miércoles, 18 de septiembre de 2013

¿Vivir con libertades o sin libertades?



 La libertad es un valor y un derecho humano. Ser libre significa poder hacer lo que queremos y proponemos una vida más feliz y segura, teniendo muy claro como límite el derecho de los semejantes. Bajo ninguna circunstancia nuestra conducta debe causar perjuicio a los demás. Para ello, existen las normas o leyes que determinan los límites; pues lo contrario, sería una anarquía haciendo cada uno lo que les viene en gana. Aquí juega la democracia un rol social determinante como sistema de vida política.
 Cuando se abusa de las libertades se cae en el libertinaje. Antes y ahora pero bajo otra forma de dominación existió la esclavitud, negación absoluta de los derechos humanos de las personas utilizadas como mano de obra en el campo o en sus labores. Hoy en día, en algunos países vemos ciertas restricciones en el trato con las mujeres, en otros,  en los derechos políticos, económicos y sociales por no compartir ideologías del régimen de turno.
 En las democracias funcionales se corrigen y minimizan estos abusos por la garantía del principio de igualdad ante la ley. Los ciudadanos deben gozar de un trato igualitario, sea para castigar o para premiar; todos  son igualmente elegibles para todos los honores, empleos de conformidad con sus capacidades sin ninguna distinción que la creada por sus virtudes y conocimientos.
 La propiedad privada producto de los esfuerzos  y trabajos humanos ha de ser respetada y garantizada de usarse, gozarse, y disponerse cuando así lo requiera su dueño o dueña. Por ejemplo, mi casa la debo vender o regalar en el momento  cuando lo decida. Nadie puede ocuparla o disponerla sin mi consentimiento.
 Otro principio fundamental de la democracia: la separación de los poderes públicos, en el caso venezolano: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Moral y Electoral. Solo separados con autonomía e independencia puede existir Estado de Derecho,  capaz de obligar a todos los ciudadanos por igual y que los funcionarios públicos, deben sujetar su actuación a los mandatos de la ley, y pueden hacer  solamente aquello que la ley determine.
 Derecho a la libertad de pensamiento, de expresión, de prensa, el derecho de ser juzgado mediante un proceso judicial transparente y justo, el derecho al voto, el derecho a ser ciudadano, son entre otros, las libertades civiles que se han de disfrutar sin menoscabo alguno.
 Derecho económico de producir, negociar los bienes y servicios de manera libre. Un Estado que intervenga lo menos posible en la economía pero eso sí con reglas claras garantes de oportunidades y trato por igual a todos los agentes y actores económicos productivos y consumidores.
 Si se analiza todo estos principios a partir de 1999, encontrarás -sin duda- mayores restricciones y distorsiones en su aplicabilidad por los que hoy nos dirigen y nos controlan cada vez más nuestros espacios y derechos de evolucionar en lo individual como en lo colectivo.
 Los enemigos del sistema de libertades humanas han estado pronosticando desde finales del siglo XIX la caída del capitalismo por las contradicciones de clases y de intereses; cosa que hasta ahora no ha ocurrido, en cambio, su modelo sí, porque no prosperó en lo económico ni en lo social al monopolizar el capitalismo desde el Estado.
 Desde el siglo XVI el capitalismo ha demostrado una extraordinaria capacidad de autorrenovación, de ajustes oportunos cuando las crisis han aparecido. Esa es la diferencia entre el capitalismo de Estado y el capitalismo libre.
 La generación y acumulación de riqueza basado en la propiedad privada y pública, en menor cuantía, de los medios de producción y en el capital como factor estimulador de riqueza, ha provocado y creado mayores y mejores capacidades y oportunidades de progreso y desarrollo humano.
 
  Presidente del Ifedec, Capítulo Bolívar              @renenunezr 
“Problemas y Soluciones”, los sábados, 1 a 3 pm, Unión Radio 8.81 FM 

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