martes, 11 de noviembre de 2014

Gobierno requiere de control parlamentario en 2015



 La democracia se caracteriza por establecer pesos y contrapesos entre los poderes del Estado para lograr gobiernos civiles, de leyes, garantes de la libertad y de la participación ciudadana. Con la misión  de defender derechos fundamentales tales como los de la vida, de la libertad individual, del debido proceso y de la propiedad privada.
 El Parlamento  se creó para ejercer un control político sobre el poder Ejecutivo: exigiendo rendición de cuentas y juzgando los ministros y demás funcionarios del gobierno si se determina que su desempeño ha sido contrario al interés de la nación. Para  investigar y evaluar la utilidad de ciertas políticas públicas o gastos realizados según el beneficio o perjuicio que haya generado al país, conocer cómo y en qué se invierten los recursos manejados por los diferentes organismos públicos (nacionales, estadales y municipales), aprobar o no el gasto de más recursos , determinar la conveniencia o no para la nación de firmar tratados o convenios con otros Estados u organismos internacionales; participar en la designación de funcionarios de otros poderes públicos (magistrados, rectores electorales, contralor, defensor del pueblo, fiscal general, etc.) y hasta solicitar la remoción o destitución.
 La nación está en crisis. No se puede negar ni ocultar. Se está en apuros no solo en lo político, en lo económico, en lo social sino también en lo moral y en lo ético. Agravada por la no separación de poderes. Situación que han ignorado los asambleístas de hoy. No así, los ciudadanos, que  la sentimos en carne propia  cuando se va al mercado y no se consigue lo que necesitamos, cuando nos damos cuenta de los altos precios de los alimentos, de los bienes y de los servicios, cuando apreciamos el poco valor de la moneda; cuando no encontramos oportunidades de empleos directos e indirectos, cuando sentimos temor al salir de día o de noche por el auge delictivo; cuando se acude a un hospital y no hay la medicina recetada, cuando no se encuentra justicia oportuna y adecuada para dirimir un conflicto o litigio o delito.
 La Asamblea Nacional (AN) dejó de funcionar desde hace mucho tiempo. Optó por la más fácil, otorgar  poderes especiales a los últimos dos presidentes de la república mediante leyes habilitantes; leyes que por lo general se conceden en probadas emergencias catastróficas. La AN renunció su función contralora del poder ejecutivo; convirtiéndose en un brazo político del gobierno para acatar y aprobar sin reservas observaciones, propuestas y cuantas solicitudes y exigencias éste le solicita. Cuando la bancada de la Oposición ha solicitado incluir en la agenda de sesión ordinaria temas relacionados con: malversación de fondos, con violaciones de derechos humanos y democráticos, con abusos y arbitrariedades de funcionarios públicos, la economía en general, la seguridad,  la salud, etc.,  la directiva no lo ha permitido, incluso, a muchos de ellos se les ha prohibido hacer uso del derecho de palabra.
 En resumen, el Poder Legislativo Nacional en la práctica cesó sus funciones como Poder Público, para operar como una instancia subordinada políticamente al Ejecutivo. Su legación ya no es la de representar a los ciudadanos a que se debe constitucionalmente, ni la de hacer del hemiciclo el centro natural para el debate plural  de las materias de interés de la república,  la de control político, la de hacedor de leyes justas con equidad social; simplemente sus competencias se han reducido a la legitimación de decisiones del gobierno dándole una apariencia democrática y constitucional.
 Estas son, entre otras, las razones por las cuales en esta coyuntura la inmensa mayoría de compatriotas dicen no sentirse representados por los diputados, ni con la institución propia por dar la espalda a los excesos derivados de la concentración del poder en manos del Ejecutivo.
 El próximo año habrá elecciones legislativas para escoger los nuevos 165 diputados. Al pueblo elector se le presenta otra oportunidad brillante, por lo menos, para recuperar la institucionalidad y gobernabilidad a fin de facilitar el restablecimiento de un mejor control del gobierno, por ende, del orden, hoy relajado y entredicho. ¿Cómo? Tomando conciencia: 1. De la grave crisis sin control que tenemos  entre nosotros. 2. Tener en cuenta que la bancada de diputados oficialista se les venció el tiempo para haberla controlado y no lo hizo en 15 años; a pesar de haber sido mayoría legislativa.  En todo este tiempo sus mayores esfuerzos se orientaron a llevar adelante el proyecto revolucionario del Socialismo del siglo XXI, el cual nada tiene que ver con lo estipulado en la Constitución Nacional del 99.
 Por todo lo anterior, si queremos un cambio en el Statu quo político legislativo, se requiere de un voto mayoritario popular en 2015 a favor de la Oposición para garantizar el contrapeso del gobierno; obligarlo a negociar, a dialogar con todos los sectores de la vida nacional en la búsqueda de un punto de encuentro que nos una como sociedad en defensa del progreso y del desarrollo nacional, con libertades y justicia.
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51                                

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