El mundo consciente anda por un lado, el
inconsciente por otro. El primero ocupado en la ciencia y las transformaciones
de la tecnología. Construyendo presente.
Previniendo futuro para hacerlo más asequible, incluyente y justo. Acortando
distancias y facilitando las comunicaciones y el transporte. Planificando el
progreso y el desarrollo de sus pueblos, de sus instituciones humanas.
El
segundo sigue distraído en la palabrería, en los hechos históricos, en el
pasado. Atosigado por la prédica ideológica y populosa. En donde los problemas
superan las soluciones. La injusticia a la justicia. El desorden al orden. La
corrupción a la decencia. Los ciudadanos se deben al Estado y no el Estado a
los ciudadanos. Atentando contra sus derechos de vida, sus derechos humanos. Administrando
el bien común nacional a discreción sin medir consecuencias económicas y sociales.
Ante esta cruda realidad, los seres humanos
debemos de entender que el bien común es propiedad de todos y no de una
oligarquía política. La sociedad es la única propietaria de los recursos del
estado. Por lo cual nunca debe renunciar a la exigencia de que los mismos sean
administrados siempre con eficiencia y transparencia. La historia registra
ejemplos positivos inspirados en principios éticos, donde el poder persuasivo
de la verdad es garante insustituible de las libertades, la justicia y la paz.
La lucha de justicia social ha de ser un
compromiso individual y colectivo. Con la finalidad de restablecer un
equilibrio entre incluidos y excluidos, entre trabajadores y desempleados,
entre ricos y pobres.
La población no pude ser indiferente frente a
la injusticia. Tomar conciencia de sus haberes humanos y ciudadanos, forma
parte de la brega política que debe asumir y ocuparse sin complejos, temor ni
prejuicios contra quienes les conculcan sus privilegios contra toda justicia.
La tecnología ha de ser el medio para los
cambios del espacio y del tiempo. Los avanzados en esta materia viven mejor y
más seguro. La cibernética -no tengo duda- ha sido la auténtica revolución de
la humanidad de todos los tiempos.
Las inversiones nacionales e internacionales
son necesarias e imprescindibles. Con imaginación creadora debe ser orientada
al desarrollo de los intereses nacionales asegurando el mayor éxito posible.
Recurriendo a la experiencia.
La vieja premisa de basar la economía sobre la
producción de materias primas básicas no ha tenido éxito. Quienes la siguen
aplicando hasta el sol de hoy, siguen siendo naciones débiles, con bajo poder
de negociación, con alta dependencia del mundo exterior a todo nivel. Con
miseria y pobreza importante.
El reto de los que todavía no se dan cuenta de
sus propias limitaciones para prosperar como patria, pasa por superar
internamente sus egoísmos y envidia. Están obligados a construir una unidad
capaz de hacer frente al orden imperante enemigo de libertades, del respeto y de
la paz.
Nuestro
país se encuentra sometido a mitos humanos y mitos inhumanos en esto de la
conducción de los destinos del Estado. Estamos sometidos a un régimen que apela
a la conciencia de sandeces, de mentiras, de engaños, de calumnias, de
injurias. Su accionar público no está basado en la razón pero si en los
sentimientos. Engrandece lo que no es
racional, no responde a la libertad del hombre ni a su dignidad.
El desafío no puede ser otro que el
desarrollo, no la revolución, como se nos viene insinuando desde hace 16 años,
donde ésta se sigue proclamando como medio y fin a la vez. Implica un
desarrollo armónico que no lo tenemos ni lo hemos tenido nunca. Capaz de
construir una nueva mentalidad política, económica, social y cultural. Una
nueva sociedad respetuosa de valores y de principios, inclusiva, de trabajo decente,
estable y duradero, con justicia. Donde cada venezolano tenga garantizado la capacidad
y la oportunidad de ser lo que quiere ser.
Ello implica una opción política distinta a la
que tenemos hoy en el poder, y a la que pretende sustituirla con las mismas
barreras, trabas y vicios. Una iniciativa consensuada, cimentada en la verdad,
el desarrollo de la ciencia y de la tecnología. El progreso es dar un paso más.
Toda realización grande es una sucesión de realizaciones pequeñas. Los grandes
no lograron el éxito repentinamente. Lo alcanzaron con paciencia, perseverancia
y constancia. Llegó la hora de la política mayúscula. Y de la voz del ciudadano
de primera para tener un país de primera.
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez51
No hay comentarios:
Publicar un comentario