Hoy se está ante una
crisis nacional sin precedentes en nuestra historia democrática. Compleja por
su origen, alcance y contradicciones. No es casualidad su realidad. Ni tampoco coyuntural
como pretenden algunos interpretarla. Es estructural. Producto de unas primeras
causas que nacieron desde las entrañas mismas
del ejercicio democrático, y que facilitaron otras distintas después
La cultura política criolla se ha
caracterizado por tener una visión cortoplacista de los temas de interés
nacional; por lo general ha privado el “borrón
y cuenta nueva” tanto en lo político como en lo económico; no ha existido
continuidad administrativa desde el poder. Resistencia a los cambios. El
análisis de los conflictos se ha concentrado en el estudio de los efectos más
no de las causas que los originan. Prueba de ello, la situación actual del país.
Protestas de calles por doquier, reclamando al gobierno soluciones claras y
reales a los problemas de escasez, de inseguridad, de impunidad, de justicia,
de corrupción, de abusos y arbitrariedades jurídicas y humanas, de
restricciones de libertades individuales y colectivas, pero sin identificar y
atacar las verdaderas causales que los producen
Para facilitar la comprensión de lo que nos
está pasando como sociedad; me parece oportuno recordar algunos hechos
históricos que tienen responsabilidades directas e indirectas en las graves
dificultades que padecemos hoy en día y donde la dirigencia política ha tenido mucho que ver por aquello de
“dejarlo hacer” “dejarlo pasar” por
conveniencia o ignorancia de las consecuencias en el tiempo. Ellos son: 1) El desconocimiento del triunfo
de Eduardo Fernández como candidato presidencial de Copei en el Poliedro de
Caracas por parte de Rafael Caldera; la referencia ética y representativa de la
democracia ese entonces, un mal ejemplo, 2) La posición asumida por Eduardo
Fernández en defensa de la institucionalidad democrática frente al fallido
golpe del 4 de febrero de Chávez; la cual no tuvo la solidaridad y comprensión
del status quo democrático del momento para rechazarlo a plenitud; por el
contrario, Rafael Caldera, de nuevo, se
hace presente en esta fábula para sacar
provecho político electoral ante el congreso con su discurso populoso justificando
razones de la intentona golpista; posición que meses después lo catapultó como
presidente de la república por segunda vez, 3) Declaración de moribunda de la
constitución del 61 por Chávez, el día de su toma de posesión, acto donde se
negó a recibir la banda presidencial de Rafael Caldera. 4) La Constituyente
convocada por Chávez para asegurarse tres puntos de honor para el arranque de
su proyecto autoritario en democracia: el primero, llevar el período
presidencial de 4 a 7 años (al final quedó en 6) contados a partir de la
aprobación de la nueva constitución del 99; segundo, la reelección indefinida,
y tercero, la eliminación de la cámara del Senado, 5) La decisión de los
partidos de oposición de no participar en las penúltimas elecciones
parlamentarias; la cual facilitó el dominio absoluto del chavismo para aprobar
e iniciar la ejecución del plan socialista comunista cubano, aprobando nuevas
leyes, reformando códigos, como el penal,
instrumento utilizado ahora por
el régimen con absoluta discrecionalidad e interpretación (instigación a
delinquir, instigación al odio, cierre de vías, etc.) para amedrentar, encarcelar
y enjuiciar a ciudadanos considerados enemigos de la revolución sin importar
género y edad. Cabe mencionar que el referendo le dijo NO a esos propósitos.
Las secuelas están a la vista de todos: desmantelamiento
de la institucionalidad democrática, no hay separación de poderes, no hay
estado de derecho; destrucción
progresiva de la economía libre y de mercado, restricciones de las libertades,
concentración de las decisiones del estado en un solo poder, el ejecutivo. Se
ha logrado desde un modelo político, económico y social retrógrado, contrario
al espíritu y alcance de nuestra Carta magna de vocación democrática
Los conflictos ha sobrepasado la capacidad de respuestas
de la administración pública. Ésta no ha dado muestras de interés para
resolverlos con respeto democrático y dignidad humana. El
gobierno dice estar dispuesto al diálogo, pero lo impide cuando dice no aceptar
condiciones ni agenda. Es decir “soy yo” el que va imponer lo que ustedes deben
acatar como soluciones. Eso no es diálogo sincero y constructivo. Desde las esferas del poder al unísono se
sigue predicando “la revolución vino
para quedarse” “No hay vuelta atrás”. “Una revolución pacífica pero armada” “No
volverán”. El reto democrático es insistir en el diálogo y los temas a tratar
deberían ser: a). Desequilibrios constitucionales y de poderes públicos
(separación de poderes), renovación de autoridades con períodos vencidos,
rectores del CNE, magistrados, nombramiento del Contralor general, jueces de
tribunales, entre otros, b)
Desequilibrios económicos (importación, producción privada nacional, alto gasto
público, inflación, otorgamiento de divisas, ayudas a otros países, deudas
laborales y privadas), y c) Amnistía total de presos políticos y estudiantes
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunezr
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