya venía resistiendo estructuralmente agresiones a sus valores y principios de sus propios actores; no es menos cierto que en los últimos años el proceso de degeneración se aceleró en demasía, donde el desorden gobierna, los conflictos, las hostilidades marcan y distancian a gobernantes y gobernados.
 Los galimatías afloraron por la pérdida de la autonomía e independencia de los poderes públicos; garantes del equilibrio, de la justicia y de la paz social. El uso adecuado y eficaz de los bienes, servicios y recursos del Estado ha brillado por su ausencia como responsabilidad constitucional. Los resultados económicos, financieros y sociales, las graves e innumerables denuncias de irregularidades administrativas, los abusos, la exclusión y la polarización política dibujan la gravidez de la crisis de la Venezuela de hoy. 
 La oposición, cuya misión propia e insustituible es la de controlar y fiscalizar al gobierno, formular críticas y presentar alternativas, no ha podido, por su lado, constituirse en una fuerza política homogénea de reemplazo.  Su  polarización interna conspira contra la unidad política estratégica, reclamada por los seguidores. La agenda electoral siempre priva sobra la del Estado.
 La ciudadanía tampoco termina de organizarse y tomar conciencia crítica y activa de sus derechos públicos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales otorgados por la constitución nacional. A muchos le cuesta dejar de ser habitante para convertirse en ciudadano.
  El Centro de Políticas Públicas y de Formación  IFEDEC,  acaba de terminar un análisis sobre los últimos sondeos de opinión, de cuyos estudios se derivan estas preocupantes conclusiones:
1.    El gobierno nacional vive un proceso de deterioro en la opinión pública.
2.    La oposición no recoge el descontento.
3.    En la población hay una creciente resignación. 80% no muestra interés en resistir.
4.    Los jóvenes no tienen referencias. Casi 50% de la población son menores de 30 años lo que significa que tenían 15 años o menos cuando llegó la “Revolución”.
5.    La MUD no es percibida como alternativa por el 80% del país.
6.    El mensaje del gobierno tiene audiencia en un porcentaje importante de la población. (No estoy contento con el gobierno pero están haciendo un esfuerzo”, “Los empresarios tienen una cuota de responsabilidad porque acaparan y especulan”, “Vamos a mejorar”; “Guerra económica”, “imperialismo”).
7.    21% de la población recibe beneficio de las misiones.
 Preocupa como el gobierno y la oposición le dan por separado una lectura diferente a los “mensajes a García” enviados por  la población. Por ello, exhorto a los ciudadanos de todos el país a seguir organizándose como sociedad civil  para reflexionar y evaluar el rol protagónico que hemos de ejercer ante la actual coyuntura política nacional donde no hay instituciones que le den soporte a la democracia y donde no hay una conciencia colectiva pro activa para encontrarse alrededor de una propuesta común, consensuada y facilitadora capaz de superar una crisis que nos arropa a casi todos por igual. Nuestros derechos de vida, nuestros derechos humanos, nuestros derechos de progreso y desarrollo nacional no son negociables ni deben quedar al azar su disfrute y exigencia. La crisis nacional no es responsabilidad de todos los venezolanos pero si es de todos los venezolanos encararla con la fuerza de la razón, de la verdad, de la libertad, del respeto al derecho ajeno de conformidad con la carta magna. La propuesta, insisto, pasa por el restablecimiento de la institucionalidad democrática, la elaboración de un plan de progreso y desarrollo humano a corto, a mediano y a largo plazo. La continuidad administrativa. La despersonalización del poder y de la política misma. La inclusión y garantía de participación de todos los sectores que hacen vida de país: el industrial, el comercial, el bancario, las universidades, los emprendedores, las ONG, los centros de estudiantes, los gremios profesionales y técnicos, los sindicatos, las iglesias, la sociedad civil organizada, entre otros.
 Hay una insatisfacción acumulada de país positiva, pues los desequilibrios, las incertidumbres, la inestabilidad, las contradicciones, nos da la oportunidad para revisar los errores, los desaciertos, las desviaciones, los atrasos, las diferencias para ponernos de acuerdo en el proyecto de país que siempre hemos soñado, el de ciudadanos de primera, con calidad de vida integral, donde todos nos sintamos con capacidades y conformidades garantizadas por un Estado y gobiernos decentes, transparentes y responsables de servir a los ciudadanos.
 En la democracia las decisiones son tomadas por la mayoría, pero siempre respetando los derechos de la minoría; cada persona puede pensar distinto y expresarlo sin ser mal vista o recibir castigos por ello.  La democracia como estilo de vida es un modo de vivir basado en el respeto a la dignidad humana, la libertad y los derechos de todos y cada uno de los miembros de una comunidad. Despertamos es el momento.
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51                                

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