martes, 23 de septiembre de 2014

Desarrollo sin diálogo no es posible



 Continuamos polarizados como sociedad, en un laberinto sin salida “por ahora”, acorralados por la indiferencia y la insensibilidad política y humana de quienes hoy gobiernan (oficialismo) y de quienes aspiran a ser gobiernos en lo nacional, en lo regional y en lo municipal (Oposición) al no asumir el diálogo como recurso de inteligencia humana para resolver diferencias y conflictos. Cada uno por su lado, intentando demostrar capacidades y fuerzas que en la práctica no se corresponden con los resultados de bien común menos con las responsabilidad constitucionales de trabajo armónico con visión compartida del presente y del futuro de los destinos de la nación, con un modelo de inclusión garante de las libertades, del orden, de la justicia y de la imaginación creadora de riqueza y de bienestar de los ciudadanos.
 El régimen como estrategia lleva más de 15 años dividiéndonos, obligándonos a creer en su única verdad, la cual nadie puede negar le ha dado frutos políticos. La Oposición, por su lado, tampoco ha podido cumplir con su  rol de alternativa democrática; para explotar una gestión de gobierno maula, corrupta y excluyente donde lo ideológico ha privado sobre lo económico y lo social. Entretanto, el pueblo en general ha estado  reclamando soluciones a sus problemas del abastecimiento, de los servicios públicos, de la inseguridad, del empleo, del poder adquisitivo empobrecido, entre otros, sin esperanza alguna materializada.
 La MUD ha estado siendo muy cuestionada por sus desacuerdos internos, generando baja confianza y credibilidad.  La gente tiene dudas y sospechas por la manera como viene siendo dirigida,  no se ponen de acuerdo en lo fundamental como lo es en el accionar unitario; cada partido tiene una propuesta, un mensaje, una agenda, una visión diferente de enfocar la estrategia opositora.
Dentro de esa dispersión, tanto en el gobierno como en la oposición, hay que reconocer sigue existiendo espacios políticos y democráticos  para dar la lucha contra la violencia, venga de donde venga. Está demostrado que violencia genera más violencia. Los demócratas de convicción y de humanidad  no podemos permitirla menos ser cómplice de su propagación.
 Desde las propias entrañas del Estado se produce violencia cuando no se cumple a cabalidad las políticas públicas, cuando se producen abusos y violaciones de  normas, cuando no funcionan los tribunales de justicia. Como secuela de lo anterior, se viene engendrando en los ciudadanos otra violencia, quienes ante la impunidad y la exclusión tratan de tomar justicia con sus manos. Frente a esta triste y deprimente realidad social,  no hay otro  instrumento más idóneo como el diálogo para evitar el desorden y la anarquía, independientemente de su alcance y complejidad.
  Los intentos, los fracasos que se han dado en esa dirección, son parte de un proceso que ha de allanarse hasta imponerlo por voluntad mayoritaria a través del voto. La historia está llena de ejemplos en el mundo de como la paz dominó la violencia cuando sus pueblos la entendieron y asumieron como condición de vida humana, sin disparar una bala.
 Las mayorías nacionales apuestan por una salida pacífica, concertada, incluyente, constructora del camino de la  prosperidad, de la seguridad social, de la justicia, del bienestar individual y colectivo. La violencia es el arma  de los enemigos de la razón, de la verdad, de la justicia, del bien.
 En ese orden de ideas, comparto sin complejos ni prejuicios, la necesidad de retomar las conversaciones con el gobierno, paralizadas hace cuatro meses. Pero, ojo, primero, dirigentes opositores deben dar un ejemplo de ejercicio sincero de diálogo dentro de la MUD. La doble moral, no lo ha facilitado hasta ahora.
 Con el nuevo Secretario de la UNASUR, Ernesto Samper, un demócrata reconocido, expresidente colombiano, se abre una oportunidad para reactivar ese encuentro con el gobierno nacional. La Oposición unida debe dar el primer paso convencido de sus dificultades pero también de sus posibilidades de detener, en lo posible, la destrucción nacional; la de lograr mejores condiciones para el respeto de los derechos democráticos y humanos.  
 Paralelamente, la MUD debe iniciar otro esfuerzo similar  mucho más amplio y retador para transformarse en una auténtica fuerza alternativa democrática con organismos empresariales y comerciales, gremios profesionales y técnicos, organizaciones sindicales, universidades, estudiantes, ONG, iglesias, consejos comunales.  Trabajar con ellos sin tregua hasta lograr un consenso social por la prosperidad, la seguridad, el bienestar individual y colectivo, donde todos nos sintamos satisfechos por la calidad de vida que nos merecemos como ciudadanos, como seres humanos, como nación civilizada amante de la paz y de las libertades. Hay una toma de conciencia en progresión a todo nivel. La oportunidad para canalizarla.
  Esa consulta colectiva, pasa por lograr un sentido de identidad y de pertenencia, unidos como fuerza se puede demostrar que la felicidad social prometida por los revolucionarios nunca va a llegar por el camino por  donde nos llevan.  Esa discusión no debe excluir temas, tales como:
1) Lo social, para invertir los mayores recursos  en generación de capacidades humanas e infraestructura social y productiva.
2) El crecimiento económico sostenido, para contribuir con el desarrollo social, mediante la creación de oportunidades (empleos), que permita al ciudadano forjar su propio futuro
3) El diseño y la ejecución de una política ambiental, para el mejoramiento de la calidad de vida y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales para las generaciones actual y las futuras
4)  Una conciencia ciudadana, capaz de asumir sus derechos y deberes participando en la toma de decisiones públicas de manera activa y organizada en procura del bienestar colectivo
              
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51

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