miércoles, 16 de octubre de 2013

Inhabilitar la corrupción del gobierno, reto ciudadano

PORTACHUELO
Por: René Núñez                                   
                           
  La pobreza en los países  con menos desarrollo jamás se podrá combatir mientras los gobiernos permitan  la corrupción. Son muchos los que llegan a servirse a sí mismo y no servir a la gente como lo obliga la constitución. En el caso de las democracias infuncionales, este flagelo social opera con la complicidad de los poderes públicos.
 La Venezuela de ayer tuvo sus escándalos en materia de robos al erario público; pero la de hoy, imaginariamente en socialismo, han sido mayores y a todo nivel que para nadie es un secreto los negocios y la súbita riqueza de muchos funcionarios públicos con un estatus social distinguido, preferencial e inédito.
 Los poderes públicos han sido intervenidos y puestos al servicio del gobierno central, renunciando muchos de ellos como el Legislativo a realizar las investigaciones de rigor de las denuncias y actos indebidos con responsabilidades del alto gobierno. Hoy el mismo gobierno ha reconocido, como excusa, el tema de la escasa transparencia y ha prometido erradicarla pero a través de una nueva ley que ha solicitado a la Asamblea Nacional, la tercera, pues Chávez tuvo poderes especiales en dos oportunidades. Maduro la quiere como solución definitiva, además para enfrentar una guerra económica, que en la práctica la produce su régimen al no apoyar la producción nacional, sino a la de otros países.
 Sabemos que detrás de esa solicitud se esconden otros fines para hacer realidad lo que ya él mismo nos ha anunciado: la radicalización del socialismo del siglo XXI para terminar de destruir el enemigo del comunismo que es el capitalismo productivo privado.
 Para combatir la corrupción se necesita voluntad política, participación ciudadana y compromiso de las instituciones públicas con la eficacia y la transparencia. Nada de ella ha existido en estos casi quince años, habido como una estrategia de “dejarla hacer” “dejarla pasar” con fines supuestos superiores, y convenientes de subsistencia del modelo político y económico cubano en marcha.
 Ella existe y seguirá existiendo como un problema inherente a las instituciones que se crearon para el bienestar social hace cientos de años. Si hubiera buenas intenciones se asumieran los roles de honestidad, transparencia y compromiso social que cada quien desde su ámbito de competencia público o social deben cumplir.
 Pasa por la selección de los mejores y honestos funcionarios, de fiscales y jueces de probidad demostrada, por el respeto a la institucionalidad democrática para operar de manera autónoma e independiente. Pero también, de la capacidad y responsabilidad de los ciudadanos de elegir los mejores y probos diputados, concejales, gobernadores, alcaldes, tomando en cuenta su preparación, su conocimiento y su experiencia en el área donde va a desempeñarse. Ejerciendo contraloria social ciudadana.
 La lucha contra ese cáncer social no puede esperar y debe constituir una parte importante de la agenda política, mediática y legislativa de la oposición y de los que dentro del oficialismo convencidos de estos valores esenciales para lograr una convivencia social próspera y segura, se atrevan a dar un paso adelante.  
 Este fenómeno no solo quebranta el Estado de derecho, sino también inhibe el crecimiento económico, limita las posibilidades de desarrollo y afecta el bienestar social. Por ello, no debe ser un tema que se aborde de manera esporádica y coyuntural. En elecciones. O para distraer a la gente  de la escasez, de la inflación, de la inseguridad, de los malos servicios públicos, de la quiebra de empresas básicas, de los conflictos laborales, del creciente negocio de estupefacientes, entre otros.
  Presidente del Ifedec, Capítulo Estado Bolívar              @renenunezr 
  elportachueloderene.blogspot.com



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