martes, 1 de abril de 2014

Crisis, diálogo y democracia



 Hoy se está ante una crisis nacional sin precedentes en nuestra historia democrática. Compleja por su origen, alcance y contradicciones. No es casualidad su realidad. Ni tampoco coyuntural como pretenden algunos interpretarla. Es estructural. Producto de unas primeras causas que  nacieron desde las entrañas mismas del ejercicio democrático, y que facilitaron otras distintas después
 La cultura política criolla se ha caracterizado por tener una visión cortoplacista de los temas de interés nacional; por lo general ha privado  el “borrón y cuenta nueva” tanto en lo político como en lo económico; no ha existido continuidad administrativa desde el poder. Resistencia a los cambios. El análisis de los conflictos se ha concentrado en el estudio de los efectos más no de las causas que los originan. Prueba de ello, la situación actual del país. Protestas de calles por doquier, reclamando al gobierno soluciones claras y reales a los problemas de escasez, de inseguridad, de impunidad, de justicia, de corrupción, de abusos y arbitrariedades jurídicas y humanas, de restricciones de libertades individuales y colectivas, pero sin identificar y atacar las verdaderas causales que los producen
 Para facilitar la comprensión de lo que nos está pasando como sociedad; me parece oportuno recordar algunos hechos históricos que tienen responsabilidades directas e indirectas en las graves dificultades que padecemos hoy en día y donde la dirigencia política  ha tenido mucho que ver por aquello de “dejarlo hacer” “dejarlo pasar”  por conveniencia o ignorancia de las consecuencias en el tiempo.  Ellos son: 1) El desconocimiento del triunfo de Eduardo Fernández como candidato presidencial de Copei en el Poliedro de Caracas por parte de Rafael Caldera; la referencia ética y representativa de la democracia ese entonces, un mal ejemplo, 2) La posición asumida por Eduardo Fernández en defensa de la institucionalidad democrática frente al fallido golpe del 4 de febrero de Chávez; la cual no tuvo la solidaridad y comprensión del status quo democrático del momento para rechazarlo a plenitud; por el contrario, Rafael Caldera, de nuevo,  se hace presente en esta fábula  para sacar provecho político electoral ante el congreso con su discurso populoso justificando razones de la intentona golpista; posición que meses después lo catapultó como presidente de la república por segunda vez, 3) Declaración de moribunda de la constitución del 61 por Chávez, el día de su toma de posesión, acto donde se negó a recibir la banda presidencial de Rafael Caldera. 4) La Constituyente convocada por Chávez para asegurarse tres puntos de honor para el arranque de su proyecto autoritario en democracia: el primero, llevar el período presidencial de 4 a 7 años (al final quedó en 6) contados a partir de la aprobación de la nueva constitución del 99; segundo, la reelección indefinida, y tercero, la eliminación de la cámara del Senado, 5) La decisión de los partidos de oposición de no participar en las penúltimas elecciones parlamentarias; la cual facilitó el dominio absoluto del chavismo para aprobar e iniciar la ejecución del plan socialista comunista cubano, aprobando nuevas leyes, reformando códigos, como el penal,  instrumento  utilizado ahora por el régimen con absoluta discrecionalidad e interpretación (instigación a delinquir, instigación al odio, cierre de vías, etc.) para amedrentar, encarcelar y enjuiciar a ciudadanos considerados enemigos de la revolución sin importar género y edad. Cabe mencionar que el referendo le dijo NO a esos propósitos.
 Las secuelas están a la vista de todos: desmantelamiento de la institucionalidad democrática, no hay separación de poderes, no hay estado de derecho;  destrucción progresiva de la economía libre y de mercado, restricciones de las libertades, concentración de las decisiones del estado en un solo poder, el ejecutivo. Se ha logrado desde un modelo político, económico y social retrógrado, contrario al espíritu y alcance de nuestra Carta magna de vocación democrática   
 Los conflictos ha sobrepasado la capacidad de respuestas de la administración pública. Ésta no ha dado muestras de interés para resolverlos con respeto democrático y dignidad humana.   El gobierno dice estar dispuesto al diálogo, pero lo impide cuando dice no aceptar condiciones ni agenda. Es decir “soy yo” el que va imponer lo que ustedes deben acatar como soluciones. Eso no es diálogo sincero y constructivo.  Desde las esferas del poder al unísono se sigue predicando  “la revolución vino para quedarse” “No hay vuelta atrás”. “Una revolución pacífica pero armada” “No volverán”. El reto democrático es insistir en el diálogo y los temas a tratar deberían ser: a). Desequilibrios constitucionales y de poderes públicos (separación de poderes), renovación de autoridades con períodos vencidos, rectores del CNE, magistrados, nombramiento del Contralor general, jueces de tribunales, entre otros,  b) Desequilibrios económicos (importación, producción privada nacional, alto gasto público, inflación, otorgamiento de divisas, ayudas a otros países, deudas laborales y privadas), y c) Amnistía total de presos políticos y estudiantes
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunezr 

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