El país atraviesa por uno
de sus peores momentos éticos de toda la
historia democrática. Son tantos y seguidos los escándalos públicos que
no cesa nuestra capacidad de asombro, pues el último siempre supera el anterior. La situación se agrava cuando un sector
importante de la sociedad avala con su silencio estas
desviaciones. Bolívar sentía temor por los autoritarios “se acostumbran a mandar y los pueblos a obedecer”.
Estos días
ocurrieron dos sucesos que no podemos dejar de comentar antes que desaparezca
de la frágil memoria colectiva criolla. Uno fue el mensaje de miedo enviado por
el presidente de la república a los 900 mil seguidores del chavismo que no lo
respaldaron con sus votos el 14-A, “tengo
ya sus nombres y números de cédulas”. El Poder Moral no dijo nada, a pesar
de ponerse en duda el sistema electoral más perfecto y transparente del mundo.
El otro, el audio de una grabación divulgado por el diputado opositor Ismael
García que compromete a la alta dirigencia de casi todos los poderes del estado,
en especial al ejecutivo. Si bien es cierto no nos sorprendieron las
acusaciones entre revolucionarios por hechos de corrupción, influencias,
golpismo, abusos de poder, amenazas de asesinatos; si lo hizo el rol de
contraespionaje que juega en el país para el gobierno cubano un conocido
personaje de un medio estatal, protegido por este régimen desde hace 9 años. En
otro país, donde exista la separación de poderes, y funcione el estado de
derecho, estos dos actos serían
investigados de inmediato y de encontrarse delitos culposos lo más seguro se
les abrirían juicios a todos los responsables. Estamos igual en desacuerdo con
las respuestas dadas al día siguiente por Maduro cuando califica de basura al
diputado Ismael García por lo del audio, y la de Diosdado Cabello considerando
todo esto como un simple chisme, así como su negativa a discutir el contenido
de la grabación y abrir las investigaciones de rigor que cualquier parlamento
serio en el mundo haría diligentemente.
Estas
conductas reñidas con la institucionalidad; debe preocupar y ocupar a todos los
venezolanos en la defensa de la estabilidad democrática. Lo que se está
viviendo no solo es una crisis económica y social severa sino también una
crisis moral y ética de consecuencias impredecibles; convertida casi en una
cultura de vida que merece rechazo de
los ciudadanos de bien común y de justicia, solo con mucho diálogo, respeto,
firmeza, tolerancia e inteligencia se puede avanzar. Con hábitos y costumbres
se construyen los países. Los buenos hábitos conducen al éxito. Los malos al
fracaso. El país que queremos y deseamos depende de nosotros. El cambio
comienza con uno.
1. ¿Tienes la
ética como principio?
2. ¿Eres
responsable? Con los tuyos? Con el entorno?
3. ¿Eres
íntegro?
4. ¿Respeta a
las leyes y reglamentos?
5. ¿Respeta
los derechos de los demás?
6. ¿Valoras,
amas al trabajo?
7. ¿Respeta
la diversidad de pensamientos y religiones?
8. ¿Crees en
tu propio esfuerzo de inversión?
9. ¿Crees en
el sistema de libertades y de oportunidades?
10.¿Crees en
ti, tienes deseo de superación?
11. ¿Ser
pobre es bueno?
12. ¿Cumple
con puntualidad los compromisos?
“Para el
justo no son necesarias leyes ni derechos”.
J Huarte de San Juan
Presidente del
Ifedec, Capítulo Bolívar @renenunezr
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