PORTACHUELO
Por: René Núñez
¿Vivir dependiendo del Estado
o vivir independiente con apoyo del Estado?
La vida no hay que
interpretarla, hay que disfrutarla a placer. Por naturaleza es libre. Esa
libertad le da al ser humano el derecho a definir su futuro. Sus destinos. A ser
protagonista de su propia misión de vida. Con respeto y reconocimiento de las
otras misiones de vida de sus semejantes con iguales deseos de regocijo. Es
aquí cuando la libertad comienza a tener límites y espacios comunes y no
comunes, que requieren de reglas claras de convivencia, de equidad social,
mediante el imperio de un Orden o gobierno para todos por igual; de un sistema
administrador de razones y de verdades con objetividad, equilibrio y capacitado
para sancionar a los que infrinja o se desvíen de las normas y de las buenas
costumbres.
Para evitar la anarquía, con el transcurrir de
los tiempos modernos, nace el Estado como garante de la sociabilidad. Muy
recientemente, la democracia, el fruto
más preciado de ese proceso evolutivo, pues, el sistema político de vida que
más cercano ha llegado a la justicia humano-social.
El tema de esta semana para la reflexión y
discusión como sociedad, es si debemos
convivir bajo la sombra o dependencia
del Estado o si debemos convivir con independencia con apoyo del Estado. ¿Los
ciudadanos se deben al Estado o el Estado se debe a los ciudadanos?, un
dilema que debemos tener claro los venezolanos
para desenmarañar una cultura política, donde ha prevalecido los favores, el
protagonismo y personalismo de los gobiernos y los dirigentes. Un jaleo que los venezolanos tenemos que resolver
y debatir sin complejos ni prejuicios a todo nivel para entender una realidad
que por la fuerza de la costumbre nos tiene confundido como sociedad. Una
sociedad que pareciera haber renunciado a sus destinos y hasta ahora no ha sido
capaz de darse cuenta de los desaciertos, de los errores y de los horrores que
se vienen cometiendo desde el Estado contra su propia naturaleza humana, contra
sus derechos humanos, contra sus libertades.
No se puede ocultar este último lustro, la
intencionalidad del régimen de turno de legitimar una situación de sujeción, de
dependencia en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural; de
modo tal que la voluntad del ciudadano común se vaya reduciendo o anulando en
la toma de decisiones fundamentales como sociedad libre y democrática. La
asfixia y su desmovilización, bajo la fuerza de la amenaza y del chantaje,
forma parte de una realidad social deprimente y excluyente.
A nivel de discurso se juega con el concepto
político de independencia y de soberanía nacional. Como nación. Como Estado.
Pero, a nivel de población, no hay garantías de gobierno para que los
ciudadanos ejerzan como derecho natural sus propias determinaciones de vida.
En el pasado se luchó contra el colonialismo:
la dependencia de sistemas autoritarios de gobiernos extranjeros; hoy en día,
si bien es cierto no somos una colonia de la otrora monarquía española, no es
menos cierto se está ante el potencial de un nuevo tipo de colonialismo; donde
el Estado es el nuevo colonizador de las vidas de los venezolanos, al cual ha
de deberse, de respetarse, de obedecerse, independientemente si lo hace bien o
mal.
Las libertades, los derechos humanos, la
autonomía e independencia individual y colectiva de los venezolanos, son
derechos naturales y constitucionales irrenunciables. Por la vía de la
arbitrariedad y la inmovilización, muy difícil hacer de la convivencia social
un goce humano. Por ello, hemos de levantar la mirada y revisar con conciencia otra
opción de Estado, facilitador de la paz, de la concordia y de la armonía para
lograrlo. Un Estado administrado para apoyar de manera incondicional la cultura
de la vida, la de la convivencia social libre; garante de la igualdad de todos
en el trato ante la norma o la ley, respetuoso de la diversidad de pensamientos
y de acciones, de la participación y de la solidaridad humana.
En las sociedades modernas, con calidad de
vida integral, los pueblos son independientes en el pensar y en el obrar, son
libres, valoran el trabajo, ingeniosos para buscar sus propias oportunidades de
crecimiento y de bienestar, obviamente, con apoyo de un Estado y unos gobiernos
muy claro hasta donde llegan sus límites, donde comienzas los de los
ciudadanos. Creadores de capacidades, de oportunidades; preocupados y ocupados
de la salud, de la educación, de la seguridad y de estimular todas las
posibilidades para que haya inversiones productivas, por ende, empleos, en las
áreas que interesan al desarrollo nacional que es el desarrollo de sus
nacionales.
El Estado más eficiente y más transparente es
aquel que delega responsabilidades y funciones. Cultiva, protege, defiende y
fortalece la clase media. Reduce la miseria y la pobreza, creando riquezas
materiales y humanas. Estimula la excelencia, la competitividad, y mantiene en
alto siempre la moral y la ética pública y ciudadana. Pero por encima de todo, su mayor
responsabilidad es la de abrir y despejar sendas a las generaciones de hoy y
las que vienen atrás para que disfruten con sosiego sus vidas.
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunez51
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