Hay dos frases o pensamientos que vale la pena
revisar para intentar entender desde otra óptica, la actual realidad política
de nuestro país. Cada vez más confusa y manipulada por el gobierno bajo la complicidad de una parte importante de
la sociedad que “por ahora” sigue
ignorando los desaciertos, los vicios, los resultados y las responsabilidades
de quienes tienen a una nación al borde del abismo en lo económico y lo social.
Una de ellas es universal “Salud, amor y
dinero” y la otra inédita, del
difunto presidente Chávez “Ser rico es
malo”.
Comencemos con la
primera: La Salud asociada al estado de bienestar general del ser humano. En lo
físico, lo mental y lo social. La sumatoria de factores biológicos, emocionales
y espirituales producen un equilibrio en el sistema de vida. La prosperidad no
solo se refiere a la ausencia de enfermedades sino una condición de desarrollo
humano que todo ciudadano debe cuidar y preservar. Hoy en día, se reconoce como
un derecho humano que los gobiernos y el Estado deben garantizar y potenciar
para que la población en general disfrute de una vida larga y saludable.
El Amor se refiere a los sentimientos, la
pasión (fuerte deseo de unión) y el compromiso para conservarlo y enriquecerlo.
El Dinero, no es más que un instrumento de
intercambio de bienes y servicios en una economía. En épocas pretéritas coloniales
existió el trueque, cambiar una cosa por otra. La ley de la selva donde cada
individuo buscaba satisfacer sus necesidades sin pensar en los demás más allá
de los intercambios de subsistencia. Aunque algunos pudieran estar en desacuerdo
conmigo, el dinero ha servido como medio facilitador del progreso, del
desarrollo de las sociedades cuando los
gobiernos y ciudadanos lo han administrado con inteligencia, sentido común y
racionalidad.
Cuando la trilogía (Salud, Amor y Dinero) se ha aplicado con equilibrio y sabiduría,
los pueblos han alcanzado el bienestar social, sintiéndose felices.
La segunda “Ser
rico es malo” la dijo Chávez en sus
comienzos de su primer período constitucional como preparatorio sicológico del
pueblo de caras al modelo que tenía “in pectore” aplicar y que aplicó (centralista,
intervencionista y controlador de la ciudadanía al mero estilo del cubano); por
cierto, ese entonces, los economistas
liberales y la dirigencia opositora dejaron pasar por debajo de la mesa las
aclaratorias del tema y si lo hicieron, algunos, no tuvieron la contundencia
crítica que merecía semejante afirmación. En su descarga el país -ese momento- era casi todo chavista. Vale recordar otra
oración revolucionaria “Cuba es el mar de
la felicidad. Hacia allá va
Venezuela”.
La realidad es que no hay en el mundo un ser
humano que se haya ufanado de su pobreza. Qué no aspire contar con buena salud,
amor y dinero suficiente para cubrir sus necesidades individuales y familiares.
Mi respeto para quienes sostienen que “ser pobre es tener más
tranquilidad en la vida, vivir más cercano a Dios y ser más humilde”.
Para la Organización Mundial de la Salud
(OMS), la pobreza se ha convertido desde hace varias décadas en su principal
preocupación y ocupación contra la cual se han hecho planes incluyendo los de
este milenio con la finalidad de reducirla y erradicarla. Más de 1000 millones
de habitantes en todo el planeta siguen viviendo en la miseria y muchos más
sufren hambre y son vulnerables a las crisis ambientales o la inestabilidad de
los precios. El Banco Mundial por su lado, viene igual trabajando con la
comunidad internacional en esa dirección para aumentar los ingresos del 40 % de
la población más pobre de cada país.
Vivir en pobreza extrema, significa no tener
recursos ni oportunidades para su crecimiento personal y el de su familia. La
responsabilidad de combatirla es del gobierno y debe asumirla con seriedad y firmeza como
prioridad de Estado. No para hacer dependiente
al ciudadano del Estado sino, lo
contrario, independiente con la
capacidad de superar sus propias barreras y limitaciones sociales. Para lograr
el desarrollo armónico de toda la población, los gobiernos inteligentes suelen
apoyarse en la ciencia, en la tecnología, en las universidades, en las empresas
nacionales e internacionales con la finalidad de garantizar la estabilidad económica, la reducción de la
inflación, la revalorización del poder adquisitivo y la eliminación de las desigualdades sociales; en otras palabras,
para derrotar la pobreza creando riquezas
con productividad, libertades y justicia.
Los ciudadanos deben contar con una vivienda
digna, una alimentación sana y equilibrada, capaz de adquirir un automóvil
según sus ingresos, comprar una ropa del estilo que mejor le guste, o sea, darse
sus gustos personales. Si se canaliza de una buena manera es más lo que se
puede construir con dinero que lo que se pudiera destruir. Lo que no hizo la revolución chavista con la
bonanza petrolera.
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez51
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