A la luz de la historia, cuando los obreros tomaron
conciencia de su miseria y se dieron cuenta de que no podían seguir solos en la
búsqueda de mejoras condiciones laborales y que era necesario unir esfuerzos,
crearon los sindicatos como el centro de fuerza y de poder ante el patrono.
La lucha por
la justicia en el trabajo comenzó a prosperar; lográndose grandes conquistas
salariales y beneficios sociales a través de las convenciones colectivas
negociadas de tu a tu con el patrono.
Se
fortalecieron los sindicatos como ente responsable de unir sus debilidades y
convertirlas en fuerza. Cuando estos no fueron suficientes, se unieron y
crearon las confederaciones nacionales e internacionales.
La protesta y
la huelga se convirtieron en derechos
constitucionales en los países democráticos garantes de libertades. Cuando
estos derechos no fueron suficientes, los sindicatos adquirieron fuerza de
promoción humana, de promoción social, de promoción popular.
En los tiempos de hoy, el emporio sindical del
mundo democrático tiene su epicentro de lucha en la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), centro de protección y defensa de los derechos laborales
integrales en cualquier parte del planeta. En estos tiempos se habla de trabajo
decente, reconociéndose la estabilidad, el medio ambiente, la seguridad, la
calidad y desarrollo del entorno social de cada trabajador.
El movimiento sindical será lo que sus
dirigentes sean. Si sus líderes no saben comportarse a la altura de las
circunstancias, ese movimiento no servirá, se estará desviando de la misión y
del compromiso que históricamente se han ganado. Uno de los peligros que se
observa en nuestro país, en estos tiempos de revolución, justamente es la
deliberada orientación divisionista, manipulada y disfrazada a la cual ha
estado sometida desde hace catorce años la clase obrera venezolana. Muy
elogiada por el régimen a nivel de discursos y promesas, pero muy mal tratada
cuando de acciones concretas para mejorar la calidad de vida, el respeto a la
institucionalidad, los derechos laborales y sindicales se refiere.
La celebración del día del trabajador el
primero de mayo demostró una preocupante y encontrada polarización sindical,
dos grandes grupos, uno identificado con la revolución o mejor dicho
defendiendo los intereses del patrono gobierno, y otro exigiendo, por un lado,
rechazo a las persecuciones, las agresiones, los juicios abiertos a dirigentes,
los despidos por pensar diferente, la mora en el pago de pasivos laborales; por
otro, exhortando a negociar los contratos colectivos vencidos desde hace varios
años, además del repudio a la injerencia y abuso del partido de gobierno en la
toma de decisiones de las empresas del estado.
El presidente de la República en su discurso
del día del trabajador dejó muy claro su posición con relación al movimiento
sindical, cuando exhortó a los líderes sindicales y a los obreros a prepararse
en talleres bajo la visión y compromiso socialista; lo que contraviene el
espíritu y los derechos de libertades de los sindicatos y dirigentes a luchar
en democracia en procura de una justicia social sin exclusión y división
clasista.
En resumen, el movimiento de los trabajadores
venezolanos está dividido, sometido a un paralelismo sindical con el cual se
pretende eliminar los sindicatos para sustituirlos por el “Control obrero” o
“Consejos de fábrica”. Si la clase
trabajadora no valora y encara unida esta amenaza corre el riesgo de ser
absorbido por el sistema, un sistema que engendra el proceso que actualmente se
lleva adelante en contra de la voluntad mayoritaria de los trabajadores. El
sindicato no podrá salvar al sindicato si no cuenta con dirigentes capaces de
conducir ese sindicato por el camino de la autonomía, la independencia y las
libertades. Un ciego no puede conducir a otro ciego.
Internacionalista
@renenunezr
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