miércoles, 2 de octubre de 2013

¿Seguridad ideológica o ciudadana?

                               
                            
 No basta encomendarse a Bolívar, a Fidel o a Chávez para las proclamas de la paz  nacional. Hace falta otra cosa concreta y práctica, además de la buena intención: Justicia. Un estado donde los ciudadanos se sientan seguros, libres, con bienestar, progreso y desarrollo humano.
 Para hablar de actos justos o injustos, es imprescindible que frente a mi exista otro como yo, con los mismos derechos, con las mismas oportunidades de aprender, de formarse, de contar con un trato igual ante la ley. Pues no puede haber justicia entre desiguales. La justicia supone igualdad, y la igualdad supone, a su vez, que las soluciones que se da a un caso determinado tienen que ser la misma para todos “iguales”.
 Para aplicarla requiere de un orden, capaz de colocar cada cosa en su lugar con equilibrio, con racionalidad, con ecuanimidad donde el Estado, en democracia, asuma la rectoría con la colaboración de la ciudadanía para garantizar la convivencia social pacífica, erradicando la violencia y evitando las faltas y los delitos contra las personas y sus bienes.
 La seguridad es sinónimo de orden público, la garantía del ejercicio de los derechos humanos sin distinción ni preferencia alguna. Cuando ese orden no funciona significa que los poderes públicos de la democracia no están obrando de manera autónoma e independiente como pareciera ser nuestro caso. No es “conspiración” ni “sabotaje” que el 80% de los venezolanos sientan que la seguridad es su primer dolor de cabeza, lo que le afecta su tranquilidad social a todo nivel. Aunque el gobierno no quiera reconocerlo, en el fondo le afecta igual, en materia de inversión nacional como extranjera, nadie quiere invertir en un país inseguro y violento.
 Se está ante un régimen, ocupado y haciendo uso indiscriminado de los recursos del Estado, en convencer a la gente que la realidad económica y social actual no existe sino otra. La de ellos, la imaginaria. Un poder ejecutivo sin voluntad política para trabajar con seriedad las causas que hoy nos tienen como uno de los países más inseguros del mundo, donde 25 mil venezolanos perecen anualmente por hechos violentos. Preocupado por lo que reseñan los medios de comunicación social en vez de detener el baño de sangre que en casi todos los rincones de nuestra nación tiñe el alma y el dolor de familias impotentes e indefensas frente al crimen. Son muchos los planes de seguridad  anunciados con bombos y platillos, ninguno ha podido detener la guerra civil declarada por la delincuencia organizada y desorganizada contra sus propios hermanos. El desahogo de pueblo contra pueblo. Con resentimientos y odios.
 Mientras no hayan respuestas serias y efectivas a las demandas sociales y laborales, mientras los cuerpos de seguridad no sean depurados, fortalecidos con las herramientas y los medios adecuados, sus recursos humanos  formados y especializados para combatir estas desviaciones, además de la valoración de sus condiciones propias de trabajo y sociales, mientras los tribunales de justicia no sean operados por jueces honestos y éticos garantes de sentencias justas, mientras las cárceles no sean administradas por especialistas en la materia y éstas sean convertidas en oportunidades para ayudar a los abusadores de derechos y criminales a reinsertarse en la sociedad como ciudadanos útiles y humanos después de pagar sus condenas, mientras desde los poderes públicos hayan funcionarios con doble moral dejando de cumplir sus obligaciones constitucionales para servirse a sí mismo de manera fraudulenta y corrupta, no cabe duda, el otro gobierno paralelo, el de la inseguridad, seguirá imponiendo su dominio arbitrario y violento alejándonos de la paz y de la justicia.
 A los ciudadanos nos queda involucrarnos en actitud, comportamiento y control, cerrando filas frente a dos realidades: una, la delincuencia y, la otra la desidia e irresponsabilidad de unos gobernantes insensibles  e inhumanos. La droga, el consumo de alcohol, la exclusión social, la corrupción, la ineficiencia, los abusos y las mentiras gubernamentales, son factores que como sociedad nos obliga hoy más que nunca a unirnos  para exigir los cambios sin temor alguno por una Venezuela próspera, libre y segura.
  
Presidente del Ifedec, Capítulo Bolívar              @renenunezr 

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