miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Carisma o gerencia política?



 Una de las características que ha privado en el subdesarrollo político venezolano en los últimos años ha sido la manera como la mayoría de los electores se han dejado atraer y cautivar por dirigentes carismáticos sin  conocimiento y experiencias probadas en gestión pública y/o privada. Las virtudes innatas han facilitado su llegada al poder con facilidad y de una manera natural, explotándose en la mayoría de los casos la oratoria o la comunicación.
  Si bien es cierto el carisma está asociado al éxito, líderes con méritos profesionales, intelectuales, no es menos cierto los hay creadores de fracasos por la carencia de educación, valores y principios. Los peores, son los poseedores de una capacidad destructiva e irracional como la de un Adolf Hitler, planificador y ordenador de la ejecución de más de un millón de judíos por caprichos racistas.
 Tanto en la Cuarta como en la Quinta República, hay ejemplos de presidentes carismáticos, algunos mitómanos. Todos llegaron a los centros de poder con la complicidad de unas mayorías que tampoco han tenido la capacidad de diferenciar lo carismático de la cualidad gerencial que debe tener una persona para dirigir un proceso tan complejo como es una nación, una gobernación o un municipio.
 Los venezolanos no tenemos excusas. No hay razones para no estar en mejores condiciones de vida y de progreso, distintas a las que hoy tristemente tenemos por los desaciertos y los abusos de los que dirigen nuestros destinos nacionales. Seguiremos siendo unos ciudadanos tontos útiles hasta tanto nos demos cuenta de la necesidad de evolucionar como sociedad a una conciencia digna y humana donde todos unidos e incluidos superemos las dificultades y las trabas que nos separa del desarrollo humano, donde la capacitación, la salud, los ingresos estables, y las libertades estén garantizados.
 Para lograrlo, se requiere la elevación del auto estima de país,  comenzando por la de cada uno de nosotros, eligiendo la mejor propuesta y el mejor líder capacitado, probo y creíble para dirigir las transformaciones donde haya que hacerlas con orden, disciplina y gerencia.
 Gerencia pública como la privada es sinónimo de un equipo capacitado, dirigido por un Gerente capaz de cumplir y hace cumplir con eficiencia y transparencia cuatro funciones fundamentales de una administración: el planeamiento (el plan con los medios necesarios para cumplir con los objetivos a corto, mediano y largo plazo), la organización (la estructura adecuada para llevar adelante la concreción de los planes aprobados), la dirección (que se relaciona con la motivación, el liderazgo y la actuación) y el control (la medición cualitativa y cuantitativa, la ejecución de los planes y su éxito). Una gerencia política por objetivos y metas muy bien definidas y medibles.
 Hasta ahora la gobernabilidad pública se ha caracterizado por la formación de equipos de trabajo cuyos puestos son asignados con base en la militancia y a las lealtades políticas partidistas, familiares y personales del jefe de gobierno. La improvisación, el mal manejo de los recursos, el relajamiento de las autoridades, el incumplimiento de normas y procedimientos, la excesiva burocracia,  son, entre otras, desviaciones presentes en la cultura política administrativa del Estado. No hay continuidad administrativa. Por eso estamos como estamos y no podemos ser distintos sino entendemos que gobernar significa gerenciar los destinos del Estado con pulcritud y eficiencia.
 Pensar como un gerente es un proceso, no se nace siendo gerente, si bien se tienen cualidades y actitudes que son compatibles con las de un líder hay que desarrollarlas en un tiempo de formación, en un proceso de aprendizaje y de experiencia laboral. Votemos por políticos gerentes. El 8 de diciembre hay otra oportunidad para reivindicarnos con el progreso y desarrollo municipal. No más equivocaciones.

  Presidente del Ifedec, Capítulo Bolívar              @renenunezr  

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