Tristeza, confusión y contradicciones de país.
Se nos cae a pedazos, no nos damos cuenta. La dirigencia política no termina de ponerse
de acuerdo para detener la destrucción de lo que se había logrado en el pasado
con esfuerzos y sacrificios. Su institucionalidad, sus empresas, su economía de
mercado, sus libertades.
La auto estima ciudadana sigue en baja. Se observa
una mitad de sociedad dividida, incapaz de diferenciar el bien común del mal
común. Tanto en lo individual como en lo colectivo. La catástrofe social sigue
en aumento; entretanto, siguen en el poder un grupo de funcionarios con amplias
libertades enriqueciéndose a través de negocios turbios, con prebendas y prerrogativas exclusivas; otro
grupo político hacendó de la crisis una oportunidad de poder y de negocios; otro indiferente, a pesar de estar sufriendo en
carne propia las consecuencias económicas y sociales; y un último intentando aunar
esfuerzos en la construcción de una alternativa democrática creíble y respetada
donde todos quepan sin distingo alguno.
Si hay algo donde coinciden las grandes
mayorías nacionales es en su desagrado y descontento por la Venezuela de hoy,
no es la que quiere ni desean mantener porque conspira por naturaleza contra su
progreso y desarrollo libre.
Se está ante un modelo político que no valora
la educación libre y formal ni la
considera su prioridad. Con un entramado institucional político-económico-social
enemigo de libertades, no concebido para combatir la corrupción, la escasez y las violaciones de
derechos humanos.
Qué no cree en el desarrollo de los pueblos,
basado en mejoras de las condiciones de vida de sus ciudadanos a través de un
incremento de los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y
complementarias. Tampoco en la libertad del ciudadano para ser o hacer lo que él desea ser o hacer.
Unos jefes de gobierno que se encadenan a
diario abusando de los medios y de la opción ciudadana para oír la radio o ver por televisión su programa
predilecto. Con doble moral, por un lado hablando de prosperidad, y por otro
destruyendo e irrespetando la propiedad privada. Fortaleciendo al débil (pobre)
a cambio de debilitar y destruir al
fuerte (rico). Imponiendo sanciones, sueldos y condiciones laborales con amenazas
y descalificaciones permanentes, a quien emplea y paga salarios. Un régimen que
regala, subsidia, financia, gasta dinero de sus nacionales para dárselo a otros
gobiernos a cambio de solidaridades convenientes e ideológicas. Llevan casi 16
años, debilitando y dividiendo una clase
media que antes de llegar ellos, era fuerte y amplia.
Si bien es cierto la cultura política sigue
siendo la misma: rentista y mesiánica, no es menos cierto que la cultura de hoy
es mucho más rentista y más depravada. Permisiva y encubridora. Se alejaron de
valores y principios claves y esenciales de cualquier proceso de desarrollo
nacional. ¿Cuáles son esos?
La ética como principio básico. La integridad.
Contar con líderes íntegros, capaces de liderar las transformaciones acompañados
de un equipo idóneo, inteligente y con la sinergia adecuada para lograr con
éxitos los objetivos y las metas trazadas. Un liderazgo y un grupo de
colaboradores inspiradores de confianza, de credibilidad, de entusiasmo. Responsable.
Respetuoso de normas, leyes y reglamentos. Con amor al trabajo. Valorador del
capital o de la inversión tanto pública como privada. Con deseo de superación. Puntual y disciplinado.
Ningún pueblo en el mundo ha logrado un nivel
de calidad de vida integral sin valores y principios. No será éste el problema o
las razones ¿por qué estamos como estamos como nación? ¿Qué estamos haciendo o
esperando para entenderlo? Lo tenemos todo pero seguimos siendo una nación
atrasada.
Este tema hay que abordarlo y llevarlo con
mayúscula al debate nacional. Las alforjas repletas de propuestas y de
iniciativas que cada grupo tiene para superar la crisis son importantes pero sin
“Moral y Ética” de nada servirán.
No es, el espíritu de descalificar el que me
inspira, ni pretendo erigirme en acusadores implacables frente al “Status quo”
político de los difíciles tiempos que vivimos. No. Me mueve el celo por la construcción de un
país decente, más justo y más humano. Donde todos podamos hacerlo sin angustias
pero con plenas esperanzas. Cada uno aportando lo que le corresponde. Sin desmeritar
el espíritu crítico constructivo cuando sea
necesario. Si queremos que nos comprendan, debemos estar listo para comprender.
Para triunfar es necesario creer que podemos triunfar.
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar @renenunez51
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