Las normas y los procedimientos tanto privados
como públicos suelen ser revisados y actualizados cuando las exigencias de los
cambios sobrepasan sus alcances y beneficios; no hacerlo oportunamente se corre
el riesgo de crear “cuellos de botella” potenciando desaciertos, contradicciones
y conflictos. Sobre todo cuando yace
desde sus propias estructuras internas y externas del sistema antagonismos,
distorsiones y desviaciones conceptuales en la interpretación y fines del
articulado. Los pensamientos y buenas intenciones tienden ir por un lado, y las
acciones por otra. Como pareciera estar ocurriendo en la Organización de
Estados Americanos (OEA)
Este ente regional no podemos verlo de otra
mejor manera sino como el foro natural del y para el diálogo de los pueblos del
continente americano, el espacio adecuado para dirimir las controversias de
enfoque hacia donde debe orientarse los mayores y mejores esfuerzos unitarios,
que no es más los de procurar el desarrollo de sus estados miembros en igualdad
de condiciones y oportunidades para derrotar al único enemigo que ha de preocupar
y ocupar a los gobiernos como lo es la pobreza; además de la defensa de sus
soberanías, de sus libertades, de sus derechos democráticos y derechos humanos .
De lo que se trata es de ejercer el derecho de desarrollo de los pueblos sin
restricciones o trabas de cualquier naturaleza.
La OEA nació en 1948. Su Carta se revisó por
primera vez en 1967, en Buenos Aires, con la finalidad de dar mayor dinamismo y
adecuación a la realidad geopolítica de ese entonces. El 11 de septiembre de
2001 en Lima, Perú, hubo un progreso interesante con la aprobación de la Carta
Democrática Interamericana, con el objetivo principal de asegurar el fortalecimiento
y preservación de la institucionalidad democrática en las Américas; estableciéndose
que la ruptura o alteración del orden democrático en un Estado miembro,
constituye "un obstáculo insuperable" para la participación de su
gobierno en las diversas instancias de la OEA
Lo ocurrido la semana pasada en esa entidad con
el caso de María Corina Machado, dejó mucho que desear de su misión y
propósitos. La diputada venezolana, aprovechando los buenos oficios
humanitarios y de la diplomacia panameña ocupó una silla en la reunión del
Consejo Permanente con la intención de exponer la situación y tensión social que
se vive en Venezuela; desafortunadamente una sesión que debió ser abierta terminó cerrada o privada cuando 22 países
apoyaron la moción del representante de Nicaragua, quien la solicitó con base
en un procedimiento interno sin dar explicación o justificación alguna. María
Corina Machado de todos modos lo hizo en una rueda de prensa en vivo ante
medios internacionales cercana a la sede de dicho organismo, donde explicó con
lujo de detalles al mundo la realidad de lo que viene sucediendo en nuestra
patria; lo que obligó a miles de estudiantes
a tomar las calles para protestar
y exigir al gobierno de Nicolás Maduro soluciones a los graves problemas
económicos y sociales denunciados, el cese de las reiteradas violaciones a la
Constitución, de los derechos democráticos y de los derechos humanos.
Desde el año pasado se ha estado exigiendo por
diferentes vías la intervención del organismo regional para tratar nuestro caso;
esfuerzos todos en vano; a pesar del retiro de Venezuela de la CIDH de la OEA;
decisión consumada; sin que ningún gobierno se haya pronunciado sobre el tema. Por otra parte, ha llamado poderosamente la
atención igualmente la actitud indiferente y sumisa del actual Secretario
General, José Miguel Insulza
Entretanto, en Venezuela se escala la
conflictividad, las protestas callejeras, con un saldo hasta ahora muy
lamentable: más de 40 personas fallecidas, en su mayoría jóvenes por balas, más
de 500 heridos, más de mil cuatrocientas detenciones (centenas extrajudiciales),
desapariciones forzosas (sin cifras todavía); todo producto de una represión
desproporcionada por la GNB, grupos armados civiles al margen de la ley, y
donde centros residenciales han sufrido ataques despiadados con gases
lacrimógenas y disparos en flagrante violación del artículo 8 del Estatuto de
Roma, el cual lo tipifica como crímenes de guerra. Las torturas, los golpes al
cráneo, a la cara, a los ojos con cascos militares parecieran conjugar una acción deliberada contra los jóvenes
estudiantes detenidos sin resistencia.
La OEA de estos tiempos pareciera favorecer
los intereses de los gobiernos y no de los pueblos a que se deben esos
gobiernos. La chequera criolla petrolera
logró el objetivo: 22 miembros apoyaron la petición nicaragüense, 11 la
negaron, con una abstención. Los países en desacuerdo con Nicaragua, son los de
mayores progresos democráticos y humanos en el continente: Chile, Perú,
Paraguay, Colombia, Panamá, Guatemala, Honduras, Costa Rica, México, Estados
Unidos y Canadá. Del otro grupo se distinguen Brasil y Argentina, grandes
beneficiarios de nuestra balanza comercial
Vale la pena hacernos estas preguntas: ¿Están representadas
las voluntades de los pueblos en estas posturas de gobiernos miembros de la
OEA? ¿Un gobierno miembro que viola la Carta Democrática Interamericana debe o
no ser evaluado por el Consejo Permanente?
¿Se ajustan los actuales objetivos de la OEA a
las realidades socio-político-económicos de América? ¿Es o no importante la
legitimidad democrática en ejercicio o solamente la de origen?
Presidente
del Ifedec, Capítulo Estado Bolívar
@renenunezr
Basta con observar la alcahuetería que tiene la OEA de tener entre sus miembros a Cuba, un país que no huele la democracia desde hace muchas décadas, todo lo contrario, es un sistema totalitario. La OEA, para los ojos de muchos hombres de a pie, simplemente no vale nada. Y la ONU va por el mismo camino. Parece que fuesen organismos que solo fungían como respaldo para las acciones militares e intervenciones de los miembros fuertes, no de los miembros cualquiera.
ResponderEliminarSobre la legitimidad, última pregunta, precisamente los venezolanos nos estamos dando cuenta de que tan importante es la de ejercicio como la de origen, y eso no por lo que ocurre ahora, sino por lo que ha ocurrido desde hace 3 lustros.