Quizás por la manera sistemática y compulsiva como
se han venido dando las cosas en esto de la política en el país, una mitad de
los venezolanos, en su mayoría inocente, no ha terminado de darse cuenta de los
propósitos ocultos que persigue la revolución en marcha desde 1999. Tampoco la
dirigencia opositora ha hecho un trabajo eficaz para contrarrestarlo.
Han sido catorce años de bombardeo ideológico
con apoyo de los poderes públicos, secuestrados a conciencia para facilitar el proyecto
del “Socialismo del siglo XXI”, calificado por Fidel Castro para que no
existiera confusión como comunista, pues para él “socialismo es comunismo”. Un sistema que plantea como estrategia
la destrucción del incentivo del ciudadano para, inclusive, hacerse cargo de su
familia y de sus bienes, un crimen contra la naturaleza y contra Dios. Creando
un ambiente de dependencia. ¿Para qué? Para incrementar su poder. Expertos
creando pobreza. Enemigos del capital en
manos de la gente, les produce temor que ciudadanos tengan la
libertad de emplearlo en sus proyectos de vida.
El imperio de la dependencia bajo falsas
promesas y mentiras. El miedo y terror como estrategia de lucha. Instaurador de una
educación ideologizada y condicionada. Interesado en “dar peces pero sin permitirles pescar”.
La estrategia novedosa de Chávez, apoyado en los últimos
años en un precio promedio del crudo criollo alrededor de 100 dólar por barril,
fue la de utilizar y explotar la
democracia del voto, la que ya por los resultados del 14-A al gobierno de Maduro no le resulta
confiable. Por eso le asusta la convocatoria de elecciones municipales, las
cuales sin razón alguna y a lo bravo no lo han querido hacer a pesar de que
alcaldes y concejales tienen sus períodos vencidos. Un abuso descarado.
Para evaluar una gestión de gobierno, pública
o privada, no existe otro método más idóneo y objetivo como cotejar programa de
compromisos versus resultados, si de ese balance los resultados son favorables, con eficiencia y
transparencia, cualquier ciudadano está en capacidad de reconocer cuando una
gestión es positiva o negativa. Esta evaluación es la que la dirigencia
opositora debe propiciar e incluir en el diálogo político para concienciar al
ciudadano confundido que con este proyecto de país socialista comunista la suma
de felicidad social prometida es inviable, una farsa, no se vive mejor; por el
contrario, se empobrece. Los resultados están a la vista, los venezolanos estamos
sufriendo una desmejora en la alimentación, en el beneficio de los servicios
públicos, en la salud, en la educación, en el disfrute y respeto de los
derechos humanos, en las libertades de gustos, de creación, de participación,
de crecimiento, de progreso, en fin, de oportunidades. Si se compara la Cuarta
República con la Quinta, no cabe duda, en la primera se vivía mejor, en ésta se
vive más estresado y angustiado por el control de nuestras actividades humanas,
el desorden y las injusticias. Sin excusas, ningún otro gobierno republicano ha
tenido control absoluto del Estado-supuestamente- en democracia, ha recibido la
suma de un billón doscientos mil millones de dólares por renta petrolera como
el actual que se ufana de revolucionario y defensor de la igualdad social.
Suficiente dinero para haberlo invertido en obras y servicios eficientes, en
empresas estatales para hacerlas más productivas, en pago de los altos y
crecientes pasivos laborales, en pago de las deudas a propietarios de empresas
expropiadas y confiscadas, en proyectos industriales generadores de nuevos
empleos, etc. En otras palabras, en mayor y mejor calidad integral de vida, para brillar con luz propia.
Presidente Centro Políticas Públicas Ifedec, Capítulo Bolívar @renenunezr
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