martes, 17 de febrero de 2015

Desigualdades, crisis y responsables



 La crisis que hoy se vive en nuestro país no nos sorprende. Una crónica de eventos predecibles que muchos venezolanos  no hemos dejado de comentarlos por  el modelo político centralista, intervencionista y controlador de la vida ciudadana que se ha venido implantando desde 1999 bajo el pretexto revolucionario para hacernos a todos los venezolanos felices, pero que en la práctica ha resultado  todo lo contrario; pues solo una élite muy reducida desde el poder y en el poder ha sido la gran beneficiada y protegida en lo político, lo económico y lo social.
 En su libro “Del Pacto de Punto Fijo al Pacto de la Habana”, José Curiel hace un análisis comparativo de los resultados de gestión pública de la IV vs V república, los cuales son irrebatible por lo real y convincente. Avalados hoy por las mayorías nacionales como testigos excepcionales de los estragos económicos y sociales que padecemos y que nos pone en minusvalía humana y ciudadana.
 Los gobiernos son elegidos por las sociedades democráticas con la finalidad de administrar los recursos y destinos de la nación de manera eficiente y transparente a favor de la prosperidad, de la seguridad, de la justicia, de la paz pero sobre todo de la igualdad en el trato ante la ley para que los ciudadanos se desarrolle humanamente en lo individual y lo colectivo. Se trata de combatir la pobreza en toda su dimensión garantizando capacitación y oportunidades. No hay otra prioridad de estado y si la hay, el gobierno obra de mala fe y divorciado de los derechos humanos y de los derechos democráticos.
 Bajo ninguna circunstancia, la función pública debe ir contra el orden, la planificación y control, los indicadores de medición de sus actos, deberes, derechos  y obligaciones constitucionales. Quienes están al frente en el manejo de los destinos de la nación no deben ignorar ni excusarse en otros de sus errores y desaciertos; lo correcto, lo sabio, lo racional es reconocerlos y hacer las rectificaciones necesarias de inmediato.   Su misión estratégica es la de prevenir los conflictos y las posibles catástrofes.  La de armonizador de los variados  y complejos intereses de la sociedad, la de construcción, la de facilitador, la de conciliador, la de evaluador permanente de las condiciones de vida de su gente; observando y aprovechando el conocimiento y las herramientas tecnológicas que han permitido las transformaciones sociales en otras sociedades.
 El gobierno ha de estar preocupado y ocupado en evitar que las problemas y los conflictos lo alcance o sobrepase sus capacidades; a menos que no las tenga o no tenga la voluntad política para hacerlo por mezclar otros intereses que nada tiene que ver con los de su competencia constitucional.
 Las últimas estadísticas y sondeos de opinión en Venezuela coinciden en que se está ante una realidad de empobrecimiento de la población. La otrora y mayoritaria clase media, hoy se encuentra disminuida y fracturada, los que antes eran pobres ahora lo son más y los más ricos cada  vez son más opulentos. Una desigualdad social como nunca antes vista. No es casual ni percepción que el 80% de los venezolanos valoran la actual gestión pública muy mala. Y que la pobreza anda por el orden del 40%.
 Una economía con desequilibrios estructurales altisonante donde la demanda de alimentos, medicinas, productos en general es superior a la oferta. Con una demanda de divisas superior a las ofrecidas con restricciones y regulaciones caprichosas. Una salario devaluado, un desempleo creciente, una inflación sin control produciendo una progresiva reducción del poder adquisitivo. Todas ellas juntas son causales productoras de desigualdades sociales que desbocan en crisis. Cuando éstas son realidades, los afectados suelen  recurrir al derecho natural y universal de la protesta  para exigir una reconducción de los presupuestos al servicio de los ciudadanos con garantía de eficiencia, transparencia e inclusión. Cuando no hay separación de poderes autónomos e independientes, como es nuestra caso,  la conflictividad tiene a dispararse y los gobiernos a reaccionar con mayor represión, con amenazas, imputándole a los propios ciudadanos la culpa de sus irresponsabilidades y  a relacionarlos con fuerzas extrañas y exteriores como parte de un plan o estrategia preestablecida.  No es casualidad que gobiernos de América Latina con graves problemas domésticos mantienen conductas y posturas similares (Argentina, Venezuela)
 En lo que respecta a nuestro país, a pesar de la magnitud y complejidad de la crisis, los venezolanos no han dejado de cancelar sus impuestos nacionales, regionales y municipales; prueba de ello son los records anuales de recaudación  de que se ufanan los entes recaudadores; aunque los ciudadanos notan no están siendo utilizados para  darle servicios oportunos y eficientes en materias de: alimentación, viviendas, salud, educación, seguridad, aseo, inversiones en infraestructuras: industrial, vial, civil, transporte, etc.
 El pueblo no puede pagar las consecuencias de los malos manejos de los recursos de estado, desviados gran parte a subvencionar ministerios, entes y empresas ineficientes, pagos de deudas internas y externas no aprovechadas para las cuales fueron asumidas, no haber hecho las inversiones necesarias en ciencia, tecnología para el progreso y desarrollo nacional. ¿Quiénes son los responsables?
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario