miércoles, 4 de febrero de 2015

Fracasó modelo socialista



  La llamada izquierda venezolana revolucionaria, socialista, llegó a Miraflores con Hugo Rafael Chávez Frías en 1999, quien prometió acabar con  todos los males y abusos cometidos por los partidos de la IV república. Juró ante el pueblo, hacer de Venezuela un paraíso terrenal,  de prosperidad, “igualitario”, de justicia y de libertades.
 Lo primero que hizo el primer día fue declarar “moribunda” la constitución para llamar de enseguida a un proceso constituyente con la finalidad de crear una nueva constitución. Vale recordar que Chávez venía de capitanear una intentona golpista fallida contra el presidente de ese entonces: Carlos Andrés Pérez, el 4 de febrero de 1992.  El trabajo de cambio de perfil de militar  golpista por el de civil fue obra política de intelectuales, de distinguidos grupos económicos (oligarquía), de propietarios de los más importantes  medios impresos, radiales y televisivos, de un sector de la iglesia cristiana, y de personalidades partidistas con problemas de dominio en sus toldas, que miraron una oportunidad más para formar parte del “status quo del poder nacional”. Esfuerzo en vano porque “el tiro le salió por la culata” cuando el camuflado presidente demócrata comenzó a sacar las banderas del socialismo cubano pensando en la perpetuidad en el poder.
 Este experimento nos ha costado después de 16 años un elevado costo político, económico y social que hoy sufrimos las mayorías nacionales. El “futuro edén” sigue en deuda, como han quedado otros pueblos con ensayos similares.
 Los chavistas ahora maduristas, destruyeron lo que con tanto esfuerzo y sacrificio se había logrado en los primeros cuarenta años de democracia. No se podía esperar resultados distintos con un modelo centralista, excluyente, retrógrado y fracasado. Fabricante de pobreza, de divisiones, de  odios, de resentimientos sociales; donde solo la cúpula revolucionaria, sus familias y enchufados gozan de prerrogativas y prebendas que los distinguen vivir como reyes y capitalistas del resto de la sociedad venezolana.  
 Un sistema que reivindica la “socialización” como prédica constante pero que en la práctica muestra un desprecio por la autonomía e independencia del individuo; abrogándose de su accionar político, de la planificación de sus actividades como sociedad. Un compendio de aparentes buenas intenciones.
 Hay verdades irrebatibles e irrenunciables que los seres humanos no podemos dejar de valorar, defender y ¿por qué no? servirnos de “anti cuerpo mental” frente el dominio de quienes pretendan independientemente de la ideología apoderarse de nuestras vidas. Somos dueños de nuestras vidas, de nuestra propiedad. Nuestra supervivencia es inseparable de nuestras necesidades materiales, nuestros derechos terminan donde empiezan los del otro. El respeto a la propiedad ajena es la única garantía de paz.
 La solidaridad, la cooperación social, la participación en los quehaceres de la vida como país no requiere de imposición política de una mayoría, de un partido único, de un dictador, de un autoritario.
Venezuela, uno de los países más ricos y con las reservas más grandes de petróleo de América Latina atraviesa por graves problemas económicos: inflación sin precedentes, devaluaciones constantes, abultada deuda interna y externa, y un desabastecimiento progresivo de productos básicos, medicina,  nunca vistos en ese país, todo esto es el resultado de un modelo económico equivocado.
El único culpable de las colas, de la escasez, del bajo poder adquisitivo, de la improductividad, de la corrupción, de las violaciones de los derechos humanos, de la inflación, de  la delincuencia, de la miseria y de la pobreza es el gobierno nacional. No tiene excusas de ninguna naturaleza. Ha tenido todo, suficiente dinero, poderes públicos sumisos y apoyo popular. No puede seguir buscando “chivos expiatorios” para evadir responsabilidades constitucionales. Si no puede presidente, renuncie. Habrá otro mejor que lo haga. Piense en los 30 millones de venezolanos.
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51

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