La Siderúrgica del Orinoco “SIDOR” fue una
empresa productiva, una escuela para todos los que tuvimos la oportunidad de
laborar durante decenas de años. Testigos de excepción de lo que significó para
la región, para el país, para nuestras familias. La identidad y el sentido de
compromiso y pertenencia, lo llevamos siempre bien en alto con mucho orgullo.
En especial la formación técnica, administrativa y operacional recibida -no cabe duda- enriqueció y potenció nuestro
conocimiento con el cual hoy fuera de ella, ha sido vital en la vida
profesional y técnica del cualquier sidorista.
En
los años setenta, durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, facilitado por el boomerang petrolero, se da
el ejecútese al proyecto más importante de la época en América Latina en cuanto
a inversión y complejidad, como lo fue la ampliación y modernización de Sidor, Plan
IV, generador de más de 10 mil empleos directos y otros miles indirectos.
Para cumplir con semejante reto, hubo necesidad de contratar recursos humanos
de todo nivel y especialidad en el extranjero; pues la demanda superaba
abiertamente a la oferta del mercado laboral venezolano.
El primer problema de funcionamiento de la
factoría del acero se presenta durante el segundo mandato presidencial de
Rafael Caldera, cuando el precio del barril del crudo criollo cae
estrepitosamente, llegando hasta $ 8/barril; obligando el Estado y el gobierno por
insuficiencia de caja trasladar directamente a Sidor la deuda financiera del
Plan IV de 720 millones de dólares. Compromiso que resultó muy difícil de
cumplir en una coyuntura cuando los intereses financieros internacionales subieron
drásticamente, haciendo la siderúrgica inviable para seguir compitiendo en un mercado
nacional e internacional tan exigente y competitivo como lo es el del acero.
Este desequilibrio financiero y económico obligó
al gobierno de Caldera, en contra de su voluntad, evaluar la alternativa de privatización de Sidor; la cual después de grandes discusiones
en lo político y en lo laboral fue aprobada en el extinto Congreso Nacional, no
había otro opción para mantenerla abierta.
El 18 de diciembre de 1997 se suscribió el
contrato compra venta con el ganador de la licitación pública internacional: Consorcio
Amazonia, integrado por empresas Hylsa de México, Sideral de Argentina, Sivensa
de Venezuela, Tamsa de México y Usiminas de Brasil, acordándose como precio
base de 1.550 millones de dólares. En 1998 la Sidor privatizada inició sus
operaciones para alcanzar estándares de competitividad internacional en el
mercado siderúrgico, heredando una producción
de acero líquido de 2882 Mtons en 1998 que después la elevó a 4307 Mtons
en 2007.
De este proceso se destaca -sin duda- los
beneficios concedidos por el Estado democrático a los trabajadores, no solo por
habérseles otorgado el 20% del total de las acciones sino también por el
paquete de liquidación atractivo ofrecido para su salida. Esta estrategia
laboral facilitó la reducción de una nómina de 12 mil a 5.482 empleados.
Por razones populosas e ideológicas en 2008, Sidor fue re estatizada por el gobierno de
Hugo Chávez Frías, procediendo a cancelar el monto total de la compra del 51 %
de las acciones a sus acreedores (“capitalistas” argentinos), el cual hizo
efectivo hasta el último dólar, incluyendo las moratorias de pago estimada en 45
millones de dólares.
6 años después tenemos una empresa dando
pérdidas, con una producción inferior a las 1.400 Mtons, una nómina de 14 mil
trabajadores. Con una masa laboral insatisfecha porque no se le revisa su
convención colectiva desde hace cuatro años, sin reconocimiento de sus
beneficios, donde no hay reposición de repuestos e insumos, con deudas internas
y externas que no puede cumplir. Para completar su criticidad, Chávez cambió la misión de empresa rentable
a una empresa de utilidad pública o
social. Con más de 2000 trabajadores en comisión de servicios que para
nadie es un secreto están en funciones de proselitismo político del régimen. 6
presidentes la han dirigido, casi todos militares, sin conocimiento y
experiencia del negocio del acero. La estrategia ideológica de dividir el movimiento
sindical, desvalorizando sus luchas y sus conquistas, para introducir figuras
autoritarias como “Consejo obrero” “Consejo de fábrica”.
Los resultados están a la vista, una empresa
prácticamente en proceso de quiebra técnica y financiera, donde el régimen ha
jugado siempre lo político ideológico como prioridad y no -su deber ser- lo productivo. ¿Qué hacer con SIDOR? El
gobierno debe responder, hablar claro con racionalidad, sensatez y sin
dilación: 1) ¿Asumirá su recuperación, invirtiendo unos 2500 mil millones de
dólares de inicio, con una gerencia y un equipo idóneo de probada experiencia
siderúrgica, con autonomía e independencia operativa, técnica y administrativa? 2) ¿Abrirá un proceso de licitación pública
internacional para lograr un aliado estratégico que compre el 51% de las
acciones, si es que hay interesados en invertir en ella bajo un sistema como el
que tenemos?
Presidente del Ifedec, capítulo Estado
Bolívar @renenunez51
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