Mi
venerado Niño Jesús, quizás no
entiendas porque una persona de mi edad te escribe esta carta, pero estoy
seguro, cuando la vayas leyendo entenderás su razón que no es más que el sentir
de casi treinta millones de venezolanos. Tú que todo lo sabes, y conoces, estoy
convencido tendrás piedad para interceder ante Dios Todopoderoso y ayudarnos en
nuestro propósito de compartir un país próspero, seguro y pacífico.
Por
la violencia muchos hermanos y hermanas, ya no están con nosotros. Hogares
huérfanos abundan por doquier. Las cifras de ambas tragedias crecen
exponencialmente, a pesar de los planes de seguridad implementados.
La alimentación ya no es la misma. Escasea.
Igual la medicina. El dinero no nos alcanza. Los precios de productos, bienes y
servicios andan por las nubes. Los empleos son precarios e inestables. En su
mayoría no son decentes como lo exige la Organización Internacional del Trabajo
(O.I.T.). Miles de profesionales y técnicos carecen de oportunidades de
trabajo, muchos ocupados en faenas distintas para los cuales se prepararon.
La educación no es prioridad de Estado. Los
aportes presupuestarios son insuficientes y tardan en ser entregados, afectando
su desarrollo. Maestros y profesores no ganan acorde con su valor estratégico
de capacitación.
La salud problema existencial. Hospitales ya
no prestan un servicio integral como antes, no proveen de medicamentos, de
servicios óptimos de laboratorio, muy poca disponibilidad instrumentaría y de
materiales.
95% de las divisas recibidas en el país
provienen del petróleo, cuyo precio en estos momentos anda muy por debajo de lo
estimado en el presupuesto nacional, creando un desequilibrio fiscal de suma
preocupación, sobre todo cuando se ha hecho un daño estructural a la economía
privada. Amén de la deuda total e hipoteca nacional.
Nada
más dañino como la lucha de clases instaurada como política ideológica para
dividir la sociedad, impregnándola de odios y resentimientos sociales cuya
secuela se ve reflejada en una conducta alejada de humanidad en sectores
fanatizados. Ser pobre es bueno. Ser rico es malo. La consigna.
No sé si sabes Niño Jesús, de todos modos, te lo recuerdo, en estos últimos quince
años hemos elegidos dos presidentes de la República, a ambos se le dio plenos poderes y confianza para hacer realidad
su compromiso de mejorar la calidad de vida integral de los nacionales. No todo
lo han cumplido. Hoy más que nunca nos sentimos como ciudadanos más inseguros,
más empobrecidos, más excluidos, menos tratado con igualdad ante la ley y las
normas.
Hay demasiado cosas por explicar, por justificar, por aclarar, por rendir
cuentas de actos indebidos e inhumanos cometidos por ellos. Con la complicidad de
unos poderes públicos que han actuado sin equilibrio e independencia.
Por su parte, la ciudadanía no escapa también de
su responsabilidad. No ha sabido cumplir con sus deberes y obligaciones con
constancia y perseverancia. Igual la dirigencia partidista. No ha estado a la
altura y a la exigencia de los tiempos de hoy como alternativa de cambio y
esperanza.
Como te habrás podido dar cuenta Niño Jesús, esta no es la carta
tradicional para pedirte juguetes. Lo que te estamos implorando con ésta, es que entre en las
mentes del presidente, de los gobernadores, de los alcaldes, de los dirigentes
políticos para hacerlos entender y practicar el poder no como un privilegio e instrumento para
servirse asimismo sino para servir a la
gente sin distingo de posición económica, política o social alguna. Para
garantizar a todos el derecho a la vida. Sus derechos humanos. Sus derechos
constitucionales. Asumiendo las políticas públicas con eficiencia.
Administrando los recursos económicos y financieros del Estado con absoluta
transparencia.
La patria es de todos. Queremos un país que
nos permita sentirnos orgullosos, unidos e identificados con nuestra historia
independentista, con nuestras costumbres, con nuestros valores y principios
patrios, con nuestras riquezas, con el progreso y desarrollo nacional, donde
haya garantías de capacidades y de oportunidades por igual a todos.
La Buena Noticia, la Buena Nueva, sería que al
inicio del 2015 hayamos entendido que el diálogo fecundo entre todos los
sectores solo podrá asegurarnos no tener otro año más de miseria y pobreza. Feliz Navidad.
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez51
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