lunes, 18 de agosto de 2014

¿Alzheimer político?



 Como todos sus similares, el régimen de turno ha cumplido en estos quince años -al pie de la letra- la estrategia de obligar a sus seguidores y a sus opositores a no hacer uso de la memoria descriptiva de las tropelías que a diario cometen en flagrancia, violando normas, derechos constitucionales y humanos.
 Se ha valido de la masiva y abusiva propaganda mediática para distraerlos y desorientarlos con una agenda adelantada de permanente confrontación y discusión de temas irrelevantes, nada que ver con los graves problemas estructurales económicos, sociales, laborales, de empleos, de orden, de disciplina, de justicia, de progreso y desarrollo nacional.
 Ni dentro del sector oficialista ni dentro del opositor, nadie está dispuesto asumir su cuota de responsabilidad en lo que ha pasado con la destrucción del país. Bien sea por haber apoyado o por haber votado o por dejar de ser, por dejar de hacer o por dejar de participar para impedir la desintegración de una sociedad que hasta hace poco con sus virtudes y fracasos se mantenía unida en cuanto a identidad y sentido de pertenencia nacional.
 Mucho se habla de decencia y de democracia,  tanto en un lado como en el otro, pero el autoritarismo, la dedocracia, la resistencia a la rotación de liderazgo y a los cambios de paradigmas, forma parte de una conducta política dominante y excluyente.
 La revolución chavista, ahora mezclada con la madurista,  no ha  hecho realidad cambios prometidos en 1998, a pesar de haber tenido y lo siguen teniendo control de poderes públicos, apoyo popular y recursos financieros provenientes de la renta petrolera. Se les ha pasado el tiempo echando la culpa al imperio norteamericano y a la Oposición de sus falencias e incumplimientos de sus responsabilidades gubernamentales. Entretanto, se someten a otros dominios imperiales más inhumanos, ajenos a nuestra cultura, a nuestra historia, a nuestras costumbres, a nuestro idioma, a nuestras creencias religiosas, a nuestros valores, a nuestra realidad continental.
 Los dirigentes oficialistas inconformes con lo que están viendo de gobierno y dirección, tampoco aprovecharon su reciente congreso del Psuv para plantear renovación y rectificación de las políticas públicas, incluyendo la separación de la dirección del partido a jefes de gobierno, por no atender sus reclamos sociales y laborales para los cuales dieron su apoyo electoral.
 Por el lado de la Oposición, las fuerzas han estado dispersas, con intereses y visiones distintas de la estrategia común para convencer a las grandes mayorías nacionales de la necesidad de cambio del gobierno y del sistema. No ha sido posible a la fecha amalgamar propósitos, objetivos y ejecutorias comunes bajo la figura de una alternativa democrática amplia e incluyente capaz de sumar los que ya no están dispuestos a esperar más tiempo por los que hoy regentan sus destinos.
 En la MUD, no se puede negar la existencia de una división emocional hasta ahora no superada con prudencia y convicción democrática. Mientras grupos de Leopoldo López, de María Corina Machado, de Henrique Capriles Radonski, de Antonio Ledezma, de Henry Ramos Allup, de Roberto Enrique, y otros disímiles factores radicales enemigos del diálogo, obren por separado con mensajes, mecanismos, organizaciones paralelas y enfoques diferentes, difícilmente se podrá llegar a un punto de encuentro inspirador de confianza y esperanza para la Venezuela próspera, segura y libre que soñamos y nos merecemos todos los venezolanos.
 El Alzheimer no escapa a ningún sector político y no vale la pena mencionar ninguna en especial porque todos sabemos cuáles son. El reto, para ambos sectores, recuperación de la pérdida de memoria de nación, hacerse cargo de sus problemas internos y ofrecerle al país soluciones.
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51

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