jueves, 16 de enero de 2014

¿Violencia o paz?



 La historia de la humanidad registra una lucha histórica entre el Bien y el Mal, para algunas religiones como la cristiana y la judía, entre Dios y Satanás. Dios es amor, Satanás pecado. La diferenciación de ambos conceptos se complica cuando se trata de dar respuesta ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? A los pequeños en cada sociedad, de acuerdo con su cultura, se les inculca la moral como un valor. La moral de los comunistas es diferente a la moral de los demócratas, por poner un ejemplo. Platón decía que el Bien es la idea suprema y que el Mal la ignorancia. Lo que si no debería tener discusión terrenal, aunque todavía una parte importante de la humanidad no termina de aceptarla, es que solo en libertad se debe elegir esos valores. Por ello, no dejo de insistir que regímenes autoritarios, cualesquiera sean sus signos ideológicos, en sí mismo encarnan violencia cuando imponen a la fuerza y en contra de la voluntad de las mayorías sus valores y el sistema de vida.
 Empero, más allá del absolutismo o el relativismo en discusión, hay una realidad que no se puede negar. Dos sentimientos naturales presentes en el hombre y la mujer: el amor y  el miedo. La ira es un miedo disfrazado. El júbilo, el éxito, la sensación de logro y éxito, la apreciación del arte, son todas formas de amor, según la metafísica. La diferencia radica en que el amor es creativo, y el miedo es destructivo. El dilema que se le plantea al ser humano es la elección de estos sentimientos para gobernar sus vidas. En positivo o en negativo. La violencia es sinónimo de maldad, de perturbación, de pavor.
 Para algunos, la violencia es un medio y un fin a la vez. Una acción realizada de manera consciente y adrede para generar un tipo de daño físico o emocional a la víctima, o su muerte.
 El vil asesinato de Mónica Spear  y de su pareja, donde salió herida su hija de 5 años, gracias a Dios fuera de peligro, es el común denominador trágico de todos los días; solo el año pasado fueron 24.700 producto de la violencia que se viene imponiendo como un tipo de terrorismo en el país, y donde el gobierno y los poderes públicos no han mostrado capacidad e interés de contenerlo o reducirlo.
 Que seamos uno de los países más inseguros del mundo no es un problema de imperio o de contrarrevolución., sino de un desgobierno y unos poderes públicos que operan impunemente frente al abuso y el crimen. Tener una tasa de 79 muertos por 100.000 habitantes, con una población de 28 millones, y estar detrás de El Salvador y Honduras en el ranking, confirma estadísticamente que no es un espejismo como en varias ocasiones voceros oficiales ha querido atribuir. Hay un miedo colectivo en la población las 24 horas al día que nos hace indefensos y presos de terror.  Los que fueron elegidos para darnos y garantizarnos una vida más próspera,  segura y en paz, andan con otras prioridades que nada tiene que ver con los valores y principios democráticos  y humanos previstos en la Constitución Nacional. Su prioridad desde hace 15 años ha sido y sigue siendo la revolución, y no el ciudadano.
 19 planes de seguridad se han puesto en marcha bajo la dirección de militares revolucionarios sin resultados favorables. El presidente Maduro, lo que nunca hizo el difunto presidente, acaba de reconocerlo, nos promete otro plan de pacificación para el 4 de febrero, una fecha de violencia que el régimen celebra por lo alto todos los años.  Lo que si estamos seguro si éste nuevo proyecto no contempla garantías del ejercicio del respeto a las ideas de los venezolanos, un trato igual a todos ante la ley, libertades económicas y productivas,  autonomía e independencia de poderes públicos, el desarme sincero del “culto a la violencia”, inoculada por una lucha de clases como estrategia ideológica y de gobierno, respuestas a problemas sociales de manera oportuna y transparente, será en vano el esfuerzo.
Presidente del Ifedec, Capítulo Estado Bolívar              @renenunezr                 

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